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Your dying Heart by Adrian von Ziegler on Grooveshark

domingo, 30 de octubre de 2011

EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO EN LA NUEVA ESPAÑA (ROSA DE MORAILA escritora)



EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO EN LA NUEVA ESPAÑA

Si bien es cierto, el tratado de libre comercio que se establece entre México, los Estados unidos y Canadá, es el primero de su genero; también es cierto que, ya existió otro tratado de libre comercio hace más de dos siglos, cuando México era una colonia que formaba parte del Imperio Español y, que por lo tanto, será interesante conocer algunas de las consecuencias que genero a la Nueva España, no solamente en los renglones económicos sino también en social, cultural y político que de alguna manera dieron las condiciones para el nacimiento del México Independiente. Es decir , produjo cambios profundo que a corto y largo plazo cambiaron a la Nueva España en perjuicio de España que pierde la mayoría de sus colonias de América para beneficiar a Inglaterra que consolida su imperio y los Estados Unidos de Norteamérica, que se expanden en los territorios del este y sur de las trece originales colonias.


La Nueva España, que se inicia con la caída del Imperio Azteca (1521), dio auge y riqueza a España, ha pesar de la decadencia en todos lo ordenes en que había caído el Imperio Español. La riqueza que la colonia había enviado a España no la aprovechó puesto que produjo poco beneficio a los españoles y grandes perdidas a los súbditos coloniales.

Por el contrario, genero un alto grado de corrupción, ineficacia, atraso industrial, comercial y político a la propia España y muchos privilegios y riquezas a unos cuantos comerciantes que se aprovechaban de la carestía y que actuaban como agentes intermediarios de los comerciantes ingleses y holandeses, principalmente.

En la Nueva España, el puerto de Veracruz era el único autorizado para hacer el arribo de las naves que salían del puerto de Cádiz, único puerto autorizado para el comercio con la América Española y España, puesto que existía la prohibición para el uso de los otros puertos con que contaba esta colonia, pero también solamente podía comerciar a grande escala algunos comerciantes españoles que se agrupaban en un organismo monopólico denominado “ Consulado de México”, y que cada vez que llegaba la flota al puerto de Veracruz, sea personalmente o por medio de sus agentes, concurrían “ a la Feria de Jalapa”, en donde adquirían los cargamentos que cada vez mas esporádicamente llegaban de ultramar; además, estos mismo comerciantes adquirían las mercancías que una vez al año arribaba al puerto de Acapulco de las Filipinas, en el famoso galeón de Manila.


Toda la mercancía se concentraba en la ciudad de México, en las tiendas mayoristas que distribuían al interior del país. Es decir, todo el comercio exterior de la Nueva España era solamente por conducto de la Madre Patria y con la colonia española de Asia de las Filipinas, Estaba vedado comerciar la Nueva España con las demás colonias españolas de América del Sur y con mayor razón con los diferentes países europeos y sus colonias en América.

El comerciante mayorista organizado en el “Consulado de México”, tenia asimismo, comercio al menudeo, donde vendía cualquier cosa que pudiese dejar utilidades, no tenia empacho en poseer “tiendas mestizas” mas pequeñas, en las que vendía azúcar, cacao, aguardiente, verduras, velas y jabón; los mercaderes de México, además del control del mercado exterior consolidaron los mercados interiores, mediante un monopolio mercantil cerrado.



Los grandes comerciantes de la Nueva España, como sector productivo, se relacionan íntimamente con los altos grupos de poder de la sociedad colonial y de las diversas ramas de la producción, principalmente en el gobierno virreinal, a fin de garantizar su influencia, su estatus y poder. El comercio de México, fue la pieza fundamental de todo este tipo de reino y fuente que riega todas las herederas que le sustentan ya que controlaba la rama bancaria, haciendo prestamos al minero, al labrador, al ganadero, etc.; estos grandes mercaderes invirtieron en la minería, en la agricultura y la ganadería, asegurando con ello la circulación monetaria en beneficio del comercio exterior y , a la vez, los productos agrícolas y ganaderos los acomodaban en el mercado interno; no fue raro que la industria, la agricultura, la minería y la ganadería fueron continuamente deudores de los comerciantes, para después poco a poco adquirir el almacenero, la explotación directa como propietario de estas fuentes de producción ( minas, haciendas y estancias).

