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Your dying Heart by Adrian von Ziegler on Grooveshark

miércoles, 5 de octubre de 2011

Desiertos del mundo (Viajes y aventuras)

Sahara

¿O habéis parado a considerar que más de la tercera parte de los continentes están cubiertos por desiertos? Son espacios misteriosos, solitarios, románticos y peligrosos. Desde hace siglos invitan a la aventura y alimentan la imaginación de los más osados.

Aunque a simple vista puede parecer que todos los desiertos son iguales, no hay nada más lejos de la realidad. Existen los desiertos cálidos y fríos; los que están a gran altitud o al nivel del mar, los que se asientan en la costa y los que se resguardan en el interior de los continentes. Pero todos ellos ofrecen una experiencia única. Aquí os comento ocho muy diferentes entre sí, que merecen una visita a fondo.

1. El corazón rojo. Australia 



El centro de Australia es rojo y está ocupado por ardientes desiertos. Un auténtico mar interior de arena que representa la otra cara del país, la opuesta a su costa luminosa y sus islas coralinas de la Gran Barrera. Los australianos llaman a este desierto casi virgen el outback. Es el corazón espiritual y físico de su gigantesca isla, donde todavía se siente el placer de ser un explorador: las distancias son enormes, el clima extremo y los habitantes prácticamente inexistentes. Pero todo está controlado y, con las mínimas precauciones, no es difícil adentrarse por el desierto. Casi siempre desde el sur hacia Alice Spring y después hacia el norte, por Tennent Creek, hasta alcanzar los paisajes tropicales en torno a Darwin, en la costa del mar de Timor.

Entre las diversas rutas para descubrir el outback, una de las más populares es la ruta Stuart Highway, que los aussies llaman the track. Va desde Adelaida, en el sur, hasta el extremo norte de Darwin, a lo largo de 800 kilómetros. Las dos paradas inevitables de todas las rutas son Alice Spring y por supuesto Ayers Rock, en medio de un enorme Parque declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Aquí encontramos el Uluru, un monolito de arenisca roja de 348 metros de altitud y un perímetro de casi 10 kilómetros, que es una referencia sagrada para los aborígenes australianos.

Os propongo dos formas más originales de recorrer el desierto australiano: En autocaravana, que te permitirá viajar con total libertad y dormir en zonas acondicionadas. Y a bordo del Ghan Train, un tren con todas las comodidades que une Adelaida, en el sur del país, con Darwin, en el norte.

La oficina de turismo local edita la guía Exploring the Territory in 4x4, con mapa de carreteras y una lista de aparcamientos para autocaravanas. Si decides viajar por libre, recuerda que las gasolineras del Outback están separadas por grandes distancias, de 100 a 300 km. Algunas tienen horarios restringidos y no aceptan tarjetas de crédito, por lo que conviene llevar combustible extra.




2. Arizona, un desierto de cine. EEUU




El Suroeste de Estados Unidos es, sin duda, el desierto más filmado y fotografiado del mundo. No está muy lejos de los estudios californianos de Hollywood y su principal ciudad, Las Vegas, es visitada cada año por millones de personas. Y por si eso fuera poco, el gran desierto resulta por sí mismo uno de los paisajes más fotogénicos del mundo, con sus mesas por las que parece que van a aparecer los indios de un momento a otro, con sus cactus en forma de candelabros y, sobre todo, con el cañón más espectacular del mundo: el Gran Cañón del Colorado.

En realidad, el desierto se extiende por cuatro estados americanos: Nuevo México, Arizona, Utha y Nevada, desplegando un paisaje que va desde monolitos de arenisca roja hasta las montañas de nieves perpetuas que se alzan sobre una elevada meseta desértica que aparece cortada por varios profundos cañones, entre los que destaca el del Colorado. Para poner un poco de vida al escenario, están los actores: los indios del salvaje oeste -apaches y navajos sobre todo-, pero también los indios pueblo (en Nuevo México) y los hopis (que conviven con los navajos y los apache en Arizona).

Las principales atracciones de este desierto son el impresionante corte del Gran Cañón del Colorado River y las ciudades típicas del oeste, como Tombstone. No faltan tampoco los pueblos fantasmas, sobre todo en el sureste de Arizona, casi perdidos.

