Para ti Rom

Your dying Heart by Adrian von Ziegler on Grooveshark

martes, 30 de octubre de 2012

Monedas para Caronte.



Bienvenido. ¿Me temías?
Paga el viaje, no hay espera.
No será esta mi primera
ni mi última travesía.
No te irás, la fantasía
del Dante es un mal comienzo.
Bienvenido. Es el consenso
entregarme dos monedas.
Conduzco la barca, quedas
dueño de un espacio inmenso.

¿Que nos sabes quien soy?
Soy Caronte, el barquero
paseo por las aguas de este rio
eligiendo a quien cruzar
dependiendo de los óbolos
que en tu boca metan en tu funeral.

¿Que no puedes pagar?
a cien años te condeno
a por la orilla vagar
y si por alguna de aquellas
tu deuda quiero olvidar,
no esperes de mi ninguna amabilidad
con un poco de suerte estaré
el camino callado sin ninguna crueldad
más si molestás mis pensamientos, cantaré
todas tus desgracias para toda la eternidad.

No te olvides alma en pena,
yo te llevo al otro lado,
no enfades a Morgana
pues junto a la entrada
está mi can, el cerbero.

yo te dejo en la entrada
del reino de los muertos
de ti depende que Morgana
te guie por los caminos
que los Dioses por ti han resuelto.

JVA... Jeús. Monedas para Caronte.

Viaje por el inframundo

Gustave Moreau - La Parca y el angel de la muerte.



 En el principio de los tiempos el narrador hizo eco de su relatos con el boca a boca de la gente, al ser tan irreverente, fue mandado apresar, y tuvo que buscar un medio para que sus relatos no sobrepasasen cierta cantidad de carácteres bajo pena de que los guardianes que le pusieron en el inframundo se enterasen de las maniobras del narrador y censurasen sus relatos antes de poder sacarlos a traves de sus cuervos amaestrados.
Los secretos del inframundo han de quedarse en el más allá y cualquier infracción es objeto del mayor castigo que podáis imaginar. El narrador tuvo que ingeniárselas para escribir sus crónicas en varios días, en pequeños resúmenes, que luego los trovadores y bardos habrian de dar forma y ampliar los conocimientos que en ellas eran desvelados. Reflejando sobre el papel, los conocimientos que les eran ofrecidos, para así conservasen y pudiesen ser transmitidos a futuras generaciones.

Este es uno de los primeros relatos sacados de las prisiones a las que fue condenado el narrador, basado en el mito que fue pasado de generación en generación para aviso de mortales de "Orfeo y Eurídice" En el cual el narrador nos relata las desventuras y sucesos acaecidos en la búsqueda del amante que perdió a su amada.

La llamada de la Moira ( La Parca):

Su delicado cuerpo, desnudo se derrumbó, se quedó flojo sin fuerzas, laxo. Al mismo tiempo él intenta sujetarla para que no se vaya con los finos hilos que aún los unen en este mundo.

Yace en sus fuertes brazos pálida, la Moira la reclama y el amante maldiciendo, se debate en acompañarla o seguir viviendo como hace dos minutos le había prometido.

Tomando una decisión, con fuerte resolución se dispone a buscar a su amada en los confines del inframundo. Allá donde las almas habitan sin un segundo de reposo, sin conocer los peligros a los que su decisión va a reportarle.


Los Páramos de Skotos:

Dicen las crónicas que esta odisea para buscar a la persona amada perdida, da comienzo siguiendo los pasos del alma muerta por los Páramos de Erebo o Skotos.

Allí el amante observa los miles de recién fallecidos surgir de lo que parecia tierra muerta. Sus almas en pena se niegan a reconocer su nueva situación, al verlo lo desean, lo envidian y lloran, ansiosas de tener la vida que recorre la sangre de sus venas.

Pero el Skoto está cubierto de un cielo encapotado, plomizo sin que filtre ninguna luz de esperanza para estas almas encadenadas por los ávidos traficantes de almas para mercadear con ellas.

El no cae en la trampa. Le vienen a la mente las palabras de la Síbila (Si al rio aqueronte quieres llegar, antes que el barquero recoja a tu amada, obvia a todos los muertos que reclaman tu esencia aunque sean seres queridos para ti).


La barca de Caronte:

Nuestro amante llega a las orillas del Aqueronte, se desanima pues ve decenas de barcas espectrales, pero solo uno de esos barqueros podrá hacer que cruce el rio: Caronte.

Va recorriendo la orilla en su busca, apartando a su paso las almas hostigadas por los traficantes para que embarquen y que sus óbolos enriquezcan a los barqueros.

A lo lejos vislumbra una barca negra como la noche, cargada de reliquias en la cual el barquero niega la subida a las almas que asi lo desean, ayudandose de su pértiga para apartarlas, las almas al reconocerlo retroceden asustadas, saben que puede condenarlas si no disponen para el peaje a vagar por cien años en las orillas del Aqueronte. No se inmuta el barquero, con sus ropajes negros como fauces de lobo oscuras, consumidos y afilados rasgos, está esperando a su cliente, está esperando una buena bolsa y hasta él llega nuestro intrépido viajero del inframundo.

La voz cavernosa de Caronte lo para en seco, su voz de ultratumba le ha paralizado la sangre de las venas, haciéndole sentir un frio atroz. Dioses ¿Que me ocurre? se queja sin esperar respuesta alguna nuestro amante. Caronte pausadamente le niega el viaje, pues aun recuerda el castigo que le impuso "Hades" por llevar al mortal Heracles y hasta para este duro personaje nuestro amante ve como un leve estremecimiento recorre el cuerpo del barquero al recordar el suceso.

Entonces tiene sentimientos (Se daba animos nuestro héroe).

En eso al mirar hacia la barca y fijarse en las reliquias, vislumbra la pulsera que su amada tanto adoraba. Ya sabe a ciencia cierta que el alma de su amada dependió del barquero.

El espiritu se le refuerza, dándole moral pese a quien pese, dispuesto a quitar de enmedio a cualquier cosa que le impida el ir en su busca.

Volvieron a venirle a la mente los consejos de la Sibila y apeló al amor verdadero, penetrando, despertando poco a poco en el muerto corazón de Caronte una chispa de bondad. Permitiéndole este, por fin subir a la barca.

Así observa como Skoto se pierde en el horizonte mientras el barquero le narra el recuerdo del brillo de los ojos del fantasma de su amada, un brillo esmeralda que penetró en la oscura alma de Caronte, llenándola con un pequeño rayo de luz, demostrando que aun queda algo bello dentro de ella.

En eso la barca es zarandeada en medio de la travesia y una horda de espectros la zarandean al sentir al mortal que allí no debería de estar.

Nuesteo héroe destierra la amenaza blandiendo la reliquia de su amada, cuyo resplandor dorado ilumina a Caronte el camino para navegar.



La entrada al Hades:

Caronte llega a la otra orilla, es la orilla del averno, del Hades donde reina el Dios del inframundo el temible "Hades"

Desde la orilla del lago Averno, donde ha desembocado el Aqueronte, observa la barca alejarse saludando al duro Caronte con la zurda, pues la diestra la tiene ocupada con un regalo del propio Caronte: "La flauta de Orfeo"

Pocos, muy pocos han sido los osados y valientes que han llegado a las bocas del infierno, está en la entrada a las grutas del volcán "Avernus" y piensa que aun menos fueron los que regresaron.

Piensa en su amada y ve su cara en su mente. Con resolución se encamina en silencio hacia las grutas, escuchando la jauria de perros del infierno dirigidas por el Can Cerbero como despedazan impías almas con horrendos destinos.

Llueve, es pesada la lluvia, distinque una fila empapada de ánimas que se adentra en el inframundo. Algunas de ellas son devoradas por el Can Cerberos y por el resto de la jauria de sabuesos con mandibulas fuertes y dientes afilados.

