Federico Fernandez y Gimenez. (España, 1846 - 1873) - Pensamientos perdidos
Wallada, nació en Córdoba en el año 994. Fue hija del califa Omeya Muhammad Mustafkí.
Fue famosa por su gran talento poético y fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja... el ideal de la época.
Mujer de una gran belleza e inteligencia, muy pronto destacó en esos círculos literarios donde gozó de una libertad e independencia inusuales para una mujer de la época. Participó en competiciones literarias masculinas con el rostro descubierto, que contribuyó a forjar la leyenda de “mujer perversa y libertina”
Tras la muerte de su padre, con apenas 17 años y gracias a los fondos que Mustafkí supo guardar, Wallada abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin Am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia.
Entre sus alumnas destacó Muhya Bint Al Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y que terminó denigrándo a su maestra en crueles sátiras.
Wallada ha parido y no tiene marido;
se ha desvelado el secreto;
se parece a María,
pero la palmera que ella sacude es un pene erecto
O bien:
Aleja de la aguada de sus labios
a cuantos la desean,
igual que la frontera se defiende de cuantos la asedian,
a una la defienden los sables y las lanzas,
y a aquéllos los protege la magia de sus ojos.
Muhya Bint Al Tayyani
Fue famosa por su gran talento poético y fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja... el ideal de la época.
Mujer de una gran belleza e inteligencia, muy pronto destacó en esos círculos literarios donde gozó de una libertad e independencia inusuales para una mujer de la época. Participó en competiciones literarias masculinas con el rostro descubierto, que contribuyó a forjar la leyenda de “mujer perversa y libertina”
Tras la muerte de su padre, con apenas 17 años y gracias a los fondos que Mustafkí supo guardar, Wallada abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin Am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia.
Entre sus alumnas destacó Muhya Bint Al Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y que terminó denigrándo a su maestra en crueles sátiras.
Wallada ha parido y no tiene marido;
se ha desvelado el secreto;
se parece a María,
pero la palmera que ella sacude es un pene erecto
O bien:
Aleja de la aguada de sus labios
a cuantos la desean,
igual que la frontera se defiende de cuantos la asedian,
a una la defienden los sables y las lanzas,
y a aquéllos los protege la magia de sus ojos.
Muhya Bint Al Tayyani
Jules Joseph Lefebvre (1834 - 1912) - Fatima-1883
Los estudios más moderns, apuntan que en la sociedad andalusí sólo hay dos grupos a los que se permiten imprecisas y amplias libertades: las solteras o viudas ricas y las prostitutas. Sólo había libertad sin honor o sin marido. Lo denunció el propio Averroes (Ibn Rushd): "Nuestro estado social no deja ver lo que de sí pueden dar las mujeres. Parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y amamantar a los hijos y ese estado de servidumbre ha destruido en ellas la facultad de las grandes cosas. He aquí por qué no se ve entre nosotros mujer alguna dotada de virtudes morales".
Su posición privilegiada en lo social le da un carácter excepcional, aunque la personalidad de Wallada, sensible y refinada, hubiese destacado de todos modos, ya que Wallada era la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:
"Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino"
Y en el derecho:
"Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera".
Wallada era una mujer acostumbrada a mandar, en la calle, en la casa y en la cama. Se enamoró de Ben Zaydun en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces.Su historia de amor y desamor con Ibn Zaydum (noble de excelente posición, con gran influencia política y el intelectual más elegante y atractivo del momento) se convirtió en una leyenda. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa. Pero tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio.
Siendo una infidelidad de él la causa de esta ruptura según nos escribe Wallada en sus versos:
Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
Has dejado la rama que fructifica en belleza
y has escogido rama que no da frutos.
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido, para mi desgracia, sombrío planeta.
¿Una amante negra, esclava de la propia Wallada?
Es posible que fuera con Muhya Bint Al Tayyani, a la que Wallada encontró en la calle y a la que, fascinada por su belleza, compró, educó, convirtió en poetisa desvergonzada y que finalmente la abandonó.¿O tuvo que huir por sus amores con Ben Zaydun?
También podría ser un amante masculino, ya que eso le reprocha Wallada en sus sátiras:
A pesar de sus méritos, Ibn Zaydum ama
las vergas que se guardan en los calzones;
si hubieras visto el pito en las palmeras,
se habría convertido en pájaro carpintero.
