Introducción:
Vaya desde aquí este pequeño homenaje a estos héroes, que sin ser españoles, tenemos muchas cosas en común con ellos, una de ellas és, la de ser héroes anónimos sin la fama que por sus méritos deberían tener.
Vaya desde aquí este pequeño homenaje a estos héroes, que sin ser españoles, tenemos muchas cosas en común con ellos, una de ellas és, la de ser héroes anónimos sin la fama que por sus méritos deberían tener.
Quiero traerlos a la actualidad, como ejemplo de solaridad internacional para los que como ellos: eran pobres, católicos, avasallados, vilipendiados y masacrados por potencias más fuertes que ellos.
Así que si tenéis un rato, sentaros tranquilamente y conectar los altavoces de vuestro ordenador, seguro que no os deja indiferentes.
Este pasado mes de agosto se cumplió el 161 aniversario de la muerte de "Juán Riley" John Riley o John O Reilly. Murió en Veracruz (México) a finales de agosto de 1850 y fué enterrado el día 31, con el mismo nombre con el que se hallaba inscrito en los archivos del ejército mexicano. Juan Riley.
En su honor y en el de los miembros del Batallón de San Patricio, la bandera de México ondea en el centro de la ciudad de Clifden, Irlanda.
La lección histórica, es que ese batallón de héroes "dieron la vida desinteresadamente por motivos de conciencia".
Aunque los historiadores norteamericanos han tratado de justificar la invasión como una defensa ante la provocación, un análisis más equilibrado, objetivo y auténtico de las verdaderas motivaciones, hace de la invasión "una de las guerras más injustas jamás impuestas por una nación fuerte en contra de una débil". Así es como la calificó el mismísimo presidente Ulises S. Grant.
Es por ello que este post vá dedicado con mi más sincera admiración a esos héroes sin patria.
Así que si tenéis un rato, sentaros tranquilamente y conectar los altavoces de vuestro ordenador, seguro que no os deja indiferentes.
Este pasado mes de agosto se cumplió el 161 aniversario de la muerte de "Juán Riley" John Riley o John O Reilly. Murió en Veracruz (México) a finales de agosto de 1850 y fué enterrado el día 31, con el mismo nombre con el que se hallaba inscrito en los archivos del ejército mexicano. Juan Riley.
En su honor y en el de los miembros del Batallón de San Patricio, la bandera de México ondea en el centro de la ciudad de Clifden, Irlanda.
La lección histórica, es que ese batallón de héroes "dieron la vida desinteresadamente por motivos de conciencia".
Aunque los historiadores norteamericanos han tratado de justificar la invasión como una defensa ante la provocación, un análisis más equilibrado, objetivo y auténtico de las verdaderas motivaciones, hace de la invasión "una de las guerras más injustas jamás impuestas por una nación fuerte en contra de una débil". Así es como la calificó el mismísimo presidente Ulises S. Grant.
Es por ello que este post vá dedicado con mi más sincera admiración a esos héroes sin patria.
My name is John Riley
I´ll have your ear only a while
I left my dear home in Ireland
It was death, starvation or exile
And when I got to America
It was my duty to go
Enter the Army and slog across Texas
To join in the war against Mexico
It was there in the pueblos and hillsides
That I saw the mistake I had made
Part of a conquering army
With the morals of a bayonet blade
So in the midst of these poor, dying Catholics
Screaming children, the burning stench of it all
Myself and two hundred Irishmen
Decided to rise to the call
(Chorus)
I´ll have your ear only a while
I left my dear home in Ireland
It was death, starvation or exile
And when I got to America
It was my duty to go
Enter the Army and slog across Texas
To join in the war against Mexico
It was there in the pueblos and hillsides
That I saw the mistake I had made
Part of a conquering army
With the morals of a bayonet blade
So in the midst of these poor, dying Catholics
Screaming children, the burning stench of it all
Myself and two hundred Irishmen
Decided to rise to the call
(Chorus)
From Dublin City to San Diego
We witnessed freedom denied
So we formed the Saint Patrick Battalion
And we fought on the Mexican side
We marched ´neath the green flag of Saint Patrick
Emblazoned with "Erin Go Bragh"
Bright with the harp and the shamrock
And "Libertad para Mexicana"
Just fifty years after Wolf Tone
Five thousand miles away
The Yanks called us a Legion of
Strangers And they can talk as they may
(Chorus)
We fought them in Matamoros
While their volunteers were raping the nuns
In Monterrey and Cerro Gordo
We fought on as Ireland ´s sons
We were the red-headed fighters for freedom
Amidst these brown-skinned women and men
Side by side we fought against tyranny
And I daresay we´d do it again
(Chorus)
We fought them in five major battles
Churubusco was the last
Overwhelmed by the cannons from Boston
We fell after each mortar blast
Pase de imágenes y batallas del batallón.
Una de las pocas cosas que los mexicanos recuerdan de la guerra de 1847 -aparte, por supuesto de los "niños héroes"-, lo es sin duda la heroica conducta de los soldados del batallón de San Patricio. Sin embargo, a pesar de que forman parte ya del imaginario popular, enaltecidos hasta la altura de los próceres que conforman lo más famoso de México, casi nada en realidad es lo que se conoce de esos hombres fuera de que eran de origen irlandés, de que desertaron del ejército norteamericano invasor y pelearon a favor de México, de que fueron capturados en la batalla de Churubusco y que al final, al perderse la guerra, ellos perdieron la vida, ejecutados por los invasores, muriendo por una causa por la que sintieron simpatía debido a sus convicciones religiosas, pues tan católicos eran ellos como los mexicanos a los que quisieron defender.
Los irlandeses y sus compañeros fueron asignados al ejército al mando del general Taylor, a quien se confió las primeras operaciones militares en contra de México, invadiendo la franja fronteriza en Tejas. Situado el ejército invasor frente a Matamoros, en Tamaulipas, a principios del año de 1846, comenzó la deserción de los irlandeses. Poco a poco fueron escapando de las filas estadounidenses y se presentaban ante los oficiales mexicanos, que gustosamente los recibían en su ejército. La pregunta obligada es porqué desertaron y porqué se unieron a México, a luchar por una causa que desde un principio se veía perdida dada la enorme diferencia entre la tecnología militar de una nación y otra.