En eso Cerberos levanta una de sus tres cabezas dejando de devorar a su víctima y lanza un rugido estremecedor, envidiado por los más fieros leones del Atlas. Acaba de sentir al intépido mortal entrar en sus dominios, empieza una frenética búsqueda, los sabuesos ladran mientras exploran.

Nuestro héroe corre hacia la entrada del Hades, sin aliento desesperado, en un intento vano de escapar del implacable Cerberos y su jauría de perros salvajes. Siendo rodeado notando sus fauces como lo amenazan, nota el aliento de Cerberos acercarse a su garganta, los demas perros hacen presa en su cuerpo, hiriendo, desgarrando musculos.

Yace ya ensangrentado, entregado a su suerte, un último recuerdo a su amada antes que cerberos lo deguelle con sus fauces que ya aprisionan su garganta.

De repente cree oir algo, oh Dioses, ya estoy entre vosotros, es mi entrada a vuestro reino, ya estoy muerto. Pero no, es una música, que cada vez es más nítida en su cerebro, devolviéndole la conciencia.

Abre los ojos y ve algo que le llena de estupefacción y a la vez de esperenza, es el fantasma de Morfeo que vuelve a tocar después de encontrar su flauta. En su interior agradece a Caronte su regalo.

Una vez más, la musica de Orfeo amansa al guardián Cerbero y su jauria, entonces ve una legión de muertos que lo alzan en vilo su maltrecho cuerpo, haciéndole perder la conciencia de nuevo, introduciéndolo en el inframundo.


El juicio de Hades:

Malherido, hecho una piltrafa, va recuperando la consciencia, se encuentra a los pies de Hades, el señor de los infiernos junto al lado de su mujer Perséfone, ambos están sentados en tronos de calaveras y huesos. Lo miran y nuestro héroe nota como un rayo gélido que le atraviesa el alma.

Hades comienza su alegato. " Eres un intruso de mi reino, te has atrevido a alterar el equilibrio existente entre la vida y la muerte. Apelando al capricho del Amor".

" Jajajaja, no sois el primero que lo intenta, maldito amor" dice Hades sonriendo a su reina Perséfone, la cual asiente sonriendo pícara a la mirada de su señor.

"Una vez otorgué a otro mortal el poder encontrar a su amor perdido y el muy idiota lo desaprovechó. ¿ Harás tu lo mismo ?

Nuesteo héroe le ruega a Hades, le implora tal favor, se arrodilla ante el Dios.

Perséfone se levanta, se acerca a él, la ve venir imponente regia, encorva su cuerpo ante ella, Perséfone le coje una mano y la acaricia, percibiendo su frio interior. Diciéndole: " Tenéis heridas inmensas, en el juico de tu alma, imploráis al amor, veo que nunca descansaréis hasta que veais a vuestra amada" Suelta su mano y se dirige a su trono, haciendole un leve movimiento de cabeza a su esposo.

Entonces la cavernosa voz de Hades atronó en la estancia, sentenciando: "Vuestras heridas son profundas y graves, más vuestra empresa es loable, por lo cual viviréis sin ella, o morireis con ella". Al oir la sentencia su cuerpo no aguantó más y se dejo llevar por el sueño...


El reencuentro:

Su conciencia va regresando, oye el fluir del agua, trinos de pájaros, y allá entre los setos del jardín donde se encuentra ve a a su amada, va hacia ella, ella se levanta, lo espera. Ambos están muertos, pero finalmente juntos. Ambos se besan fundidos en un fuerte abrazo.

El bardo cierra el incunable y observa a sus oyentes. Esperando algún comentario, y dejando para otro momento el continuar los relatos del narrador cautivo en el inframundo.

Atte: Jeús... El viaje por el inframundo.

Hades Dios del inframundo.

Hades y Cerberos

Aunque no exista plegaria que me aplaque, no soy un Dios maligno. En los infierno se juzga la vida de los que han muerto y en función de ella decido su destino:
El Eliseo es el premio para las almas buenas y el Tártaro para las malas.
Mi versión Romana es Plutón, aún mas benigno por que estos romanos consideraban que proporcionaba las riquezas del mundo.

Soy el hijo mayor del Titán Cronos y de la Titánide Rea. Mis hermanos son: Zeus, Poseidón, Hera, Deméter y Hestia.

Soy el Dios del inframundo, y mi arma preferida es un cetro de dos puntas, que uso para destrozar todo lo que se cruce en mi camino y con el cual conduzco a las almas de los muertos hasta el mundo inferior.

Mi reino subterraneo, es llamado por vosotros los mortales como yo: "Hades" y la entrada a dicho reino está siempre resguardada por mi fiel can "Cerberos" mi perro de tres cabezas y cola de serpiente. Mi reino se divide en dos regiones: Erebo, donde los muertos entran en cuanto mueren, y el Tártaro, la región más profunda.

Siniestros rios separan el mundo subterraneo del mundo superior, son cinco:

Aqueronte._ ( El rio de la pena y la congoja)

Cocito._ (Lamentaciones)

Flegelonte._ (Fuego)

Lete._ (Olvido)

Estigia.- (Odio)

Son los rios sobre los que incluso los dioses juraban, en los que Aquiles fue sumergido para hacerlo invencible en las aguas del Estigia.

Siendo El Aqueronte el que forma la frontera entre los mundos superior e inferior y mi fiel amigo, el anciano barquero Caronte conduce a las almas de los muertos a traves de sus aguas, no sin antes reclamar su pago que consiste en una moneda que los amigos o familiares deben poner sobre los ojos o en la boca del cadaver.

Mi nombre "Hades" hais o haides significa "invisible" y también "aquél que vuelve invisibles a los demás".

Allí abajo, en mi reino, está absolutamente prohibido mirarme a la cara igual que a mi amada Perséfone. Quién transgrede esta prohibición se vuelve a su vez, invisible.

Poseo también un casco que le otorga la invisibilidad a quien lo porte el cual en ocasiones lo presto a mortales y a Dioses.

Dispongo de un carro oscuro tirado por cuatro caballos negros como el Carbón impresionantes y pavorosos.

Estoy casado con Perséfone, de nuestra unión no hay descendencia.

Las malas lenguas dicen que tuve dos infidelidades conyugales, ( No hagáis caso, fueron más pero yo siempre lo he negado jajajaja)
una fue con la deliciosa ninfa Mente, la cual en un ataque de celos la transformó mi esposa en la planta de la mente y la otra más famosa fue con la bella hija del Océano; Leuce.

JVA ... Jeús

Reina de Sodoma


Marcel Nino Pajot.


En las remotas salas de los desiertos
y en los pasillos vacios de los sordos
hoy se reunen los fantasmas,
hoy se reunen bajo máscaras divertidas

Hoy se entrelazan con flores vivas
en baile como huracán enloquecido
es su día, es el dia de las ánimas
vagan como dragones por los brazos de la luna
danzando entre jarrones y porcelanas chinas.

La antorcha fue encendida
me revolvia, queria despertar de un sueño.
y el laud donde las cadenas de la entrada
confirmaba un nombre extraño.

Mazurkas rápido!...
Un grito se escuchó, y tras frenética carcajada
me encontré bailando con una ciudadana de Sodoma
torbellino de emociones, rio de sensaciones en cascada,
mi corazón estaba triste, pues ellá se rió como una dama
pareciéndome extrañamente familiar.

Rezé para que fuera un sueño
Quitaté la máscara! me dijo...
Pues es posible que en ti reconozca a mi hermano
y he venido a bailar desde el purgatorio con mi dueño

Bajando y girando la cabeza
me recordó la historia antigua,
de su boca la oí una vez más.
Ella recordó a los concurridos
el porqué de este baile infernal
vengo en busca de un hombre...