O bien:
Tu apodo es el hexágono, un epíteto
que no se apartará de ti
ni siquiera después de que te deje la vida:
pederasta, puto, adúltero, cabrón, cornudo y ladrón".
Como podemos apreciar, Wallada arremete ferózmente contra él y no se cansa de vejarlo.
Su posición privilegiada en lo social le da un carácter excepcional, aunque la personalidad de Wallada, sensible y refinada, hubiese destacado de todos modos, ya que Wallada era la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:
"Por Alá, que merezco cualquier grandeza
y sigo con orgullo mi camino"
Y en el derecho:
"Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera".
Wallada era una mujer acostumbrada a mandar, en la calle, en la casa y en la cama. Se enamoró de Ben Zaydun en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces.Su historia de amor y desamor con Ibn Zaydum (noble de excelente posición, con gran influencia política y el intelectual más elegante y atractivo del momento) se convirtió en una leyenda. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa. Pero tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio.
Siendo una infidelidad de él la causa de esta ruptura según nos escribe Wallada en sus versos:
Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
Has dejado la rama que fructifica en belleza
y has escogido rama que no da frutos.
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido, para mi desgracia, sombrío planeta.
¿Una amante negra, esclava de la propia Wallada?
Es posible que fuera con Muhya Bint Al Tayyani, a la que Wallada encontró en la calle y a la que, fascinada por su belleza, compró, educó, convirtió en poetisa desvergonzada y que finalmente la abandonó.¿O tuvo que huir por sus amores con Ben Zaydun?
También podría ser un amante masculino, ya que eso le reprocha Wallada en sus sátiras:
A pesar de sus méritos, Ibn Zaydum ama
las vergas que se guardan en los calzones;
si hubieras visto el pito en las palmeras,
se habría convertido en pájaro carpintero.
O bien:
Tu apodo es el hexágono, un epíteto
que no se apartará de ti
ni siquiera después de que te deje la vida:
pederasta, puto, adúltero, cabrón, cornudo y ladrón".
Como podemos apreciar, Wallada arremete ferózmente contra él y no se cansa de vejarlo.
Litografía de Wallada, desconozco su autor.
Wallada no la perdonó nunca. Por despecho Se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ben Abdús, rival político y enemigo personal de Ben Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ben Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ben Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina al-Zahara, símbolos de una pasión destruida. Toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido. Algunos creen que Ben Zaydun utilizó la forma de amor udrí, precedente del amor cortés occidental, para expresar su pasión. Otros, como Nykl, piensan que su relación con Wallada es como la de Musset con Georges Sand. Ciertamente parece la de una dominatrix con un esclavo voluntario, pero el secreto a voces no deja de ser secreto. Y la poesía lo mejora.
¡Despréciame!, he de sufrirlo;
¡ríñeme!, tienes razón;
¡huye!, te sigo; ¡habla!, te escucho;
¡ordena!, tu esclavo soy.
O bien:
Alejados uno de otro, mis costados están secos de pasión por ti,
y en cambio no cesan mis lágrimas…
Al perderte, mis días han cambiado
y se han tornado negros,
cuando contigo hasta mis noches eran blancas.
Diríase que no hemos pasado junto la noche,
sin más tercero que nuestra propia unión,
mientras nuestra buena estrella
hacía bajar los ojos de nuestros censores.
Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas,
hasta que la lengua de la aurora estaba a punto de denunciarnos.
O como ejemplo este otro:
¡Oh la peregrina distante cuyos lares están
en la reserva del corazón!
Tus bienes te hicieron olvidar al siervo
del que tú solo eres señor.
Las horas gozadas te alejaron de él
y ya ni su recuerdo se asoma a tu frente.
Quieran mis vigilias sostener la esperanza
cuyo sentido conocen tan sólo el destino y mis días.
(Ibn Zaydun )
¡Despréciame!, he de sufrirlo;
¡ríñeme!, tienes razón;
¡huye!, te sigo; ¡habla!, te escucho;
¡ordena!, tu esclavo soy.
O bien:
Alejados uno de otro, mis costados están secos de pasión por ti,
y en cambio no cesan mis lágrimas…
Al perderte, mis días han cambiado
y se han tornado negros,
cuando contigo hasta mis noches eran blancas.