Una de las respuestas es la siguiente: los generales mexicanos al mando de las tropas que guarnecían la frontera, se percataron de la enorme cantidad de irlandeses y europeos católicos que nutrían al ejército de los Estados Unidos, e iniciaron una campaña de publicidad para informar a esos soldados primero de la afinidad religiosa que los mexicanos tenían con ellos; segundo, les hicieron saber que en México encontrarían también posibilidades de asentarse definitivamente y obtendrían por ello buena paga y tierras al final de la contienda; y tercero, apelaron a su sentido patriótico, demostrando que México, al igual que Irlanda, sufría por el acoso y la hostilidad de una nación protestante, los Estados Unidos, así como su isla natal padecía también la animadversión y la brutalidad conquistadora de Inglaterra, la madre patria de los estadounidenses. El amor propio de los irlandeses, que recordaban las persecuciones sufridas por parte de los ingleses, despertó para apoyar lo que ellos consideraron como una causa justa: la causa de México, la defensa de una nación católica invadida injusta y arteramente por su poderoso vecino, guiado por su afán expansionista. Un puñado de irlandeses y de otros inmigrantes europeos, que llegaron a ser casi cuatrocientos a lo largo de toda la contienda, decidieron pasarse al lado mexicano y combatir por esa nación católica, aún a sabiendas de que la deserción, como en todos los países sucedía, está castigada con penas severísimas, incluso con la muerte.
Su historia comenzó menos de dos años antes, en abril de 1846. En esa época- poco antes de que Estados Unidos invadiera a México- un irlandés de nombre John Riley había organizado a un grupo de 48 irlandeses en Matamoros, la mayoría desertores como él del Ejército norteamericano, para formar parte de la Legión de Extranjeros en el Ejército Mexicano. Exhortando a sus connacionales que reconocieran las similitudes entre el pueblo mexicano y el irlandés, así como la existencia del enemigo común que tenían en los opresores anglo-protestantes (ya sea en Gran Bretaña o en Estados Unidos). Riley logró que dentro de cuatro meses la "Legión de Extranjeros" se convertiera en un batallón con más de 200 miembros, formando dos compañías de artillería; y entonces el Capitán Riley cambió el nombre de la Legión al de "Batallón de San Patricio". La mayoría eran irlandeses y católicos, aunque también formaban parte de los San Patricios algunos ciudadanos mexicanos y varios europeos no-irlandeses. Riley también mandó hacer una bandera para el Batallón: de seda verde, tenía de un lado la imágen de San Patricio y por el otro un harpa y un trébol, así como las palabras Erin go bragh - Irlanda para siempre.
Debe tenerse en cuenta que ésta fue la época de la migración masiva de irlandeses a los Estados Unidos, gracias a la Gran Hambruna provocada por las políticas de Inglaterra con la isla verde. Esos años vieron la muerte de un millón de irlandeses por hambre y el éxodo de otros dos millones a Estados Unidos, muchos de los cuales, sufriendo discriminación y maltrato tanto por su religión católica como por su nacionalidad, entraron al Ejército como fuente de trabajo. Así que cuando los Estados Unidos -país protestante, racista y anglo-sajón, como Inglaterra - decidió evocar su "destino manifiesto" para intentar apoderarse de tierras mexicanas, una buena parte de la tropa norteamericana consistía ya de inmigrantes irlandeses; y muchos de éstos no se sentían cómodos con las justificaciones de la invasión ("es que son católicos" decía la prensa yankee, mientras en el Congreso decían "es que el destino de la raza anglo-sajona es apoderarse de todo el continente"). Entonces, cuando Riley comenzó a escribir volantes de propaganda para los soldados irlandeses norteamericanos, pidiéndoles que cambiaran de lado por razones de raza, religión o simplemente por la justicia, muchos acudieron a la llamada, aún cuando sabían que a lo mejor México iba a perder la guerra. El Batallón de San Patricio no solamente vió combate en todas las batallas importantes de la guerra hasta agosto de 1847, sino también contaba con el equipo de artillería más experto en cualquiera de los dos ejércitos, y sus soldados estaban determinados a pelear hasta la muerte.
El primer combate, de los San Patricios como unidad mexicana es la Batalla de Monterrey (21 de septiembre de 1846), con una batería de artillería al mando de John Riley, anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos e inmigrante irlandés. Sirvieron con distinción y está acreditado que rechazaron con éxito dos diferentes asaltos al corazón de la ciudad. A pesar de su tenacidad y valor, y de que Taylor estaba a punto de abandonar el ataque, el comandante mexicano Pedro Ampudia, desesperado, pidió parlamento, consumando la derrota.
Batalla de Monterrey.
- La Batalla de Monterrey fue una batalla de la Guerra entre México y Estados Unidos que se llevó a cabo durante el mes de septiembre de 1846 en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Sus habitantes mostraron temple y valor durante las batallas registradas, pero por razones desconocidas las autoridades locales no han erigido monumento alguno en la memoria de aquellos "reineros" defensores de la ciudad.
- La plaza fue dirigida por el General Pedro Ampudia desde diversos cuarteles: el Fortín de la Ciudadela, Fortín de la Tenería, Fortín de la Federación, Rincón del Diablo, Fortín Puente de la Purísima y Cerro del Obispado. El llamado a la defensa de la plaza se hizo el 21 de junio de 1846 ante el inminente ataque a la ciudad.
- El 19 de septiembre de 1846, los estadounidenses llegaron a las inmediaciones de la ciudad por lo que empezaron a investigar las principales defensas de la ciudad, dividiendo dos frentes principales comandados por el General William J. Worth y el otro por el General Zachary Taylor, el primero con intenciones de tomar el Cerro del Obispado y el segundo para atacar los diversos fortines de la ciudad.
- Las tropas de Taylor acamparon en el nogalar de Santo Domingo tomando el 20 de septiembre la villa de Guadalupe, mientras que Worth y los voluntarios texanos del capitán John Coffee Hays avanzaron hacia el Obispado por San Jerónimo para atacar a la caballería de Torrejón al mando del coronel Juan Nepomuceno Nájera, Jefe de lanceros de Jalisco, con miras a bloquear el camino a Saltillo. Era ésta la única vía por la que Monterrey podría recibir auxilio del interior. En su convergencia con el camino del Topo
- Cuenta la historia, que detenida la caballería mexicana ante la compacta y sólida infantería estadounidense y muerto el coronel Nájera, "El Teniente Coronel Mariano Moret, que pudo llegar al frente de 50 lanceros de Guanajuato hasta la terrible línea de hierro y fuego de los estadounidenses, hace atroz carnicería entre la infantería invasora, lanza en ristre, hasta quedar aislado en la refriega, muertos sus bravos soldados y él solo, herido, llega intrépido hasta los mismos cañones enemigos donde, rota su lanza, tira de la espada y acuchilla, heroico y sublime, a los artilleros estadounidenses, desconcertados en aquel punto por tan valiente carga. Después vuelve bridas y regresa a galope, cubierto de sudor, polvo y sangre, yendo a reunirse con el resto de la caballería que no pudo cargar...¡Había recibido en su cuerpo, caballo y montura quince balas!..."