Su voz cada vez más familiar...
Temblaba,
yo queria despertar.
Sudaba
imploraba que no fuera realidad.
Atronaba,
su voz en la sala...

... Y creo por lo que me dicen mis súdbitos
y por las máscaras, iguales, repetidas todos los años igual.
Este, desde que espero, tu eres la novedad.
por eso creo que te conozco...
A mi dueño me vengo a llevar.
Yo, la reina de Sodoma...

Pero...
Atronó su voz en la sala,
no es el que buscamos.
Equivocada una vez más.

Dijo esto al volverse hacia mi bajando la cabeza
cojí su barbilla y le alzé su cara,
viendo una lágrima y su sonrisa
bella y joven, como yo la recordaba
busqué sus ojos, pero los rehuyó,
no cumpliendo con mi mirada

Bailamos como abrazados por dragones
por los brazos de la luna
danzando entre jarrones
y porcelanas chinas.

De repente en la ventana
nos fundimos en un fuerte abrazo
nos pegamos y deseamos
levantando las dormidas pasiones
sus labios frios como el hielo
se derritieron a mi contacto.

Se separó de mi, apartó su vientre
de mi tentadora serpiente
viendo como se iba flotando la luna
dejando paso la noche
a la aurora de la mañana,
vimos como se hacia de día.

Se quitó la máscara y me miró a los ojos
¡Oh Dios como me acuerdo de aquel dia!
la misma canción
el mismo deseo ardiente
como si fuese ayer,
me acuerdo, me acuerdo...
De su temblor de sexualidad salvaje.

Me susurró suave, insinuante

¡Levántate!
Levántate por la vida,
por el dolor y la felicidad
y vete...

Hoy yo no te he visto
hoy no te he encotrado
mi viaje a sido en vano
pues a ti yo te he amado

Se acercó,
me besó
y en el oido me dijo
se despide de ti,
tu amada...

La muerte...

JVA... Jeús ♥

PD...

He aprendido mucho en este momento oculto,
pero mi juramento terrible, no se romperá.
Reine, la reina, ya veis, soy un prisionero,
Toma mi cuerpo, toma mi alma!
Soy todo tuyo...
Mi amada..


Mi Caperucitto Rosso. "In Memorian"



Al otro lado de este bosque inmenso
te espera el mundo. Todo lo que has visto
sólo en tus sueños,
tiene que esperarte
al otro lado de este bosque. 

Es hora de ponerte en camino,
dejar atrás todo lo que me contaste
aunque el viaje te lleve 
varios años de tu vida.
debes dejar tus miedos 

De pronto, escuchas aullar la voz de siempre,
la que siempre ha logrado detenerte:

"Al lado de este bosque, niña,
sólo espera la casa en la que tu mueres". 
No te desvies niña sigue recto tu camino
y cruza a la otra parte del bosque.

¿Porque no le hiciste como siempre a tu conciencia caso?
¿porque no te quedaste a la otra parte del bosque ?
Preferiste desviarte sabiendo tu camino
y como Ophelia elejiste  tu destino.

Jeús


In Memorian de Alessandra Montermini, encontrada flotando en las aguas ligures el martes 23 de Octubre del 2012.


sábado, 18 de agosto de 2012

Silent Moon by Adrian von Ziegler on Grooveshark 
Imagen: Titulo: El Amor del Ángel, Escultura. Técnica: Realizada en cerámica esmaltada, Pieza Única. Autor: Raquel Sueldo.
 Que bonito es el amor
y le doy gracias a Dios primero
por haberme amado tanto
por poder decirte que te quiero
y entregarte a ti mi cielo
mi corazón entero.
Jamás creí ser un poeta, nunca lo fui, sólo soy humano, el poeta no resplandece, el poeta no es inmortal, el poeta no es maravilloso, sólo fui humano. No puedo escribir poemas. Algo bloquea mi mente, me impide pensar con claridad, se alojó en mi hace unos dias, y se está metiendo poco a poco dentro de mi.
Me come, se vienen tantas cosas que quiero decirte, pero lo intento y no puedo, no encuentro las palabras que tu me povocabas regalarte, pues desde aquel día, aquello que me dijiste, dispara mis sentimientos y bloquea mi mente. Soy un ser humano que usaba las palabras para... Agradarte, amarte y hacerte feliz. Ahora, las uso y no se para que las uso, perdí el sentido de la belleza sin ti.  Intento hacerlo, se bloquea mi mente, me falta la inspiración, llegando a la conclusión que no puedo escribir poemas sin ti. No sé si es la tristeza, siento como que algo murió dentro de mi, vuelvo a intentarlo, tratando de darle tu forma tratando de esbozarlo pero simplemente, finalmente no puedo. Debería de dejar libre mi mente, libre de volver a pensar lo que quiera y a no bloquearme al pensar... ¿En ti..? Si... Tu eres mi musa, a la que dedicaba todo lo que escribia. Desde que te fuiste no he reposado tranquilamente. Tus negras pupilas me miran, me reclaman. Tus labios... ¡Me besan sin ti! Tus manos... ¡Acarician sin tocarme! Tus palabras...¡Me aman sin hablarme! Tu esencia...¡Está dentro de mi! ¿Como fue que te convertiste en eso que me tiene tan angustiado y nervioso? ¿Como entraste en las penumbras que rodean a los hombres solitarios? No puedo responderlo, solo se que te extraño, y mis palabras carecen de significado si no son para ti. No soy poeta, solo, como te dije al principio, soy un humano enamorado de ti.
Jeús para su cielo. Te extraño

viernes, 8 de junio de 2012

MENDIGO DE UN AMOR

 Sergey Kustarev


Entregado a recorrer mundos
vestido de aromas para la ocasión
versionando facetas que te dieran valor
siempre solo como una maldición.

Dolorido, de alma en pena
arrepentido de tanto rencor
extiendes tu mano en lluvia
recoges rechazo y nada de perdón

¿Que debo hacer para encontrar amor?

Insistes en encontrar fortaleza
alguna vez tendrás suerte en acción
nadie nota que es lo que quieres amigo
no sigas entregando el corazón
eres un bravo, y tu alma fustigo

A ciegas obsequias tu esencia
con sonrisas fugaces sin mostrar temor
has dejado tantas huellas en intentos fallidos
tu corazon entregaste regalaste sus latidos
que para encontrarte, sextante es lo mejor

Y así sigues, te haces mayor y se te pasa la vida
pidiendo,rogando rezando en silencio
así mismo se te acaba el tiempo
andando en arenas sin dejarte un amor, ver la salida


 
 Jeús... ♥ AMUNT ♥


¡SI ME DEJARAS BESARTE EL ALMA!



En un año que nos conocemos
apaleado como perro callejero
lo que nos quedó barremos
y a lamer mis heridas me retiro
pues dices que juego fue cuando nos besamos
maldita sea, por ello aún suspiro.

De tus labios salió una triste palabra
¡Pelele! eso me llamaste
dolió como navaja clavada rastrera
no lo imaginé jamas de ti, oirte.
Si yo solo queria de ti amarte

Pues si me hubieras dejado descubrir tu esencia
si me hubieras dejado penetrar tu alma
hubiera llegado hasta tu cama
hubiera desnudado, primero tus secretos,
y atrapados en un dulce beso
con cariño los dejaría en el suelo

Hubiera encontrado en tu mirada
lo que escondian tus silencios.
Hubiera arrancado tus recuerdos
con el calor de mi cuerpo.
Hubiese rozado tus pensamientos
con las yemas de mis dedos
¡Tan solo si me hubieras dejado!
¡Si me hubieras dejado besarte el alma!