Diríase que no hemos pasado junto la noche,
sin más tercero que nuestra propia unión,
mientras nuestra buena estrella
hacía bajar los ojos de nuestros censores.
Éramos dos secretos en el corazón de las tinieblas,
hasta que la lengua de la aurora estaba a punto de denunciarnos.
O como ejemplo este otro:
¡Oh la peregrina distante cuyos lares están
en la reserva del corazón!
Tus bienes te hicieron olvidar al siervo
del que tú solo eres señor.
Las horas gozadas te alejaron de él
y ya ni su recuerdo se asoma a tu frente.
Quieran mis vigilias sostener la esperanza
cuyo sentido conocen tan sólo el destino y mis días.
(Ibn Zaydun )
Frederick Mulhaupt (USA, 1871 - 1938) - A Doughter of the Orient
Apenas se conservan nueve poemas de Wallada, de los cuales cinco son satíricos, se ha visto rodeada de una cierta fama de atrevida y mordaz. Además algunas alusiones un poco subidas de tono, en sus versos, seguramente unidas a las represalias de sus enemigos, motivaron que pasara a la historia como inmoral y libertina, a lo cual contribuye el hecho de que no se casó nunca, conociéndosele varios amantes.
Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti, que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol, ni la luna saldría
y las estrellas no emprenderían su viaje nocturno.
......
Tras la separación, ¿habrá medio de unirnos?
¡Ay! Los amantes, todos de sus penas se quejan.
Paso las horas de la cita en el invierno
sobre las ascuas ardientes del deseo,
y cómo no, si estamos separados.
¡Qué pronto me ha traído mi destino lo que temía!
Más las noches pasan, y la separación no se termina,
ni la paciencia me libera, de los grilletes de la añoranza.
¡Que Dios riegue la tierra que sea tu morada,
con lluvias abundantes y copiosas!.
Wallada bin al Mustakfi
Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos;
siento un amor por ti, que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol, ni la luna saldría
y las estrellas no emprenderían su viaje nocturno.
......
Tras la separación, ¿habrá medio de unirnos?
¡Ay! Los amantes, todos de sus penas se quejan.
Paso las horas de la cita en el invierno
sobre las ascuas ardientes del deseo,
y cómo no, si estamos separados.
¡Qué pronto me ha traído mi destino lo que temía!
Más las noches pasan, y la separación no se termina,
ni la paciencia me libera, de los grilletes de la añoranza.
¡Que Dios riegue la tierra que sea tu morada,
con lluvias abundantes y copiosas!.
Wallada bin al Mustakfi
Francisco Masriera y Manovens (España, 1842 - 1902) – Belleza del harén
Arruinada en su fortuna y su crédito, Wallada recorrió la España de los reinos de taifa, quizá también la cristiana, exhibiendo su talento y acaso otorgando sus favores, pero siempre volvió a Ben Abdús, en cuyo palacio acabó viviendo aunque sin casarse con él y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta cumplidos los 80 años. Muriendo el 26 de marzo de 1091, día en que los almorávides entran en Córdoba.
También Ben Zaydun rehizo su vida y su carrera política en Sevilla, a la sombra del feroz Mutamid, padre del rey poeta Mutamid. Vivió muchos años y murió rico y poderoso, quizá remotamente nostálgico o quizá totalmente curado de aquel amor que ya sólo vivía en las antologías poéticas.
Poema hecho en su estancia en Valencia.
Un extranjero en los confines de levante
da gracias a la brisa,
porque lleva su saludo
hasta occidente.
¿Qué mal habrá en que el aliento
de la brisa lleve
un mensaje de amor que envía
un cuerpo al corazón?
También Ben Zaydun rehizo su vida y su carrera política en Sevilla, a la sombra del feroz Mutamid, padre del rey poeta Mutamid. Vivió muchos años y murió rico y poderoso, quizá remotamente nostálgico o quizá totalmente curado de aquel amor que ya sólo vivía en las antologías poéticas.
Poema hecho en su estancia en Valencia.
Un extranjero en los confines de levante
da gracias a la brisa,
porque lleva su saludo
hasta occidente.
¿Qué mal habrá en que el aliento
de la brisa lleve
un mensaje de amor que envía
un cuerpo al corazón?
Ben Zaydun
Atte: JVA... Jeús.
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