- Una vez enfrentadas las dos fuerzas, ante el acoso de los estadounidenses, las fuerzas mexicanas se retiraron al Cerro del Obispado, donde los cañones comenzaron a disparar a las fuerzas de Worth que se vio atacado por dos frentes, al unirse a la batalla el Fortín de la Federación, pero la falta de una ofensiva tenaz impidió definir una situación favorable.
- En esta batalla se contó con la participación del Coronel José López Uraga, y la del Batallón de San Patricio. El primer combate,de los San Patricios como unidad mexicana se dio en esta Batalla (21 de septiembre de 1846), con una batería de artillería al mando de Jon Riley, anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos e inmigrante irlandés. Sirvieron con distinción y está acreditado que rechazaron con éxito dos diferentes asaltos al corazón de la ciudad.
- El General Pedro Ampudia pactando la capitulación de Monterrey con el General Zachary Taylor el 24 de septiembre de 1846
- Tras tres días de cerco estadounidense, se llegó a un armisticio entre las dos fuerzas, dando una capitulación a la guarnición mexicana que salió de la plaza con toda su artillería, sus armas, sus trenes de víveres y municiones, a tambor batiente y con banderas desplegadas, saludadas por el ejército estadounidense con todos los honores de la ordenanza. La evacuación de la plaza se verificó el 25 de septiembre, tomando el rumbo del Saltillo.
- El ejército invasor mantuvo ocupada la ciudad hasta su retirada el 18 de junio de 1848.
- Este Día de San Patricio - reconocido en la conciencia popular simplemente como día del santo irlandés, del color verde, de los tréboles y de la cerveza Guinness - debemos recordar a esos honorables irlandeses, quienes hace 152 años se negaron a pelear por un ejército invasor, y siendo todo menos cobardes, entregaron la vida por la causa de México; y así demostraron lo que es el verdadero espíritu irlandes
Tras del reclutamiento en Monterrey, los San Patricios crecen en número, que algunos estiman en cerca de 800 hombres; aunque según los registros más fiables, no llegaron a constituír más de dos compañías reforzadas (300 hombres) con oficialidad mexicana. Pese a su extraordinario rendimiento como artilleros en varias batallas, especialmente en la defensa de Monterrey, donde defendieron exitosamente La Ciudadela, y en la Batalla de la Angostura, en la que diezmaron un batallón atacante y capturaron dos cañones estadounidenses, acción por la que su comandante y varios oficiales recibieron la condecoración Cruz de Honor de la Angostura; se ordenó a los San Patricios convertirse en un batallón de infantería a mediados de 1847 por orden personal de Antonio López de Santa Anna
Santa Anna.
Taylor
- La Batalla de Buena Vista fue un enfrentamiento militar entre Estados Unidos y México durante la Guerra de Intervención Estadounidense entre el 22 y el 23 de febrero de 1847 en un lugar llamado Puerto de la Angostura cercano a la ciudad de Saltillo, en el estado de Coahuila.
- Se considera el resultado de ella como un empate táctico, con una retirada del ejército mexicano y la disolución del ejército de Zachary Taylor; esto último para nutrir las fuerzas del General Winfield Scott quien conduciría la segunda oleada de la invasión.
- El Ejército del Norte, que capituló en Monterrey a las órdenes del General Don Pedro Ampudia, se dirigió primero hacia la ciudad de Saltillo, por brigadas escalonadas, emprendiendo luego la marcha hacia San Luis Potosí, a donde llegó el 17 de octubre de 1846. En esta ciudad se estaban reuniendo las fuerzas de la República desde principios de mes bajo el mando del Generalísimo Don Antonio López de Santa Anna, que había salido de la Ciudad de México con 5000 hombres; pretendiendo así reorganizar al ejército en San Luis y salir, a la brevedad posible, a batir al invasor yanqui en el norte. A mediados de noviembre se incorporaron 2000 hombres de Guadalajara, compuestos estos de tropa permanente y de un cuerpo de la Guardia Nacional. También llegó del Bajío el General Don Gabriel Valencia con las fuerzas Auxiliares de Guanajuato.
- Santa Anna se dedicó a la reorganización, entrenamiento y aprovisionamiento del ejército, que estaba en bastante mal estado, y se emprendieron trabajos de fortificación en los pueblos de Santiago y Tlaxcala, ante las noticias de que Zachary Taylor se había movido de Saltillo con su cuerpo de ejército e intentaba avanzar hacia el interior de la República, intentando marchar primero a Zacatecas y después a San Luis Potosí.
- El General Taylor había recibido órdenes superiores de no moverse de Monterrey, pues la mayoría de sus tropas se habían agregado a las fuerzas del general Scott que iban a desembarcar en Veracruz. Interpretando que se trataba de una maniobra política del presidente James K. Polk para privarle de protagonismo político (Taylor se presentaría por los whigs y ganaría las elecciones presidenciales en 1848), decidió hacer caso omiso de las órdenes de permanecer en Monterrey, y marchó al interior de México, apoderándose de Saltillo.
- Taylor también desvió la División del Centro, al mando de John E. Wool, de su expedición en Chihuahua para reunirse con él en Saltillo. Con la división de Wool, según sus fuentes, la fuerza total de los estadounidenses alcanzó alrededor de 19 500 soldados.
Avance del ejército mexicano hacia el norte
- Santa Anna vio entonces una oportunidad para batir a un enemigo menos numeroso en el norte y regresar a la meseta central para rechazar el eventual desembarco estadounidense en Veracruz. Aunque informado de la falta de recursos para el sostenimiento del ejército por zonas poco habitadas, emprendió el 28 de enero de 1847 una marcha desde San Luis Potosí hasta las Haciendas del Peñasco, Bocas, La Hedionda, Laguna Seca, Solís y La Presa que resultó bastante dura para la tropa. Se produjeron entonces varios enfrentamientos entre unidades de caballería, y en Matehuala se unió al ejército la División de Infantería de Tamaulipas que procedía de Tampico al mando del mismo Gobernador del estado, el General Don Anastasio Parrodi.
