Venganza Almogavar (Lurte)
Estaba un almogávare en uno de sus pasatiempos favoritos aparte de vaciar alegremente bodegas, saquear concienzudamente ciudades y dar pasaporte a los enemigos: cepillarse doncellas seduciendolas de una sutil manera, perseguirlas hasta reventarlas. Al parecer, en su afán de perseguir unas faldas, se despistó el pobre y alejóse demasiado de sus compañeros, demasiado ocupados a su vez en iguales menesteres, llegando a un lugar donde se encontraban, por casualidad, unos caballeros franceses descansando. Éstos, respingaron al verlo aparecer y, asustados, pensaron en montar a caballo y salir de allí como alma que lleva el diablo.
Pero nuestro Casanova sólo tenía ojos y piernas para su amada, no se percató de la presencia de de los intrusos franchutes y continuó su particular cortejo con la dama en cuestión.
Pero nuestro Casanova sólo tenía ojos y piernas para su amada, no se percató de la presencia de de los intrusos franchutes y continuó su particular cortejo con la dama en cuestión.
Pronto, observaron los gabachos que el susodicho estaba más preocupado en perseguir a su amada y en mantener el equilibrio que en prestarle atención a ellos. Con la paciencia que sólo da la cobardía, esperaron a que el "bicho" estuviera en condicones aún más favorables para lograr su captura. Por fín el donjuan, consiguió su propósito y estaba encima de la dama, con el camisón subido (era su única vestimenta tanto para el amor como para la guerra) y el culo al aire. Sin armas para defenderse (ya se sabe que para el amor sólo hace falta un sable y éste lo tenía ocupado en ese preciso momento) y borracho perdido (había vaciado varias bodegas), los gabachos se abalanzaron por la espalda y tras ardua lucha lograron reducirlo.
Una vez maniatado, ufanos de su hazaña, marcharon a la corte de un rey francés dispuestos a contar su heroica peripecia y sacar provecho de tan extraño y escaso especimen y se lo ofrecieron como atraccíón de circo a cambio de favores reales. El rey francés, intrigado, pues era la primera vez que se podía observar de cerca a un especímen tan peculiar. En realidad era la primera vez que "alguien" podía observar a un almogávare de cerca y después contarlo.
S.Luis Rey de Francia
El monarca, aceptó la propuesta de los caballeros y ordenó llamar al prisionero ante su real presencia. Luego de estudiarlo con minuciosidad, observarlo detenidamente, se fijó en que tampoco era tan fuerte ni parecía tan fiero. Muy desaliñado, bastante sucio, pequeñito, vestido con harapo y apestando a diablos muertos, más bien le pareció un mendigo guarrete.
Con permiso de mi amigo Emilio jejejeje ;) (Lurte)
El rey, para salir de dudas, decidió enfrentarlo en un combate singular contra su mejor guerrero. Un caballero hace acto de presencia armado hasta los dientes y con una coraza primorosamente labrada. Enfrente, nuestro protagonista medio en pelotas y con el chuzo en ristre. Ni que decir tiene que un tristras, el arrogante franchute estaba herido, desarmado y a sus piés. Ya se disponía a rematarlo, cuando el rey habló:
"Te perdono la vida y te concedo la libertad si no matas a mi súbdito" le prometíó muy solemnemente.
Como ya habréis supuesto, el caballero francés y el almogávar se fueron, como buenos camaradas, juntos de rositas... directos al infierno pero sin cabezas y solemnemente.
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