Dada mi condición de ex caballero legionario ( Tercio gran Capitán I de la Legión de Melilla), tuve la obligación y el placer de estudiar y aprender muchas canciones en el Tercio. Y como me gusta saber el porqué de las cosas y tradiciones, me llevó a descubrir la mas hermosa historia de amor jamás contada, nada que ver con la fama de rudos caballeros legionarios que nos apropiamos de un cuplé de los años 20. Aquí os dejo la verdadera historia del Novio de la Muerte.
El más atractivo y conmovedor canto legionario es, sin duda alguna "El novio de la muerte". Conozco su historia, como ya dije pertenecí al Tercio, tuvo el honor de estrenarla y hacerlo popular como "cuplé", pues ése fue su origen, la canzonetista Mercedes Fernández, denominada artísticamente "Lola Montes"
La Novela Teatral da constancia de Lola Montes,. Madrid, 17 de Mayo de 1919
Al principio era atribuida a una obra de teatro, cuyo estreno se atribuía a una canzonetista muy famosa de la época, llamada Salud Ruiz.
Hasta que un día, debido a esta noticia, publicó ABC una "carta al director", en la que una tonadillera, ya muy mayor -80 y muchos-, "Lola Montes", se presentaba como la auténtica protagonista del estreno del "cuplé"
Cartel de la obra
Doña Mercedes, que pese a su elevada edad, conservaba muchos rasgos de su belleza, le contó que había empezado su vida artística muy niña, como bailarina del Real, pero que, como tenía muy buena voz, se pasó pronto la zarzuela. Por aquellos años, que debían ser los que siguieron a la guerra europea, como se llamó entonces a la primera Guerra mundial, se enamoró de un género muy en boga, llamado "el cuplé", en el que triunfaban artistas como Raquel, la Goya, Carmen Flores o "La Argentinita".
Doña Mercedes debutó, con todo éxito, en la llamada "catedral del género", el teatro Romea. Su buena acogida la llevó a todos los de España, y, más tarde, a los de Europa y América. Siempre triunfante, nuestra "Lola Montes", seguiría en los escenarios hasta 1930, año en el que se retiró para casarse y crear una familia, a la que se consagró por completo, pese a las numerosas ofertas artísticas que la seguían persiguiendo. Un día, de principios de julio de 1921, marchaba "Lola Montes" por la calle de la Montera, y se encontró con uno de sus letristas, Fidel Prado, que le dijo acababa de recibir la partitura de un "cuplé", cuya letra había entregado hacía muy poco tiempo al compositor catalán Juan Costa, que, entusiasmado con el tema, le había puesto música de una sentada, y que le "había salido muy bien". Deseoso de conocerla y de que "Lola Montes" escuchará también, la invitó a una audición que iba a celebrarse en el estudio de Modesto Romero, también gran creador de "cuplés", que, al año siguiente, compondría "La canción del legionario".
Lola Montes en Alicante en 1976
Cuando aparecí en el escenario vestida de enfermera, el público, compuesto por relevantes figuras de la vida civil, jefes, oficiales y tropa, me dedicó una entusiasta ovación. Y, cuando terminé la canción, el auditorio, en pié, estuvo aplaudiéndome un largo rato, lo que me produjo una dulce y tierna emoción..." Mercedes vivió en la plaza los angustiosos días de julio de 1921 ,en los que se esperaba el asalto a la ciudad por las cábilas victoriosas de Annual, que se habían detenido para saquear las poblaciones inmediatas a Melilla. Gracias a ello pudo llegar a tiempo el socorro enviado desde Ceuta por mar.
Fueron días inolvidables para la canzonetista. Desde entonces, "El novio de la muerte" se convirtió en una de las obras más destacadas de su repertorio, como lo sería, posteriormente, para Salud Ruiz, Manolo Derkas y otras figuras del "cuplé" de aquellos días. El teniente coronel Millán-Astray, jefe del Tercio, vio en el título de Prado y Costa, por la fuerza emocional que encerraba la letra, un valioso canto legionario, que se interpretaría, desde entonces, al ritmo de marcha. En 1952, el director músico de la banda del Tercio, Ángel García Ruiz, tuvo la genial idea.
Anécdota verídica:
“El novio de la muerte” se ha adaptado al paso lento, procesional y fúnebre, cantándose en todos los cuarteles y campamentos de La Legión, en el tradicional “Sábado Legionario”, en el que se rinde culto y homenaje a nuestros muertos.
Este himno legionario nació como cuplé con letra de Fidel Prado, al inspirarse en la siguiente historia:
El 7 de enero de 1.921, en Beni Hassán, cuando el Tercio tenía sólo unos meses de existencia, (su primera Bandera se había organizado en octubre), después de haberse defendido heroicamente con su escuadra frente a los kabileños que los atacaron y pretendieron apoderarse de sus armas, murió a consecuencia de las heridas recibidas el Cabo Baltasar Queija de la Vega; era el primer legionario que perdía la vida en un hecho de armas. En su bolsillo se encontraron unos versos llenos de emoción y sentimiento. Se dice que acababa de enterarse de la muerte de su novia, y en esas confidencias íntimas que se hacen al compañero en las largas esperas campamentales de una estrellada noche moruna, había confesado: ¡Ojalá la primera bala no tarde mucho y sea para mi corazón, para reunirme pronto con ella!. Pocas horas después, cuando se realizaba la retirada de protección de unos caminos su escuadra fue atacada. Toda una premonición que presagiaba el futuro canto de “El novio de la muerte”.
…Por otra parte leemos en una revista de la Legión de la época la siguiente noticia: “La Legión Extranjera, al servicio de España en Marruecos, tiene ya su primer mártir, se trata del joven Baltasar Queija Vega, nacido en Minas de Riotinto en 1903. Ingresó con 18 años de edad en el Tercio Duque de Alba, al parecer por haber reñido con su novia”. Al Cabo Baltasar Queija en el acto del sepelio se le rindieron los máximos honores militares, por expreso deseos de Millán Astray y fue su muerte la que inspiró a su autor el himno “El Novio de la Muerte”. Y el mismo Millán Astray, en la revista “Nuevo Mundo” dice con respecto al desaparecido héroe en una entrevista y contestando a una pregunta que le hace el periodista sobre la clase de personal que tiene bajo sus órdenes en la Legión: “También la Legión ha tenido su poeta, un gran poeta, Baltasar Queija de la Vega. Apoco de alistarse recibió la noticia de que había muerto su novia. Aunque era bravo como un león yo le ví llorar al leer la carta… Quise consolarle y me dijo: “Mi teniente coronel, ¡Ojalá que la primera bala que se pierda sea para mí !. Y aquélla noche, cuando hacía centinela en el Zoco El Arbaa, un “paco” hizo un disparo, uno sólo, y le acertó en el pecho a nuestro poeta. Fue el primer legionario que enterramos”. Cumpliéndose su deseo de irse a reunirse con su amada.
EL NOVIO DE LA MUERTE.
Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.
Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo su Bandera
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
“…si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré”.
Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!
Atte: Jeús... Arsenal Le Comte.