- Se siguió caminando a las Haciendas de Vanegas, Las Ánimas y El Salado; la caballería permaneció en Matehuala, habiéndose reunido a ella los cuerpos de los Generales Don Anastasio Torrejón y Don Julián Juvera, que dejaron pasar por delante a la infantería, marchando entonces a retaguardia de ella. Llegaron las Divisiones 1ª, 2ª y 3ª de Infantería a la Hacienda de La Encarnación los días 17, 18 y 19 de febrero, y la caballería el 20 y 21. Aquí se encontraba el General Don Juan Colmenero de Andrade, procedente de Sonora, con una Brigada de Caballería Ligera y una fuerza de Presidiales.
- Ya por entonces las avanzadas norteamericanas chocaron con las mexicanas de la caballería del General Don José Urrea, verificándose algunos tiroteos. El ejército que se reunió en La Encarnación sumaba ya 14 000 hombres (16 000 según fuentes estadounidenses). El 21 de febrero salió todo el ejército de esta población, adelantándose Santa Anna con su Estado Mayor y la vanguardia de Cuerpos Ligeros, escoltado el General en Jefe por el Regimiento de Húsares, hasta el Puerto del Carnero, donde vivaquearon las demás tropas una vez que llegaron a este punto.
- Zachary Taylor se enteró de que Santa Anna emprendía una marcha hacia el norte y se trasladó a treinta kilómetros al sur de Saltillo en la Hacienda de Agua Nueva. Taylor envió al Mayor Ben McCulloch, de los Rangers de Texas, para explorar el avance del Ejército Mexicano. McCulloch encontró a Santa Anna a unos cien kilómetros aproximadamente al sur, al regresar informó a Taylor el 21 de febrero y tomó la decisión de retirarse a un paso de montaña cercano a la Hacienda de Buena Vista, diecinueve kilómetros al norte de Agua Nueva.
- El plan de Santa Anna consistía en cortar de Saltillo al enemigo, al que se creía en la Hacienda de Agua Nueva, considerando que habría de defenderse en los desfiladeros de aquellas comarcas. Mas cuando la vanguardia de la Brigada Ligera, al mando del General Ampudia, llegó a aquel punto se supo que Taylor se había movido de allí desde el día anterior, con rumbo a Saltillo.
- Creyendo que el enemigo se retiraba con precipitación y en desorden, hizo avanzar al galope a la caballería para reunirse a la vanguardia en el Puerto de La Angostura, atravesando perpendicularmente la carretera hacia Saltillo. Allí se topó con el ejército del general Taylor, que aprovechando las cualidades defensivas del estrecho paso, se había atrincherado en una serie de lomas
- El ejército mexicano contaba, al entrar en batalla, de poco más de 9000 infantes y 3000 caballos (16 000 hombres según la historiografía de EEUU), apoyados apenas por cinco piezas de a 8, cinco de a 12 y un obús corto de 5 pulgadas. 17 cañones de gran calibre había también, pero eran de sitio y plaza, y no podían ser utilizados sino para amagar la batería enemiga en su derecha, un muy determinado punto del campo de batalla. El ejército estadounidense era superior en número, pues alcanzaba los 19 000 hombres (16 000 según fuentes estadounidenses); pero superior en artillería, en cantidad y calidad de piezas, contando con 26 de diversos calibres, de 6, 9, 12, 18 y 24 libras, perfectamente servidas por artilleros ejercitados en el fuego y oficiales inteligentes y prácticos. Esta superioridad artillera tendría gran importancia en la evolución de la batalla.
- Los soldados estadounidenses gozaban también de la ventaja de la posición, favorabale a la defensa, y una mejor intendencia y pertrechos, frente a un ejército mexicano cansado y hambriento por lo penosos de la marcha y la escasez de aprovisionamientos. Este último factor también tendría su peso en el desenlace final.
- En ese momento el general Santa Anna decidió ganar tiempo para permitir la llegada del resto de sus tropas, por lo que envió un palamentario a Taylor y los estadounidenses, intimando rendición, envío al General Pedro Van der Linden para negociar una rendición indicándoles que estaban sitiados por 16.000 hombres y no podrían evitar una derrota (de ahí la cifra de enemigos vencidos que Taylor proclamaría posteriormente).
- Mientras se enviaba la respuesta a la petición, los cuerpos del grueso del ejército mexicano se formaban en línea de batalla a medida que iban llegando. Se estableció una gran batería de sitio y plaza al mando del General Don Ignacio de la Mora y Villamil, sostenida por el Batallón de Ingenieros sobre el flanco izquierdo, al que amagaba la batería enemiga de la derecha. En el centro y derecha mexicanos situáronse otras dos baterías de batalla de a 8 y de a 12. La infantería se tendió en dos líneas paralelas y en la retaguardia, a la derecha quedó la Caballería de Tamaulipas con el Regimiento de Coraceros del General Don Julián Juvera y en la izquierda el Regimiento de Húsares del General Don Anastasio Torrejón. En el centro el Parque General, escoltado por la Brigada de los Cuerpos Presidiales del Norte, al mando del General Don Miguel Andrade.
- Los estadounidenses habían colocado una gran batería de a 24 sobre la más alta de las lomas de su derecha, enfilando el camino, amagada por las gruesas piezas de sitio y plaza mexicanas. Los Regimientos 1º y 2º de Illinois, de ocho compañías; el 2º de Kentucky y una compañía de Voluntarios Texanos se situaron en las lomas del centro y la izquierda. Los Regimientos de Caballería de Arkansas y Kentucky formaron la extrema izquierda; la Brigada de Indiana, con sus 1º y 2º Regimientos de Infantería, los Rifleros del Mississippi y los escuadrones 1º y 2º, con las piezas ligeras del 3º de Artillería, integraron su reserva, tras las eminencias de la derecha, protegidos por los barrancos y altos relieves que las cortaban. Entre ella y Buena Vista el Parque General de Taylor.
- Santa Anna tendió sus tropas sobre la derecha del camino, frente a la izquierda enemiga. Su plan consistía en apoderarse de un alto cerro en el extremo izquierdo de las tropas estadounidenses, que no lo habían ocupado, y desde su cima batir sus posiciones para descender luego sobre la retaguardia de aquella ala.
- De forma casi simultánea avanzaron hacia el cerro la Brigada Ligera mexicana y los cuerpos de Rifleros estadounidenses. Tras un fiero combate que permaneció indeciso durante bastante tiempo, los estadounidenses tuvieron que abandonar la posición y retirarse. La llegada de la noche interrumpió los combates hasta el día siguiente.