Pero sin duda, el gran espectáculo es el Gran Cañón del Colorado: un abismo de casi 2 kms de profundidad y entre 7 y 30 de anchura, con formas y colores extraordinarios. Se puede bajar a pie o en mula, sobrevolarlo en helicóptero o recorrerlo en barca por un río de aguas rápidas. También se puede pasar la noche en el Phanton Ranch, en la base del cañón, o nadar en las cascadas de la idílica Havasupai Reservation. Dentro del Cañón, el sendero más popular es el Bright Angel que sale de una cabaña de madera del pueblo y se tarda en recorrer unas cuatro o cinco horas para descender 15 kms hasta Phanton Ranch y regresar unas ocho o nueve. Más información: www.usatourist.com






3. El gran desierto de Atacama. Chile




En el gran Desierto de Atacama, al norte de Chile, pueden pasar años sin que caiga una gota de lluvia. Es una alargada franja de 110 kilómetros que se extiende por la costa norte del país, entre la cordillera de los Andes y la frontera de Perú, y que está bajo el dominio del anticiclón del Pacífico que castiga a esta región con la mayor aridez de la tierra. El resultado es un escenario casi sobrecogedor en el que la erosión del viento ha ido tallando a lo largo de miles de años paisajes sorprendentes sobre una tierra sembrada de volcanes como el Parinacota o el Licancubur, de hasta 6.000 metros de altura. A los pies de estos impresionantes volcanes fronterizos se acumula el amarillo del azufre.

Desde San Pedro de Atacama se suele partir para recorrer este desierto. Es sólo un pequeño pueblo rodeado de volcanes a unos cien kilómetros de Calama, convertido en centro turístico y desde el que se organizan excursiones con guías al paisaje casi surrealista del Tatío, o al Salar de Atacama, un antiguo lago de agua salada hoy desecado y convertido en una gruesa costra de sal. En Atacama la transparencia del aire por la ausencia total de humedad es casi total.

Otra de las sorpresas de esta árida costa del norte chileno son las momias de la cultura Chinchorro, más de 300, que se han descubierto desde la frontera peruana hasta Antofagasta. De esta cultura se sabe muy poco pero se remonta a 3.000 años antes de Cristo.




4. Thar, el desierto de los maharajas. India



Entre el estado indio de Rajasthán y Pakistán se extiende uno de los mayores desiertos de Asia: el desierto del Thar. 250.000 kilómetros cuadrados de un paisaje duro y bellísimo, salpicado aquí y allá por las siluetas majestuosas de sus palacios y sus impresionantes ciudades.

El desierto de Thar es, además, la puerta de entrada al Rajasthán, una enorme región que es conocida como el Estado de los Maharajás, los señores de la India milenaria de las leyendas. Es un mundo de grandes fortalezas, de havelis o casas señoriales decoradas con bellos frescos, de palacios sobre el agua y, sobre todo, es tierra de intensos colores (rosas, azules, naranjas o amarillos) que son los de los turbantes y los sharis, de sus campesinas descalzas y enjoyadas como reinas.

Estamos en uno de los desiertos más dramáticos y fascinantes del mundo, donde cada ciudad y cada pueblo destila una serena belleza. No es un desierto para la aventura, pero sí para el descubrimiento, exterior e interior.



5. Desiertos helados entre 'nunataks'. Groenlandia




En la Tierra hay desiertos calientes... y también desiertos helados, como los que cubren buena parte de Groenlandia. En esta isla gigantesca de más de dos millones de kilómetros cuadrados, el hielo cubre casi todo el territorio. Por encima de los glaciares, sólo se elevan unos cuantos picos montañosos que se conocen como nunataks. Entre ellos, sólo se extiende el particular desierto Groenlandés, una extensión solitaria y extrema de hielo que representa la última frontera para los espíritus exploradores.

El corazón de la enorme Groenlandia está ocupado por un gigantesco glaciar, rodeado por un abrupto cinturón litoral montañoso. Las temperaturas alcanzan con facilidad los -40ºC, aunque en primavera las temperaturas empiezan a ser más moderadas y permiten a los viajeros adentrarse en el territorio.