Sería el duende de tus poemas
Sería el fuego de tus venas,
El que apretado contra tu cuerpo
te arrancó el grito de las entrañas.
Te amaría hasta el cansancio,
te amaría sin futuros ni mañanas.
¡Solo te amaría!
¡Si me dejaras…!
¡Si me dejaras besarte el alma!

Pero no, todo fue un simple juego
heché mis dados, pasamos el rato
apagamos nuestro fuego
y me voy con el corazón roto.

¡Si me dejaras!

¡SI ME DEJARAS BESARTE EL ALMA CRISTO!

De Jeús a una Quimera

miércoles, 6 de junio de 2012

Romance de una quimera ( Juán Larrosa )



Silent Moon by Adrian von Ziegler on Grooveshark


"
ROMANCE D UNA QUIMERA (J.L.)

.
"La tarde le regaló cuando ya se iba
un párvulo amante que la sedujo.
Tan bella la Luna iluminó distraida
la sonrisa que el halago produjo
un hombre que fué el amor de su vida."
...
"Le puso alas de gavinas a sus sueños
y liberó su ansiada ilusión.
No imaginó en su infecundo empeño,
que su embozo fue cicerón
el dia que a su corazón le puso dueño."
...
"Una guerra llamó al hombre aquel
y acudió en su patria ungido.
Se fué al sur con su amor en dosel,
confiado y protegido...
El soldado prometió victorioso volver"
...
"Con su corazón de amor eterno
ella iba a su muelle cercano.
Miraba el rio imaginando infierno.
Miraba el horizonte lejano
mendigando esperanza al cielo"
...
"Su tristeza entregó las alas al destino
y le dejó el cielo a los pájaros...
Caminó sólo por donde hay camino
y abandonó imaginarios atajos
por donde él se fué... Y jamás vino."
...
"Una tarde cernida de cansancio
llegó a su altar, el muelle...
y mirando sin mirar al cielo rancio
concibió al río en retrete...
Ahogó su esperanza y se fué despacio"
...
"Esa noche sin poción ni remedio,
escribió en un ajado papel:
-Me voy para olvidar este tedio
estaré hoy mismo con él-
y volvió al muelle y nadó hasta el cielo."
...
"Quimera y romance maltrecho
un sudario de amor han tejido.
Velos de escarcha helaron su lecho.
Ataviados recuerdos ha lucido,
como un jabot de dolor en el pecho."
...
"Infausto Amor de corazón fuerte,
que en su trágico designio yace,
sigue latiendo al entregarse en muerte.
Comienza el mito apenas nace,
para ser amor perpetuo apenas muere."
.
"Reseña de un Amor en 1982...
Dedicado a Isabel y a su novio que murió en Malvinas."
Juán Larrosa

Gracias Juán por tan bello regalo, un abrazo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Ailein Duinn ("Alan de pelo castaño") 1788


Ailein Duinn by Celtic Spirit on Grooveshark

Ailein Duinn ("Alan de pelo castaño")

Cuenta la historia que Annag
estaba prometida para casarse con Alain, un marinero,
pero antes de casarse Alain debía hacer un viaje,
viaje del que nunca regresó
pues su barco en una gran tempestad naufragó,
con los días el mar regresó el cuerpo de Alain a la playa,
Cuenta la historia que Annag desolada por la pérdida de su amor
cada día pasaba sus horas junto al mar en aquella playa
donde fue encontrado Alain,
la gente decía que se la escuchaba cantar una letanía,
un lamento al mar por arrebatarle a quien más quería .
 
Annag al poco tiempo murió de tristeza ,
y fue encontrada en aquella misma playa .
Entre sus prendas encontraron una carta
con la letra de este lamento de amor que ella escribió a Alain
y que hasta hoy es escuchada,
un clásico de la música celta desde ese entonces.

Escrita en 1788 en gaélico antiguo.

Gura mise tha fo éislean
Moch sa mhaduinn is mi g'éirigh
Ò hì shiùbhlainn leat
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Ailein Duinn, ò hì shiùbhlainn leat

Ma 'se cluasag dhut a' ghainneamh
Ma 'se leabaidh dhut an fheamainn
Ò hì shiùbhlainn leat
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Ailein Duinn, ò hì shiùbhlainn leat.
Ma 's e 'n cluasag dhuit a ghaineamh
Ma 's e leabaidh dhut an gheamainn
Ma 's e 'n t-iasg do choinlean geala
Ma 's e na ròin do luchd-faire
Dh'òlainn deoch ge b' oil le càch e
De dh'fhuil do choim 's tu 'n déidh do bhathadh

Traducción:
Qué apenada estoy
Al levantarme por la mañana temprano
Coro (tras cada verso): Ò hì, iría contigo
Hì ri bhò hò ru bhì
Hì ri bhò hò rinn o ho
Alan de pelo castaño, ò hì, iría contigo
Si es la arena tu almohada
Si son las algas tu cama
Si son los peces la luz de tus velas
Si son las focas tus vigilantes
Yo bebería, aunque todos lo aborrecieran,
La sangre de tu corazón, después de que te ahogaras


Versión excelente de Trobar de Morte

jueves, 17 de mayo de 2012

Las grandes horas de Ana de Bretaña.



Torre Salvana by Ordo Funebris on Grooveshark


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII.

Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos…



Ana de Bretaña (Nantes, 25 de enero de 1477 - 9 de enero de 1514) fue duquesa titular de Bretaña y por dos veces reina consorte de Francia.
 

Ana nació en Nantes, en el ducado de Bretaña, como hija y única heredera del duque Francisco II de Bretaña. Su madre era la infanta navarra Margarita de Foix.
Matrimonios e hijos

Tras invadir el rey Carlos VIII de Francia el ducado, fue forzada a casarse con él firmando un pacto por el que, en caso de no tener ningún hijo, debía casarse con el siguiente heredero al trono francés. Con Carlos, Ana tuvo cuatro hijos, pero todos ellos murieron a muy temprana edad. Ellos fueron:
Carlos Rolando de Valois (1492-1495); Delfín.
Carlos de Valois (1496); Delfín.
Francisco de Valois (1497-1498); Delfín.
Ana de Valois (1498).
Cuando Carlos murió en 1498, en un torneo, Ana se casó nuevamente, esta vez con Luis de Orleans, primo de Carlos, y heredero del trono, bajo el nombre de Luis XII.
Para casarse con Ana, Luis pidió al papa Alejandro VI que anulara su boda con Juana de Francia, hermana de Carlos. 


Ana de Bretaña tuvo dos hijas con Luis:
Claudia de Valois (1499-1524), que fue reina consorte de Francisco I de Francia.
Renata de Valois (1510 - 1575), que fue su heredera y contrajo matrimonio con Hércules II de Este, duque de Ferrara, y se convirtió en duquesa de Chartres.
Ana creó el magnífico Libro de las Horas y murió en la ciudad de Blois.




Descripción:
Edición Facsímil realizada por Club Bibliófilo Versol que lleva por título Libro de Horas de la reina Ana de Bretaña se ha realizado a partir de Le Livre d'Heures de la Reine Anne de Bretagne editada por H.L.Curmer, París 1861, réplica del manuscrito original conservado en la Biblioteca nacional de París con el nombre de Les Grandes Heures D'anne de Bretagne, con la signatura Lat.9474. Edición de 575 ejemplares, cretificados y numerados. Ejemplar Nº 145. Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII. Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos. La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la huída a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio. Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos, las alas de los ángeles. Destaca también la inusual originalidad del calendario, que no se limita a pequeñas escenas marginales, sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos. El incomparable herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en un libro de horas sin igual. Los márgenes de este códice revelan todo un tratado de botánica que incluye más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este auténtico herbario está además poblado de insectos y pequeños animales que, con sus vivos colores, acentúan la belleza y originalidad de cada miniatura. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica. El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis IX, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento. Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Su belleza conquistó después a Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872. Hoy es una de las joyas más preciadas de la Bibliothèque nationale de France. No en vano los historiadores del arte consideran las Grandes Horas de Ana de Bretaña como uno de los libros de horas más excepcionales que existen. N° de ref. de la librería anaXVIF





La Duquesa Ana, entre su Santas Patronas, extraído del Gran Libro de las Horas de Ana de Bretaña.