- Poco antes de romper el alba del 23 de febrero de 1847, principió furiosamente la batalla en el extremo derecho de la línea mexicana. La Brigada Ligera, al mando del General [[Pedro de Ampudia, trató de desalojar a los estadounidenses de sus posiciones en su extrema izquierda, sobre la falda del cerro, cuya cima habían ganado las tropas mexicanas la tarde anterior. Para sostener su izquierda Taylor mandó reforzarla con nuevas tropas, haciendo avanzar diversas líneas en orden escalonado, rebasando su derecha.
- Mientras se encarnizaba el combate en el extremo derecho y las tropas mexicanas iban ganando terreno, sostenidas por una batería de cinco piezas de a 8 al mando del General Micheltorena, Santa Anna organizó un ataque sobre el centro de Taylor con dos divisiones, formando dos columnas que avanzaron bajo un intenso fuego de artillería hasta forzar el paso de las barrancas, donde forzaron los destacamentos que los defendían, para después ascender a un loma que se hallaba ante otra mayor que ocupaban los estadounidenses. Se produjo entonces un fiero intercambio de fusilería y artillería entre las tropas.
- Al efectuarse este ataque en el centro, avanzaba por el camino otra columna de la izquierda mexicana sufriendo terribles bajas por el fuego de artillería que llegó incluso a herir al jefe de la columna, General Don Manuel María Lombardini. Sin embargo, también pudo coronar una loma a la derecha, generalizando de esta forma el fuego en todo el frente de batalla.
- Ésta permanecía indecisa en el plano occidental y centro, donde los dos ejércitos oscilaban, ganando o perdiendo terreno; pero en la derecha, la Brigada Ligera de Ampudia había obtenido grandes ventajas, haciendo retroceder los cuerpos de Rifleros que se oponían a aquélla. Entonces Taylor organizó una fuerte columna que lanzó hacia el flanco mexicano; pero en esos momentos la Brigada Ligera bajó del cerro, desplegada en batalla en su falda, sobre el flanco izquierdo de la mencionada columna enemiga, y junto a otras tropas de refuerzo que Santa Anna envió al mando del General Jáuregui, detuvo el ataque estadounidense y a continuación los hizo retroceder, rebasando su izquierda hasta llegar a su extrema retaguardia, sobre la Hacienda de Buena Vista, donde se le hizo terrible resistencia que no se pudo vencer por falta de artillería. Ante la llegada de las reservas de Taylor la infantería mexicana tuvo que volver a sus posiciones con gran número de bajas. , mientras que las tropas de caballería tuvieron que enfrentarse con toda la reserva de caballería estadounidense que les causó grandes daños. Parte de la caballería mexicana se retiró a Saltillo, mientras que otra tuvo que regresar dando un largo rodeo por la derecha estadounidense, quedando durante este tiempo fuera de la batalla.
- En tanto se verificaban estas acciones, las fuerzas mexicanas que atacaban el frente habían seguido avanzando con ímpetu, haciendo retroceder al adversario. Al ganar terreno las tropas, Santa Anna hizo cambiar hasta el centro del ataque la batería de la derecha, dejando sin artillería este flanco, y sin que fuera de mucha utilidad por las diversas alturas de las lomas.
- Dos horas después del mediodía, los combates habían sido múltiples. Se habían sucedido numerosos asaltos mexicanos contra las lomas, sufriendo numerosas bajas en especial por el fuego de la artillería estadounidense. Al regresar la caballería e infantería de la derecha mexicana del ataque a Buena Vista, se produjo hubo un momento de tregua entre ambos ejércitos, a causa de un fuerte chubasco que se abatió sobre el campo de batalla.
- Entonces Santa Anna, viendo que el día terminaba y la batalla permanecía indecisa, intentó dar una embestida clásica, atacando a Taylor de frente con todas las fuerzas que pudo reunir. Los estadounidenses, al ver la aglomeración de fuerzas que avanzaba sobre su centro, organizaron nuevas columnas que salen su encuentro, trabándose entonces una lucha encarnizada. Después de fuertes combates ni los mexicanos consiguieron romper el frente enemigo ni los estadounidenses recuperar el terreno cedido. Imposibilitada cualquier retirada hacia el norte por la caballería de Miñón, Taylor se atrincheró de nuevo en una línea que iba desde Buena Vista hasta la entrada de la garganta, alineando todas sus reservas y su artillería, que en gran parte seguía intacta. De nuevo se interrumpieron los combates a la llegada de la noche.
- Lo que sucedió a partir de este momento se ha interpretado de forma completamente diferente por las historiografías estadounidense y mexicana, y la cuestión de quién ganó la batalla y cuáles fueron las causas de su desenlace sigue estando bajo disputa.
- Lo indiscutible es que durante el ocaso del día 23 Santa Anna declaró que se había ganado la batalla y ordenó la retirada inmediata durante la noche. Las tropas mexicanas se replegaron sin más combates, pues las fuerzas estadounidenses no se apercibieron hasta la mañana siguiente de la magnitud de los sucedido, y aún entonces no estaban en condiciones de emprender la persecución.
- La batalla fue una de las más duras y porfiadas de que se tenga memoria en las fuerzas armadas mexicanas, cuyo ejército había tenido 694 muertos, entre ellos 5 jefes y 21 oficiales. Resultaron también 1039 heridos, inclusive 10 jefes y 92 oficiales, más 294 prisioneros en poder del enemigo. Los estadounidenses contabilizaron 467 muertos, incluidos 4 jefes y 24 oficiales, más 680 heridos.
- Como trofeos arrancados a lanzazos al Ejército de los Estados Unidos se contabilizaron tres cañones, propiedad del 4° de Artillería, con su correspondiente munición en sus cajuelas, cuatro carros y tres banderas. No se perdió ninguna bandera mexicana a lo largo de la batalla.
- El ejército de Santa Anna se retiró hacia Agua Nueva, de donde partió el día 26 en una terrible marcha a través del desierto hacia San Luis. La dureza del clima y el terreno, la falta de suministros y la caída de la moral, provocaron numerosas bajas y deserciones, hasta el punto de que sólo regresaron San Luis 9000 de los 16 000 soldados que habían partido de allí dos meses antes. Posteriormente se enfrentarían a las tropas de Scott que habían desembarcado en Veracruz en una serie de batallas que desembocarían en la derrota final mexicana.
