Imagen: Dante
Gabriel Rossetti (Inglaterra, 1828 - 1882) - Proserpina. 1874. Óleo
sobre lienzo. 125.1 cm × 61 cm. Tate Britain. Londres.
No, no quiero que olvides,
no, no, no vayas al Leteo,
ni toques la sinfonía de Cerbero
arraigado firmemente en su tenebroso Hades.
Tampoco dejes que tu pálida frente,
sea besada esta noche,
por el grano violaceo
de la granada de Proserpina,
no uses un rosario de bayas de Tejo.
Tampoco dejes que el escarabajo,
ni el buho que ulula por la noche,
ni tu espiritu triste,
ni la polilla de la muerte,
sean socios en los misterios de tu dolor.
Pues la sombra a la sombra regresa,
somnolienta, hastiada.
Entonces recuérdame,
y ahoga la angustia que despierta el alma.
no, no, no vayas al Leteo,
ni toques la sinfonía de Cerbero
arraigado firmemente en su tenebroso Hades.
Tampoco dejes que tu pálida frente,
sea besada esta noche,
por el grano violaceo
de la granada de Proserpina,
no uses un rosario de bayas de Tejo.
Tampoco dejes que el escarabajo,
ni el buho que ulula por la noche,
ni tu espiritu triste,
ni la polilla de la muerte,
sean socios en los misterios de tu dolor.
Pues la sombra a la sombra regresa,
somnolienta, hastiada.
Entonces recuérdame,
y ahoga la angustia que despierta el alma.
JVA... Jeús, desde el lado oscuro...
En la
mitología griega, Lete o Leteo es uno de los ríos del Hades. Beber de
sus aguas provoca un olvido completo. Algunos griegos antiguos creían
que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de
forma que no recordasen sus vidas pasadas.
Imagen: Jillian "Bohemiart" - El dolor que nunca se olvida. (The Grief that never goes)
Ven a mi pecho, alma sorda y cruel,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundosa crin;
Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinguido.
¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,
Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.
Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.
Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
Cuyo fervor se acrece en el suplicio.
Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes y la cicuta amada,
del pezón delicioso que corona este seno
el cual nunca contuvo un corazón.
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundosa crin;
Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinguido.
¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,
Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.
Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.
Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
Cuyo fervor se acrece en el suplicio.
Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes y la cicuta amada,
del pezón delicioso que corona este seno
el cual nunca contuvo un corazón.
El Leteo - Charles Baudelaire.
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