Carlos VIII de Francia


Boda entre Carlos VIII y Ana de Bretaña, pintura de Saint Evre Guillot










Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII.
Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos…


Luis XII,de marrón, y la reina, sentada en el suelo con su hija Claudia.



Caracteristicas del Libro de Horas de Ana de Bretaña:
 

Realizado por Jean Bourdichon entre 1503 y 1508, el códice original perteneció al antiguo fondo real. Cautivó a Luis XIV, quien seducido por sus pinturas y por la flora extraordinaria que decora los márgenes del texto, lo conservó en el Gabinete de Curiosidades del Castillo de Versalles. El éxito del manuscrito era tal, que no escapó a la avidez coleccionista de Napoleón III, quien lo incorporó a la biblioteca Imperial del efímero “Museo Napoleón” -antes y después “Museo del Louvre”- donde estuvo expuesto desde 1852 a 1872. Hoy está considerado uno de los manuscritos más bellos y populares del mundo.
Como si se tratase del Alfa y el Omega de otros códices de distinto significado, al principio del manuscrito, en el folio 1v, se representa la inicial "A" con la corona de la reina Ana de Bretaña exquisitamente realizada a pincel, de color púrpura sobre fondo violeta, flanqueada por el escudo de Francia y de Bretaña. Y al final, en el folio 238, figura la letra "L", así mismo coronada, perteneciente al rey Luis XII. Esta inicial se representa rodeada de una bellísima cordelería en negro, representando un artístico monograma rodeando la divisa de la reina Ana: "Non mudera".

Continúa con una página doble enfrentada (ff 2v-3r) representando a la reina postrada en oración acompañada por las santas Margarita: símbolo de su amor a Dios, Santa Ana, patrona de Bretaña: símbolo de su amor a la patria y Santa Úrsula: símbolo de su pasión por las ciencias. Sus tres principales virtudes.

No menos interesantes son las 2 miniaturas pertenecientes al Calendario, o las dedicadas a los cuatro evangelistas, a los pasajes de la Biblia y a los Santos, hasta un total de 62, de gran formato y a toda página. Pintadas sobre fondo negro, resaltan la belleza de sus colores, la perfección de su factura y la hábil colocación de los oros y platas.

Pero la merecida fama de este códice no sólo se debe a las incomparables miniaturas, sino también al herbario encerrado en sus páginas: existen otras 336 a modo de orlas que ocupan más de la mitad de la página en 52 de ellas y un tercio en el resto. Realizadas sobre un fondo de oro y con un singular realismo, se trata de un auténtico estudio botánico muy avanzado para la época; pues las plantas están perfectamente catalogadas con sus nombres populares y científicos, casi todas muy útiles a la medicina como posteriormente quedaría demostrado por los investigadores sobre la materia.
Sobre las verdes hojas de una acelga (Beta vulgaris, pág. 434), o los pétalos de una orquídea (Orchis laxiflora, pág. 132), o las flores de un melocotonero (Prunus persica, pág. 86), el miniaturista ha recreado una serie de insectos de vivísimos colores que aumentan el efectismo plástico de las mismas. Los insectos, muchos de ellos perfectamente reconocibles, parecen puesto a capricho; pero el autor de las miniaturas coloca siempre el mismo tipo de insectos sobre la misma familia de plantas. Francisco I de Francia decía que "las ricas flores, árboles y plantas, todas diferentes y reales pobladas de insectos de bellos colores hacían del libro el más bello de su biblioteca".
La fotografía para la realización del facsímil "Libro de Horas de la reina Ana de Bretaña" no ha sido tomada del Códice Lat. 9474. Biblioteca Nacional de Francia, París, sino de su copia litográfica realizada por Curmer en 1861, única manera de sacar a la luz esta joya universal.










Las Grandes Horas de Ana de Bretaña:
La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la huída a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio.
Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos, las alas de los ángeles…Destaca también la inusual originalidad del calendario, que no se limita a pequeñas escenas marginales, sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos.
El incomparable herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en un libro de horas sin igual. Los márgenes de este códice revelan todo un tratado de botánica que incluye más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este auténtico herbario está además poblado de insectos y pequeños animales que, con sus vivos colores, acentúan la belleza y originalidad de cada miniatura. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica.
El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis IX, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento.
Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Su belleza conquistó después a Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872. Hoy es una de las joyas más preciadas de la Bibliothèque nationale de France. No en vano los historiadores del arte consideran las Grandes Horas de Ana de Bretaña como uno de los libros de horas más excepcionales que existen.


Libro de horas:
Contenido.-
Un Libro de horas (también denominado Horarium; Livre d'heures [livr 'dœr]) es uno de los más comunes manuscritos iluminados de la Edad Media. Cada libro de horas es único, debido a que es un manuscrito elaborado en exclusiva para una persona en concreto (generalmente de la nobleza), este tipo de documento suele contener textos de rezos, salmos, así como abundantes iluminaciones, todo ello haciendo siempre referencia a la devoción cristiana.
En su forma originaria, un libro de horas debería contener un contenido texto agrupado para cada hora litúrgica del día, este es el origen del nombre dado este tipo de manuscrito. Pero, sin embargo a lo largo del tiempo se fue enriqueciendo con otras añadiduras útiles, como calendarios (tanto seculares como religiosos). Generalmente lo que se suele denominar como libro de horas es un breviario, el libro contiene además una liturgia recitada en los monasterios; los libros de horas fueron compuestos para aquellas personas de la nobleza que deseaban incorporar los elementos del la vida monástica en su vida cotidiana. Los textos incluidos se centran tanto en la recitación como en el canto de un número de salmos, que puede ser ejecutado por un conjunto de rezantes.
Una copia posterior del 1470 de un libro de horas.
Un libro típico de horas contiene:
Las Horas Marianas (denominadas también Oficios de veneración a la Virgen María), que incluye los quince Salmos de Grados;
El Oficio de los Muertos, que incluye los siete Salmos penitenciales;
La Letanía de los Santos
La mayoría de los libros empiezan con estos contenidos básicos, y es expandido por una serie de rezos y devociones.
Muchos de los libros de horas están abudantemente iluminados, todos ellos forman un apartado importante del archivo histórico de la vida de los siglos XV y XVI así como una fuente de iconografía del cristianismo medieval. A finales del siglo XV se empezaron a imprimir diversos libros de horas con ilustraciones xilografiadas.
Estos libros eran leídos en diversas horas del día: 
La aurora (laudes).
Las siete de la mañana (prima).
3 de la tarde (tercia).
Anochecer (la víspera) . 
Completa (noche)

Horas Canónicas:

  • Maitines. Se rezan poco después de la media noche; se trata de la primera oración del día.
  • Laudes. Durante el amanecer.
  • Prima. Hereda su nombre de la denominación en el Imperio Romano. La oración es la tercera según las horas canónicas, pero tiene lugar pasada una hora de haber salido el sol.
  • Tercia.
  • Sexta.
  • Nona.
  • Vísperas. Antes de ponerse el sol. Junto con los maitines y los laudes constituyen las horas mayores.
  • Completas. Surgen como una repetición de las vísperas, y se celebran poco antes de ir a dormir.
Los relojes de la Edad Media con frecuencia marcan las divisiones del día según las horas de rezo. A estos instrumentos se les denomina relojes de misa.





Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 36v


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Sebastián, f. 175v

La leyenda cuenta que san Sebastián llegó a convertirse en capitán de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano. Sin embargo, cuando se descubrió que era cristiano, los arqueros lo asaetearon. A pesar del martirio, el maestro Bourdichon ha representado al santo expresando gran serenidad y confiando en el triunfo de la fe sobre el sufrimiento físico. De ahí que alce la mirada hacia el cielo. Contribuye a esta serenidad, el plácido paisaje marítimo que enmarca la escena.
A mediados del siglo XV fue imponiéndose el tipo juvenil para representar al santo, mostrándolo con el torso desnudo en el momento del martirio, como en el Libro de oraciones de Carlos el Calvo (f. 29r) o prácticamente sin ropaje, como en una miniatura, de hacia 1440, del Maestro de los Privilegios de Gante (Baltimore, The Walters Art Gallery, W. 719, f. 134r.). De hecho, en el Renacimiento italiano, la forma más frecuente de representarlo fue casi sin ropaje, como en esta escena.
Durante la Edad Media, san Sebastián gozó de una popularidad inmensa, que provenía del poder que se le atribuía contra la peste, en una época en que las epidemias diezmaban la población. Su patronazgo contra esta enfermedad se debe a su intervención durante la peste que asoló Roma en el año 680. A partir de entonces, y siguiendo el ejemplo de los romanos, se le invocaría contra esta afección.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 201v


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Las Grandes Horas de Ana de Bretaña


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anunciación, f. 26v

El maestro Bourdichon ha pintado la imagen de la Virgen con una finura y una delicadeza exquisitas. María aparece leyendo el salterio en un oratorio de estilo renacentista. La fuente pictórica de su interior se encuentra en la obra de Jean Pucelle, cuando el arcángel Gabriel aparece para anunciarle la Buena Nueva. El Espíritu Santo en forma de Paloma planea en el centro de la composición.
La representación en primer plano y hasta las rodillas, habitual en la mayoría de las imágenes de personas del manuscrito, dota a las figuras una gran fuerza visual que las aproxima al espectador, logrando intensificar su meditación sobre el hecho representado en consonancia con el texto. Las alas verdes del ángel son de una originalidad y una belleza extraordinarias.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Natividad, f. 51v

Una de las escenas nocturnas más impresionantes no sólo de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, sino de la totalidad de manuscritos iluminados en Europa durante toda la Edad Media, como han puesto de manifiesto los historiadores del arte.
La iluminación de esta escena nocturna es de una gran complejidad y enorme habilidad llenas de significado. Los rayos de la estrella de Belén se filtran entre las grietas del dañado tejado del establo donde ha nacido el Hijo de Dios. La linterna que sostiene José, vestido a modo de peregrino medieval, tan sólo ilumina su rostro; su luz se ve eclipsada por la claridad que emana de la figura del recién nacido que llega a iluminar incluso a la Virgen, tanto en sentido físico como figurado. Bourdichon muestra claramente cuál va a ser el papel que representará el nacimiento de Jesús en la historia del mundo.
La riqueza de fuentes iconográficas utilizadas por Bourdichon es evidente en esta escena: el motivo del Niño yaciendo desnudo en el suelo y de quien irradia luz procede de las Revelaciones de santa Brígida de Suecia, cuyas primeras representaciones datan de principios del siglo XV, continuando en la obra de Hugo van der Goes y de Gérard David. Los pastores, en segundo plano, el buey y la mula, en primero, son los testigos de esta escena; son los símbolos de las iglesias paganas y de los judíos, que se funden en el cristianismo.
En el marco de oro que rodea la imagen aparece una solemne inscripción: “Un niño ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anunciación, f. 26v

Las primeras luces del alba empiezan a iluminar un paisaje rocoso por el que ya cabalgan los soldados de Herodes, encargados de exterminar a todos los niños menores de un año. La Sagrada Familia huye a Egipto para proteger a Jesús. Sin embargo, los rostros de los tres personajes, incluso el del asno que transporta a la Virgen y al Niño, expresan una dulzura y una suavidad conmovedoras. El Niño juega con una manzana, fruto esférico que puede simbolizar su reinado universal.
Esta pintura demuestra el talento magistral de Jean Bourdichon. La composición, con la Virgen con el Niño en su regazo en primer plano y las montañas rocosas al fondo, recuerda a la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci.
El maestro Bourdichon realza los pliegues del manto de la Virgen con sus inconfundibles toques de oro.
Esta escena también recoge, en el último plano, la matanza de los Inocentes y, en el intermedio, una representación de la leyenda tardomedieval del «Milagro de la cosecha de trigo», que se popularizó en la pintura flamenca durante los siglos XV y XVI.
La leyenda cuenta que María le rogó a un granjero que contase a los soldados que los perseguían que mientras él estaba sembrando había visto pasar a una familia. A continuación, el campo de trigo empezó a crecer hasta alcanzar una altura que ocultaba a los fugitivos. De este modo, al hablar con el granjero los soldados abandonaron su persecución, ya que concluyeron que debía de hacer mucho tiempo que los fugitivos habían cruzado aquel campo, ya tan crecido.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El martirio de los 10.000, f. 177v

Una legión de soldados tebanos, comandados por san Mauricio, luchaba en las Galias contra los rebeldes. El emperador Maximiano, con el que se habían reunido al cruzar los Alpes, ordenó un sacrificio general a los dioses paganos. No obstante, los soldados tebanos se negaron a realizarlo, por lo que el emperador, enfurecido, ordenó que toda la legión fuera diezmada mediante diversos suplicios. Muchos fueron crucificados, igual que Cristo.
El maestro Bourdichon ha sabido representar en esta escena el horror y la crueldad del episodio.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Anuncio a los pastores, f. 58v

La pintura, rodeada por un simple marco de oro plano en cuyos laterales inferior y derecho se lee: «anv[n]cio · vobis · gavdiv[m] · magnv[m] · q[ui]a · hodie · nat[us] · est · /salvator · mv[n]di», muestra, en primer plano, a tres pastores alrededor de una fogata. El pintor, Jean Bourdichon, muestra los distintos estados, temporales y psicológicos, de cada uno: uno de los pastores señala la aparición que tiene lugar encima de ellos; el de la derecha deja de tocar la cornamusa para mirar la aparición y, como su luz es cegadora, utiliza la diestra de pantalla; el tercero se arrodilla y separa sus manos en señal de sorpresa; si no fuera por los gestos de brazos y manos, se consigue, con el resto del cuerpo un efecto de simetría quiástica. En segundo plano, un rebaño de ovejas. Seguidamente, dos pastores mirando a lo alto y mostrando distintas formas de reaccionar ante la visión: el de la izquierda extiende una de sus manos; el de la derecha protege su rostro con su brazo. Detrás, Belén, bajo el aspecto de gran ciudad fortificada, y, a la derecha, otros dos pastores, que, junto a una hoguera, guardan el ganado y comienzan a darse cuenta de la aparición del ángel, como se aprecia por sus cabezas levantadas y el brazo en alto para resguardar su cara de uno de ellos. El paisaje se cierra con masas rocosas, montes y ciudades al fondo. En la parte superior central, un ángel vestido de blanco sobre un espacio dorado descorre el cielo –apreciándose los pliegues de tal acto como pliegues nubosos– y, dirigiéndose a los pastores, señala hacia Belén. Debe destacarse el cuidado exquisito con que Jean Bourdichon trata los rasgos de los pastores, rudos pero nobles, nunca caricaturescos, así como el cuidado de la luz, que establece dos focos lumínicos: el inferior, dado por la hoguera, cuyo resplandor se refleja gradualmente en los cuerpos de los tres pastores y el superior del ángel, cuya luz baña los rostros de los pastores del primer plano y los cuerpos de los del segundo. Otro aspecto notable es la representación de diversas texturas: el vellón de la piel de las ovejas, los distintos tipos de telas y las pieles curtidas de los pastores en contraste con la tez suave del ángel. Asimismo, el estudio espacial es totalmente convincente: tomando un punto de vista un poco más alto que el del hombre del primer plano que señala al cielo, da la impresión de que el espectador forma parte de la escena, yendo la vista, lentamente, al segundo plano, con los pastores que están de pie, que a su vez conducen directamente a la visión angélica. De esta forma, Jean Bourdichon maneja la psicología visual del espectador, llevándolo gradualmente a la sorpresa de la aparición celeste.
El anuncio a los pastores es la primera epifanía; su imagen es la del pueblo judío a quien se le dio primero la noticia del nacimiento de Cristo. Asimismo, también debe verse, según los Padres de la Iglesia, un tipo de los futuros sacerdotes velando por los fieles contra los peligros del mundo; de esta forma, el resplandor que vieron los pastores es la gracia que se derrama sobre los sacerdotes que han cumplido bien su cometido.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
f. 175v