- Los historiadores mexicanos tienden a considerar la batalla de Buena Vista (o de La Angostura) como una victoria mexicana que el general Santa Anna echó a perder de forma inexplicable ante un enemigo ya vencido con una retirada repentina, que por la dureza del terreno y la escasez de recursos se convertiría en un desastre militar. Para explicar la actuación de Santa Anna se le acusa (a él y a otros mandos) de traidor o incompetente, o ambas cosas a la vez.
- Los historiadores estadounidenses describen la batalla como una victoria estadounidense ganada gracias a la resistencia de las tropas estadounidenses y a su superioridad artillera. Según ellos Santa Anna tuvo que ordenar la retirada al darse cuenta de que sus tropas habían sufrido numerosas bajas, estaban bajas de moral y carecían de alimentos, por lo que continuar el ataque hubiera provocado su destrucción. También se hace mención a informaciones sobre un intento de golpe de estado en su retaguardia, que le habría impulsado a regresar urgentemente.
- Santa Anna, por su parte, alegó como causa principal que el ejército carecía de rancho y tras la fatiga de la batalla no podía comprometer aquél ejército para otra al día siguiente. Se trataba de un general experimentado y generalmente considerado como competente, a pesar de que en otras ocasiones cometió fallos graves minusvalorando al enemigo, como en la batalla de San Jacinto.
- Se puede hacer mucha especulación histórica sobre el asunto, pero lo cierto es que nadie puede asegurar lo que hubiese ocurrido en caso de atacar Santa Anna al día siguiente, si las tropas estadounidenses hubieran resistido ni si las mexicanas hubieran sido capaces de mantener el ataque. Sea por causa de la imposibilidad de vencer de sus tropas o por cobardía o negligencia de su comandante en jefe (que lo seguiría siendo durante el resto de la campaña), lo cierto es que el ejército mexicano se retiró convirtiendo la batalla en un empate táctico y una derrota estratégica para los mexicanos.
Como unidad de infantería los San Patricios continuaron sirviendo con distinción; en la Batalla de Churubusco (20 de agosto de 1847), las maltrechas fuerzas mexicanas se establecieron en el convento de Santa María de Churubusco, y las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlos. Aunque el convento no era más alto que sus alrededores, sus bardas de piedra constituían una buena defensa. Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias, trincheras y encarar otro enfrentamiento. Los defensores mexicanos sumaban 1.300 personas y pertenecían a los batallones Independencia, Bravos y San Patricio. La lucha fue constante y desfavorable para los mexicanos, esta vez bien mandados y motivados por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas se quedaron sin municiones y una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguir defendiéndose; a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán Patrick Dalton la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento quedó en silencio. Cuando el general Twiggs entró al patio del convento, exigiendo a los soldados mexicanos que entregaran las armas, la pólvora y el parque, el General Anaya se le enfrentó, diciendo: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí."
Convento de Churubusco
Batalla de Churbusco
Batalla de Churubusco:
- La Batalla de Churubusco tuvo lugar el 20 de agosto de 1847 a las afueras de la Ciudad de México, y formó parte de la Guerra de Intervención Estadounidense en México. Horas después de perder la Batalla de Padierna, cerca de Contreras y San Antonio, las fuerzas mexicanas se replegaron al convento de Santa María de Churubusco (hoy Museo Nacional de las Intervenciones), y las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlos.
- Aunque el convento no era más alto que las edificaciones circundantes, sus bardas de piedra constituían una buena defensa. Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias trincheras y encarar otro enfrentamiento.
- Los defensores mexicanos sumaban alrededor de 1300 elementos, y pertenecían a los batallones voluntarios Independencia y Bravos. El Batallón de San Patricio, originalmente compuesto en su mayoría por soldados pertenecientes al ejército estadounidense que habían desertado, se unió a las fuerzas mexicanas.
- El contingente de los San Patricios estaba formado esencialmente por irlandeses y otros emigrantes católicos. Abandonaron al ejército invasor porque comenzaron a sentirse identificados con los mexicanos, no sólo por compartir la religión, sino porque se dieron cuenta de lo injusto de la invasión y de que los estadounidenses estaban agrediendo a México en su cultura y creencias, como los ingleses lo habían hecho con los irlandeses.
- La lucha fue intensa, los atacantes fueron rechazados en un maizal adyacente y en la cabeza de puente, pero la superioridad numérica se imponía y el desenlace sería desventajoso para los defensores mexicanos, bien dirigidos esta vez por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya, no se dieron por vencidos. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas seguían en posesión de sus reductos, pero se agotaron las municiones y las existentes eran inservibles; una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguirse defendiendo.(Francisco Martín Moreno, Alfaguara México Mutilado) Cuando el general David E. Twiggs entró al convento pidiendo a los soldados mexicanos que entregaran sus municiones, el General Anaya pronunció la famosa y desafiante respuesta: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí"
- Tras la victoria estadounidense, se hizo un juicio sumario a los soldados que pertenecían al Batallón de San Patricio. Muchos fueron ahorcados en San Ángel y Mixcóac, y a otros se les azotó y marcó en la mejilla con hierro candente la letra D para infamarlos como desertores.
- Como muestra de agradecimiento a los integrantes del Batallón de San Patricio que se unieron al ejército mexicano, actualmente existe una calle en los alrededores del Ex Convento de Churubusco (en ese entonces Convento de Santa María de Churubusco) llamada "Mártires Irlandeses", cada año se realiza en este lugar un pequeño concierto de gaitas por los descendientes del Batallón de San Patricio y como recuerdo del extraordinario trabajo del General Pedro María Anaya, la estación de Metro más cercana al convento lleva el nombre de "General Anaya".
Fue la batalla más ensangrentada de toda la guerra. Como es sabido por la historia, los yanquis eventualmente lograron la victoria, pero fue por nada más que una simple cuestión de superioridad numérica: pues aunque llegaron con tres veces más soldados que los defensores, sufrieron cuatro veces más bajas, y muchas de éstas fueron gracias a los tiros de los San Patricios.