La sensación de soledad es absoluta. Aquí la vida gira alrededor de la pesca, la caza y la ganadería. De vez en cuando a uno le llegan recuerdos de esquimales y antiguos vikingos, a los que se imagina andando por estas tierras que parecen que no están en este mundo. En Groenlandia descubrirás otra forma de vida y otro concepto del desierto, el hielo. Más información: www.mundoartico.com

 
 
6. Esqueletos y barcos en el desierto. Namibia




Hay desiertos con nombres realmente evocadores, y uno de ellos es la Costa del Esqueleto, el sorprendente desierto costero de Namibia, que es uno de los lugares más extraños y menos acogedores del planeta, con grandes superficies de dunas interrumpidas por densas nieblas. Recibe su nombre por los numerosos barcos que han naufragado y encallado en esta costa. Sus dunas y rincones pedregosos han dado origen a numerosas historias, la mayoría basadas en hechos reales, que hablan de marineros y viajeros olvidados cuyos cuerpos se perdieron entre los esqueletos de los barcos, o que, por razones que rozan lo milagroso, fueron rescatados tras días de triste espera y agonía.

La Costa del Esqueleto es sólo uno de los desiertos de Namibia. El otro, el grande, el que da nombre al país, es el desierto del Namib, uno de los más impresionantes e inquietantes del mundo: 79.768 kms2, en el que no faltan las dunas rojas, las lagunas, cañones macizos montañosos y llanuras desérticas. Es la mayor reserva natural del país y el cuarto desierto del planeta, lleno de recovecos misteriosos, que se pueden descubrir con la ayuda de un guía experto.


7. La puerta del gran sur. Túnez



A menos de tres horas de avión desde España podemos estar a las puertas del desierto. Túnez es probablemente el país más accesible del Magreb y también el que brinda una entrada más sencilla y sin problemas al gran Sahara, esa inmensa superficie de arena que es el mayor desierto de la tierra.

Todo el sur de Túnez, más de la mitad del país, es lo que se conoce como el Gran Sur, un desierto precedido por el gran lago salado de Chott el-Jerid, que cautiva por sus paisajes. Es una región de dunas interminables, de oasis, y de ciudades y pequeños pueblos que conservan su vida tradicional y folklore milenario. Entre los escenarios más sorprendentes de la región están las aldeas trogloditas, como Matmata, de aspecto casi lunar, íntegramente excavada en la roca. Aquí se rodó parte de La Guerra de las Galaxias y no es difícil reconocer aquellas escenas ya míticas.








8. Hurghada, junto al Mar Rojo. Egipto



Justo frente a las playas de Hurghada, en las costas egipcias del Mar Rojo, se despliega una línea de montañas que marca el inicio del llamado Desierto Oriental, una gran superficie de arena entre el mar Rojo y el Nilo. Es uno de esos desiertos de aire bíblico que ha visto pasar a lo largo de la historia pueblos, ejércitos, culturas e historias apasionantes. Desde los nuevos complejos turísticos de moda es fácil adentrarse por esta zona que promete aventuras y un encuentro con paisajes que parecen directamente sacados del Antiguo Testamento.

Presidiendo la zona, se alza el Yebel Shaayib, el mayor monte de la zona y la cumbre más alta de Egipto (fuera del Sinaí), que araña el cielo con los 2.242 metros. Los viejos beduinos dicen que en su cima se puede encontrar el árbol de la luz que puede curar la ceguera, pero no hace falta comprobarlo.

A este desierto olvidado lo ha vuelto a poner de actualidad el turismo masivo que llega a las costas de Hurghada y que aprovecha la estancia para hacer excursiones por el desierto. Hace treinta o cuarenta años, Hurghada era el lugar al que se desterraba a los funcionarios problemáticos, pero se ha convertido en un lugar cosmopolita, con la mayor densidad hotelera de Egipto, y repleto de ingleses, suizos y rusos que compran propiedades a lo largo de más de doscientos kilómetros de costas y aguas cálidas.

¿Que os animáis? Saludos. Atte: Jesús Vila.

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