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
La visión de san Huberto, f. 191v

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña nos descubren al patrón de los cazadores en un momento en el que una visión lo “cura” de su pasión profana y le hace decidir entregarse en cuerpo y alma al servicio de Dios. Huberto dedicaba todo su tiempo a fiestas y deportes y había abandonado los deberes religiosos. Un Viernes Santo salió de cacería, pero de repente, el venado que perseguía se detuvo y entre sus astas apareció una Cruz luminosa que sobrecogió al futuro santo. Un ángel desciende del cielo para entregarle una estola, ornamento sacerdotal que simboliza su nueva vocación.
En la escena que ha pintado Jean Bourdichon, el futuro obispo de Lieja viste un elegante traje de caza perteneciente a la época de Luis XII. Bourdichon ha representado con gran acierto los perros que participaban en las cacerías; al fondo, su compañero, a caballo, como testigo del milagro, observa la escena.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Lucas presentando el retrato de la Virgen, f. 19v

El evangelista que mejor ha dado a conocer a la Virgen María ha sido representado mostrando un retrato de la Madre de Dios. De hecho, ya desde una fecha posterior al año 600, se ha creído que este evangelista era también pintor; la tradición sostiene incluso que pintó un retrato de la Virgen y este es el momento que Gérard Horenbout escogió para representar al evangelista en el Libro de horas de Juana I de Castilla (f. 12v).
A su derecha aparece el toro, su animal emblemático.
El decorativo de arquitectura, al estilo italiano, deriva, en las Grandes Horas de Ana de Bretaña scaena frons romana, motivo utilizado en los retratos de autor para aumentar el esplendor decorativo de la pintura y la importancia del personaje.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
San Mateo escribiendo, f. 21v

San Mateo aparece en la intimidad de un gabinete de trabajo del siglo XVI, concentrado en la escritura. El hombre de aspecto angelical que siempre le acompaña, símbolo de este evangelista, o el ángel, como en esta imagen, le presenta un libro abierto e ilustra la idea de que las palabras de Mateo están inspiradas por Dios. Este ser andrógino, con vestidura blanca, que acompaña al evangelista escribiendo es un motivo iconográfico de origen clásico en lo que respecta a la estrecha relación entre las dos figuras: su procedencia se remonta a las representaciones de la Antigüedad del poeta o el filósofo inspirado por una musa, que en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, como en otras muchas representaciones, se ha cristianizado.

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Visitación, f. 36v

Santa Isabel, vistiendo con la austeridad de las mujeres de edad en la época de Bourdichon, acompaña a la Virgen en medio de un paisaje montañoso. El castillo que aparece al fondo, con sus torres de tejados rojos, confiere un aire meridional al paisaje.
La extraordinaria expresividad de los dos rostros y la armonía exquisita y serena de la composición hacen de esta pintura una de las más conmovedoras de las Grandes Horas de Ana de Bretaña.




Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Lamentación sobre Cristo muerto, f. 2v

Los ojos de la Virgen aparecen enrojecidos por el llanto y el dolor ante la muerte de su Hijo. Viste como es habitual a finales de la Edad Media: túnica morada y manto azul. Así la ha representado siempre el maestro Bourdichon en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, aunque el artista tiene la sutileza de variar ligeramente la edad de María en las diferentes pinturas. En las escenas de la Anunciación y la Visitación, María aparece casi como una joven novicia, mientras que en la escena de la Natividad se puede apreciar un ligero cambio en su rostro, que se hará más evidente en la Crucifixión y en esta dramática imagen de la Lamentación sobre el cuerpo de Cristo.
San Juan, a la izquierda, intenta envolver a Cristo en el sudario, mientras que María Magdalena, a la derecha, ya ha abierto el tarro de ungüentos. Detrás los acompañan otras santas mujeres y, al fondo a la derecha, José de Arimatea sostiene el tarro donde ha recogido la sangre divina, el Santo Grial de las narraciones artúricas. En el primer plano, tres clavos y la corona de espinas; en el fondo, el tablón de la Cruz flanqueado por dos escaleras.
El conjunto de la composición tiene sus raíces en la piedad meditativa y en la liturgia.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
La adoración de los Magos, f. 64v

El maestro Bourdichon ha representado el establo exactamente igual que en la pintura de la Natividad. Los tres Magos llegan uno tras otro. Melchor, que le ofrece oro, ya aparece arrodillado ante el Niño; ha retirado su corona en señal de respeto y, curiosamente, aparece colgando de su brazo izquierdo. Su bello perfil de anciano tiene toda la apariencia de un auténtico retrato.
El rey Gaspar ofrece incienso, mientras que Baltasar, el rey negro, regala mirra al recién nacido. Tras él, se puede distinguir a un personaje que monta un camello.
El pintor ha elegido el momento de la puesta de sol, para poder incluir en esta escena la luz de la estrella de Belén.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Crucifixión, f. 47v

María Magdalena, con la cabeza descubierta, abraza los pies sangrantes de Cristo crucificado. A la izquierda, la Virgen y a la derecha, san Juan, muestran su dolor por la muerte de Jesús.
El cielo estrellado y las montañas del fondo tiñen de añil un paisaje nocturno, efecto muy del gusto de Bourdichon, como podemos ver en otras espléndidas escenas nocturnas de las Grandes Horas de Ana de Bretaña.
Un nutrido grupo de soldados regresa a Jerusalén, la gran ciudad de plano circular que se entreve en la oscuridad, al fondo, donde destaca la planta centralizada del Templo de Salomón.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Calendario: septiembre, f. 2

El calendario es uno de los elementos indispensables de cualquier libro de horas y lo más habitual es que forme parte de la primera sección del manuscrito. En él aparecen las fiestas fijas del año litúrgico, los aniversarios de los santos importantes de determinadas diócesis y en función de la devoción particular del comitente.
Septiembre es el mes dedicado a la vendimia y los trabajos subsiguientes, como el pisado de la uva, motivo que el maestro Bourdichon ha escogido para representar este mes en las Grandes Horas de Ana de Bretaña.
Las tareas de la vendimia aparecen en la mayoría de los calendarios de los libros de horas puesto que, junto a los derivados del cereal, el vino es uno de los productos fundamentales de la alimentación campesina. La tradición iconográfica de la vendimia se remonta a la antigüedad romana; es un motivo que aparece incluso en mosaicos de villas romanas.
Libra es el signo zodiacal del mes y su representación aparece sobre el recuadro de texto, con el cielo estrellado como fondo. La aparición de los signos zodiacales, elemento claramente pagano, en manuscritos religiosos se explica por la asimilación de aspectos de la cultura pagana que el cristianismo llevó a cabo desde sus principios.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El arcángel san Rafael, f. 165v

San Rafael, el ángel guardián por excelencia, es el único personaje de las Grandes Horas de Ana de Bretaña que aparece destacado sobre un fondo de oro.
La prudencia es una de sus virtudes y con el dedo índice de su mano izquierda llama la atención sobre la necesidad de seguir los buenos consejos, a pesar de que en su mano derecha porta una espada. Como muchos de los ángeles de finales de la Edad Media, viste una dalmática de diácono, que contrasta con el morado de las bellísimas alas que el maestro Bourdichon ha pintado para él. La primera iconografía del ángel de la guarda tiene a san Rafael como una de sus fuentes.