El historiador Michael Hogan cuenta que cuando se les acabaron las municiones, uno de los defensores del convento alzó una bandera blanca. Pronto fue arrebatado por el Capitán Patrick Dalton, de la compañía de irlandeses cuando el General Anaya ordenó que siguiera la batalla. En el transcurso de la tarde, mientras los defensores del convento peleaban con nada más que las manos y sus bayonetas, apareció dos veces más la bandera blanca; y dos veces más un San Patricio la arrancó de la asta. Fue finalmente un capitán del ejército norteamericano quien decretó el cese de fuego, cuando se dio cuenta que los defensores no tenían con que disparar, y no obstante parecían dispuestos a pelear mano a mano, hasta el último hombre. Los San Patricios perdieron dos tenientes, cuatro sargentos, seis cabos, y 23 soldados en esa su última y más valiente batalla. Más de 80 lograron escapar, y muchos de éstos lograron reincorporarse al ejército mexicano después de la guerra. De los 85 que cayeron presos, 72 habían desertado de las filas norteamericanas, y fueron puestos ante un tribunal de guerra para ser juzgados por traición y deserción en tiempos de guerra. Los que habían desertado antes del comienzo de la guerra - como su fundador, John Riley -no podían, según los reglamentos de guerra, ser ejecutados; así que fueron condenados a ser torturados y humillados públicamente, y posteriormente encarcelados. Cuarenta y seis otros fueron ahorcados, todos por haber decidido abandonar las filas de la injusticia y pelear en su contra.
Los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron. Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra “D” de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847 (con anterioridad otros habían sido ejecutados en San Ángel el 10 de septiembre del mismo año). Por orden del General Winfield Scott, fueron ahorcados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se arengó a los caballos para que tiraran de las carretas convertidas en cadalso.
El historiador Michael Hogan cuenta que cuando se les acabaron las municiones, uno de los defensores del convento alzó una bandera blanca. Pronto fue arrebatado por el Capitán Patrick Dalton, de la compañía de irlandeses cuando el General Anaya ordenó que siguiera la batalla. En el transcurso de la tarde, mientras los defensores del convento peleaban con nada más que las manos y sus bayonetas, apareció dos veces más la bandera blanca; y dos veces más un San Patricio la arrancó de la asta. Fue finalmente un capitán del ejército norteamericano quien decretó el cese de fuego, cuando se dio cuenta que los defensores no tenían con que disparar, y no obstante parecían dispuestos a pelear mano a mano, hasta el último hombre. Los San Patricios perdieron dos tenientes, cuatro sargentos, seis cabos, y 23 soldados en esa su última y más valiente batalla. Más de 80 lograron escapar, y muchos de éstos lograron reincorporarse al ejército mexicano después de la guerra. De los 85 que cayeron presos, 72 habían desertado de las filas norteamericanas, y fueron puestos ante un tribunal de guerra para ser juzgados por traición y deserción en tiempos de guerra. Los que habían desertado antes del comienzo de la guerra - como su fundador, John Riley -no podían, según los reglamentos de guerra, ser ejecutados; así que fueron condenados a ser torturados y humillados públicamente, y posteriormente encarcelados. Cuarenta y seis otros fueron ahorcados, todos por haber decidido abandonar las filas de la injusticia y pelear en su contra.
Los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron. Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra “D” de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847 (con anterioridad otros habían sido ejecutados en San Ángel el 10 de septiembre del mismo año). Por orden del General Winfield Scott, fueron ahorcados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se arengó a los caballos para que tiraran de las carretas convertidas en cadalso.
Ejecuciones
Batalla de Chapultepec
- La Batalla de Chapultepec se libró el lunes 13 de septiembre de 1847 en el cerro del mismo nombre, en las cercanías de la Ciudad de México.
- El ejército de los Estados Unidos de América había invadido a la República Méxicana en el episodio conocido como Guerra del 47, so pretexto de violaciones territoriales en la zona de Texas que pertenecía a México desde época de la Colonia. Una parte del ejército estadounidense atacaba por el norte del país y otro contigente estadounidense había desembarcado en el puerto de Veracruz y avanzaba hacia la capital mexicana. En aquel entonces, en el Cerro de Chapulín (chapultepec en idioma náhuatl) se encontraban las instalaciones del Colegio Militar comandado por el general José Mariano Monterde con menos de 50 alumnos y un número reducido de defensores sobrevivientes de las anteriores batallas, y auxiliada la defensa por el Batallón de San Blas al mando del Teniente Coronel Felipe Santiago Xicoténcatl. Al estar situado en un punto prominente en el poniente del Valle de México, era uno de los últimos reductos que restaban en la defensa de la capital; el punto estaba a las órdenes del anciano general Nicolás Bravo, héroe de la Independencia.
- Una vez rodeadas las defensas orientales del Valle de México, los estadounidenses derrotaron a los restos del ejército mexicano en las funciones de armas de Padierna, Churubusco y el Molino del Rey. Sólo quedaba entre el ejército invasor y la capital el cerro de Chapultepec, que no era una fortaleza, sino el domicilio del Colegio Militar; no obstante, a su alrededor se habían realizado apresuradamente algunas obras para fortificar la defensa del castillo.
- Se le encomienda al Batallón de San Blas auxiliar la guarnición del Castillo de Chapultepec; el ejército invasor bombardea durante todo el día 12 la línea de defensa por lo que el batallón empieza a ser diezmado, es entonces cuando, Xicohténcatl ve al abanderado de su batallón caer, corre a tomar la bandera, pero es herido, con todo su esfuerzo trata de tomar la bandera pero de nuevo una bala lo hiere, toma la bandera, se pone en pie de nuevo y anima a sus hombres a seguir combatiendo, pero de nuevo es gravemente herido y cae envuelto con la bandera de su batallón, una vez tomada la posición con relativa facilidad por las divisiones de Worth, Quitman y Pillow, que enfrentaron a una pequeña guarnición de 823 soldados y 43 cadetes, con 4 cañones. La entrada a la Ciudad de México quedó expedita para el ejército estadounidense.
- Dentro de este episodio se ubica el evento conocido en México como el "Martirio Heroico de los Niños Héroes de Chapultepec". Unos días antes de la batalla, el General Mariano Monterde, Director del Colegio Militar le pidió a los Cadetes que se fueran a sus casas, pues el Colegio se utilizaría como baluarte de defensa. Algunos alumnos le solicitaron permiso para permanecer acuartelados y defender al país de los invasores hasta la muerte.
- Las edades de los cadetes oscilaban entre los 14 y 18 años; los instructores Oficiales a cargo tenían un poco más de edad, pero jóvenes todavía. El resto de la tropa de primera línea se encontraba muy reducida pues los remanentes habían sido desplazados hacia varios puntos de defensa alrededor de la Ciudad de México; y la mayor parte del ejército de línea ya había sido destrozado en el norte y oriente del país.