Dentro de un espacio circular, cerrado por un muro de sillares con dos vanos cubiertos de rejas, santa Margarita, de largos cabellos rubios –símbolo de su virginidad–, sale del vientre de un gran dragón con cuernos, sangrante y de piel tornasolada y verde. La santa, con una rodilla aún dentro del cuerpo del monstruo –lo que hace que, realidad, se encuentre arrodillada–, nimbada y vestida con gorguera y saya entera ceñida a la cintura con una cinta de oro de la que cuelga un pater, mira hacia lo alto y une sus manos en oración, entre ellas sostiene un crucifijo. Debe destacarse la economía de medios y cómo, en un espacio tan exiguo, ha podido representarse la figura imponente del dragón haciendo que se enrosque sobre sí mismo, lo que, a su vez, y gracias a la sombra de la santa proyectada en la pared, contribuye a crear la sensación de un espacio más amplio y totalmente satisfactorio. De nuevo, el espectador adquiere un punto de vista elevado que le hace partícipe de la escena. El estilo de la pintura muestra precisión en el dibujo, dulzura de matices e idealización del rostro de la santa. La iconografía que se sigue aquí es la habitual de la santa –y diferente, tanto en su representación como en su iconografía a la que aparece en el folio 3r, acompañando a Ana de Bretaña– al aparecer con uno de sus elementos más habituales, el dragón, de cuyo vientre emerge, y con el crucifijo con que abrió las entrañas de la bestia que la devoró.
La vida de santa Margarita es una fábula de origen griego difundida en occidente a través de la Leyenda dorada de Jacopo da Varazze. Se trata de una duplicación de la historia de la santa griega Pelagia y de santa Marina. Hija de un sacerdote pagano de Antioquía habría sido convertida por su nodriza que la había puesto a cuidar ovejas. El gobernador Olibrio se sintió atraído por su belleza, pero, ante la negativa de Margarita a acceder a sus pretensiones, la encerró en un calabozo. Allí, fue asaltada por el diablo en forma de un gran dragón que la devoró. Sin embargo, la santa estaba armada con un crucifijo con el que perforó el vientre al monstruo y logró salir. Es posible que esta fábula se haya originado en una imagen mal comprendida. Como tantas otras santas, estaba representada de pie, con las manos unidas, junto a un dragón simbólico sobre el que triunfaba mediante la plegaria. También debe tenerse en cuenta la contaminación con otro tema, como el de Jonás vomitado por la ballena. Después de salir indemne del vientre del dragón, santa Margarita padeció varios suplicios hasta que, finalmente, fue decapitada.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Santa Úrsula y las once mil vírgenes, f. 199v

Hija de un rey inglés, santa Úrsula huyó de Gran Bretaña, que había sido invadida por los hunos, y se refugió, con un gran número de jóvenes cristianas, en las orillas del Rhin. Los hunos las persiguieron y las masacraron salvajemente, como bien ha representado el maestro Bourdichon en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, donde la santa muere asaeteada y sus compañeras, decapitadas.
El pintor refleja con bastante fidelidad la rivera montañosa del Rhin y busca cierto exotismo en los adornos del caballo y en las vestiduras del huno que luce el gran sombrero azul.
El maestro Bourdichon revela sutilmente la identidad de la comitente del magnífico códice que está pintando, ya que el navío en el que ha desembarcado la santa luce en la proa un escudo con las armas de Bretaña.


Al alba, María Magdalena se dirige llorosa a la tumba de Cristo con un frasco de ungüentos para embalsamarlo. Como demuestra su expresión lacrimosa, la santa todavía ignora el milagro de la Resurrección, aunque será su primera testigo. En este retrato de las Grandes Horas de Ana de Bretaña, María Magdalena destaca por el hermoso manto malva con toques de oro.
Los textos de todos los evangelistas coinciden en señalar a María Magdalena como la mujer que estuvo a los pies de la Cruz, la que asistió al funeral de Cristo y la primera testigo de su Resurrección.
En segundo plano, a cierta distancia, la siguen María, madre de Santiago, y Salomé.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña nos descubren un calendario espectacular que supone toda una innovación por parte de su creador. El maestro Bourdichon ha pintado miniaturas a página entera también para representar las actividades de los doce meses del año, sobre las que introduce un recuadro con el texto que recoge las festividades de cada mes. Hay que tener en cuenta que Jean Bourdichon era antes que nada pintor, un pintor al que se le encargaban cuadros, además de la iluminación de manuscritos. Este procedimiento parece que no se ha utilizado en los libros de horas franceses anteriores a Bourdichon, excepto en dos códices.
Durante el mes de junio, los campesinos siegan el heno con enormes guadañas para almacenarlo y disponer de forraje para poder alimentar al ganado durante el invierno. La siega del heno marca el inicio de los trabajos del verano. Es un tema de origen clásico, que aparece ya en el Arco de Marte en Reims, y que será retomado en la Plena Edad Media, como muestra el Martirologio de Wandalbert.
Sobre el recuadro de texto, Bourdichon sitúa la representación del signo zodiacal del mes: a junio le corresponde el cangrejo, el signo de cáncer.


Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
El beso de Judas, f. 227v

El Beso de Judas es otra de las espectaculares escenas nocturnas de las Grandes Horas de Ana de Bretaña. Bajo el cielo estrellado, en el que incluso se puede ver la luna, las linternas y antorchas que portan los soldados iluminan la trágica escena del prendimiento de Cristo. El magistral juego de luces y sombras, con violentos contrastes sobre todo en primer plano, contribuye al dramatismo de la escena.
Judas, con su bolsa de treinta monedas en la mano izquierda, besa a Cristo, sereno y resignado, gesto que indicaba a los soldados a quién debían prender. Pedro, a la izquierda, enfunda su espada, tras haberle cortado la oreja a Malco, el servidor del gran sacerdote, desplomado en primer plano. Las primeras imágenes de esta escena secundaria de la Pasión datan de c. 800 y en esos inicios Cristo, mientras es besado por Judas, extiende su mano para detener el ataque de Pedro a Malco. Esta imagen irá evolucionando y se representará a Cristo incluso curando a Malco, como en este caso, convirtiéndose en una escena muy habitual en el arte del período gótico. Al fondo, se encuentra la ciudad de Jerusalén, en donde destaca la construcción de planta centralizada que representa el Templo de Salomón, como en la Crucifixión (f. 47v.).
El rostro de Cristo expresa a la perfección la bondad, el perdón, la grave y lúcida aceptación de todo cuanto estaba escrito.



Las Grandes Horas de Ana de Bretaña
Bibliothèque nationale de France, París
Las Grandes Horas de Ana de Bretaña

Signatura: Lat. 9474
Fecha: c. 1503-1508
Tamaño: 305 x 200 mm
476 páginas, 49 miniaturas a toda página
337 iluminaciones marginales con plantas, insectos y pequeños mamíferos
Pintor: Jean Bourdichon
Lugar de origen: Tours
Escrito en latín
«Casi-original», edición primera, única e irrepetible, limitada a 987 ejemplares numerados y autentificados notarialmente
ISBN: 978-84-96400-26-9

Gracias a Romanorum Le Duc por este hermoso regalo que me hizo.