- En el fragor de la batalla se solicita permiso al General Nicolás Bravo para huir con los cadetes, pero el general no quiso o no pudo decidir un curso de acción, principalmente por el estado tan crítico en que se encontraba la defensa después de la deserción en masa de la mitad de los efectivos de línea. Lo único que pudo hacer fue asignar a los remanentes del Batallón de San Blas a los dormitorios y a la protección de los cadetes que quedaron a defender el castillo. Sin órdenes que cumplir y viendo al enemigo avanzar, los cadetes líderes trataron de decidir el curso a seguir intentando salir todos por el lado del jardín botánico. Los cadetes Juan Escutia, Vicente Suárez y Fernando Montes de Oca, prefirieron quedarse a pelear con los otros soldados del Batallón de San Blas quienes se colocaron al lado del jardín botánico para proteger la salida de los cadetes más jóvenes, entre ellos Francisco Márquez y Miguel Miramón, lo que provocó que los estadounidenses pudieran disparar fácilmente contra ellos. No obstante las muertes de Juan Escutia, Vicente Suárez y Fernando Montes de Oca, (este último muerto al saltar por la ventana, una vez protegida la salida de los demás), los cadetes sobrevivientes lograron huir siendo protegidos en la retaguardia por Francisco Márquez que a sus 14 años logró mantener a raya al enemigo hasta perecer.
- En el lado oriente del Castillo de Chapultepec se colocó la Segunda Compañía de Cadetes, mientras que en la parte occidente era defendida por la Primera compañía al mando del General Monterde. El ataque del ejército de los Estados Unidos empezó en la mañana del 13 de septiembre. A las 12 de la tarde la posición Caballero Alto sucumbe ante la embestida del enemigo por lo que Miguel Poucel ordena a la Segunda Compañía de aproximadamente 40 alumnos, 4 cabos y el sargento Teófilo Noris contraatacar antes de que el ejército enemigo atacara primero. Poucel encarga a Teófilo Noris proveer de fusiles cargados a los cadetes, mientras las municiones se agotaban Agustín Melgar se encerró en la biblioteca donde esperaba recibir con disparos al enemigo matando a uno de ellos, Melgar fue herido y falleció después de amputársele la pierna, al día siguiente. La segunda compañía no recibió mas órdenes debido a que el General Monterde había sido tomado prisionero en la parte occidental del colegio. Miguel Poucel ordenó colocar las armas en el suelo en señal de que estos jóvenes jamás las entregarían personalmente.
- La historia oficial mexicana recuerda en particular a seis de esos jóvenes que perdieron la vida en el combate. A estos jóvenes cadetes se les llama Niños Héroes de Chapultepec. Sus nombres:
- Durante el siglo XIX se dio especial realce al Batallón de San Blas, del cual fallecieron casi todos sus soldados al pie del cerro defendiéndolo contra el ejército estadounidense.
- En el Castillo de Chapultepec, hoy Museo Nacional de Historia, y sus alrededores se conmemora mediante placas los puntos donde murieron estos jóvenes defensores mexicanos conocidos como los Niños Héroes.
- La mayoría de los sobrevientes a la batalla fueron hechos prisioneros.
Los que sobrevivieron a la guerra desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mexicano. John Riley murió a finales de agosto de 1850, y fue enterrado en Veracruz el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército Mexicano. Ese mismo año el Ejército Mexicano tomó la decisión de disolver el Batallón.
Como muestra de agradecimiento a los integrantes del Batallón de San Patricio que se unieron al ejército mexicano, actualmente existe una calle en los alrededores del Ex-Convento de Churubusco (en ese entonces Convento de Santa María de Churubusco) llamada “Mártires Irlandeses”, cada año se realiza en este lugar un pequeño concierto de gaitas por los descendientes del Batallón de San Patricio. El Batallón es conmemorado en dos diferentes días en México; el primero el 12 de Septiembre, el aniversario de las ejecuciones, y el otro el 17 de marzo, día de San Patricio.
El 29 de abril de 1999, el Congreso de la Unión declaró a los combatientes civiles y militares de la guerra de invasión estadounidense como “Beneméritos de la Patria”.
Por gratitud y afecto, los mexicanos debemos recordar siempre y rendir homenaje a los héroes del Batallón de San Patricio, irlandeses de corazón mexicano.
Dios les de la gloria a estos soldados valientes.
Este Día de San Patricio - reconocido en la conciencia popular simplemente como día del santo irlandés, del color verde, de los tréboles y de la cerveza Guinness - debemos recordar a esos honorables irlandeses, quienes hace 152 años se negaron a pelear por un ejército invasor, y siendo todo menos cobardes, entregaron la vida por la causa de México; y así demostraron lo que es el verdadero espíritu irlandes.
Imágenes del final de la película interpretada por Tom Berenger "Héroes sin patria"
In Memoriam:
Capitán John O'Reilly, Thomas Riley, James Mills, Lawrence McKay, Francis O'Connor, Peter Neil, Kerr Delaney, Patrick Antison, Harrison Kenny, Roger Hogan,John Sheehan, John A. Myers, Richard Parker, Lemuel Wheaton, Samuel H Thomas, David McElroy, Parian Fritz, John Bowers, M. T. Frantius, Henry Mewer, Henry Octker, Henry Whistler, Wil/iam H. Keeck, Edward McHerron , Andrew Nolan, Patrick Dalton, John Cuttle, John Price, Wil/iam Oathouse, Wlliam A. Wallace, Elizier S. Lusk, Herman Schmidt, Martin Miles, Abraham Fitzpatrick, John Murphy, Lewis Preifer, John Benedick, John Rose, Lachlar McLanchlen, Patrick Casey, John Brooke, Roger Duhan, James Speers, Martin Lydon, Dennis Conahan, Auguste Morartaft, James McDowell, Gibson McDowell, Hugh McClelland, John McDonald, John Cavanaugh, Thomas Casidy, John Daly, James Kelly, John Littie, Henry Logenhame, Henry Venator, Francis Rhode, John Klager, Alfred K. Fogal, George Jackson, William O'Connor, Richard Hanly, John Appleby, George Dalwig, Berney Hart, Thomas Millet, Hezekiah Akles, John Bartely, Alexander McKee, F.W. Garretson
Os añado esto.
esta historia es sumamente interesante , pues tiene datos pocos conocidos en la historia oficial de Mexico.
ResponderEliminarA veces la historia oficial, por según que intereses, no sale a la luz como debiera. Esto perjudicaba mucho a los Yankees si se difundía, ya que en sus tropaa luchaban muchos Irlandeses.
ResponderEliminarAquí en España también hay muchos pasajes de la historia silenciados y que se quieren dar por falsos, dependiendo del grupo de poder que gobierne en ese momento. Saludos.