La aristocracia de la Nueva España, en su mayoría, estaba formada de estos ricos comerciantes, al permitírseles comprar los títulos de nobleza.



También los citados almaceneros controlaban el comercio con los indígenas por conducto de la autoridad real, a través de los alcaldes mayores, intervenían en los pueblos indios, como justicia, administrador colector de impuestos, de las alcabalas de la corona de España, pero el mayor beneficio lo recibía el Alcalde Mayor como agente comercial de los comerciantes de la ciudad de México. Todas estas cosas sucedieron durante el reinado de la familia Habsburgo.

El primer Rey de la casa de los borbones para remediar todos estos males, inicio el cambio del gobierno, tanto político, administrativo y económico. Para destruir el monopolio comercial en 1778 expidió la cedula del comercio libre, la corona española abolió al sistema de convoyes para el Atlántico, y puso fin al monopolio de Cádiz en el comercio con las colonias americanas, a partir de entonces, todos los puertos principales de la Península pudieron tener tratos directos con la Nueva España y las demás colonias de América del Sur, primero mediante licencias individuales y, después, a partir de 1789, sin restricción alguna.

Durante el decenio que se inicia en 1780, la colonia recibió una cantidad sin precedentes de artículos europeos, y al saturarse sus mercados en poco lapso de tiempo cayeron tanto los precios como las ganancias, cambio el mismo sistema de distribución, desapareció el monopolio de la ciudad de México y de Veracruz, que anteriormente no era mas que un puerto de transito, pronto contó con un grupo de comerciantes que despachaban sus mercancías directamente hacia el norte, haciendo a un lado a los almaceneros de la capital y tratando directamente con los comerciantes de las provincias. Surge a su vez una nueva especie de agentes viajeros que compraban en Veracruz, vendiendo en donde encontraron mayor demanda del producto , sin embargo, al comprar al mayor la mercancía de importación, la cual la mayor de la veces a crédito, se le cobraba un rédito mucho mas gravoso del 15 por ciento en comparación al 5 por ciento anual interno que cobraba la iglesia; es decir, la ganancia no quedo en la Nueva España, sino a favor de los extranjeros que aparente de la ganancia por la venta de la mercancía, también recibía la del crédito.



En la Nueva España como el resto de las demás colonias, al lado de la autoridad nombrada por la corona española, se encuentra otro pequeño grupo de gran poder social, económico y político que compartían el poder en beneficio propio, como lo era la Iglesia, los comerciantes organizados en el consulado y los hacendados, fue por eso que, la forma borbónica del Libre Comercio, en ultima instancia, destruyo a estos grupos de poder, por lo que sus consecuencias posteriores fueron la lucha entre el gobierno imperial y los nuevos comerciantes formados con el Tratado de Libre Comercio, llevando así a la Nueva España y a las demás colonias de América a independizarse de España.


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sábado, 29 de octubre de 2011

El santo cáliz de Valencia (La copa de la última cena )

Copa de ágata

Tanto por los datos arqueológicos como por el testimonio de la tradición y los documentos que se poseen, es completamente verosímil que este hermoso vaso estuviera en las manos de Jesús cuando la víspera de su Pasión, tomó pan en sus  manos, y, elevando los ojos al cielo, dijo:
Hacia ti, Dios, Padre mio todopoderoso, dando gracias lo bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos diciéndoles:

“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros”. Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”

(Plegaria eucarística I, Canon romano. Cf. Mateo 26-29; Marcos 14, 22-25, Lucas 22, 1520 y I Corintios 11, 23-25)

Mirad la diferencia de coloración entre esta imagen y la anterior, dependiendo de donde provenga la luz, resalta más o menos los colores del ágata.

Para los cristianos, el Santo Grial es y siempre ha sido la copa usada por Jesús para consagrar el vino en la Ultima Cena, el auténtico receptáculo que recibió la sangre de Cristo en el apenas instituido sacramento de la Eucaristía.

La gente de todo los tiempos se ha quedado un poco perpleja de que esta preciosa reliquia haya originado un importante número de historias fantásticas sobre guerreros, monjes y reyes que se embarcaban en su búsqueda.

Esto ha sido así no sólo para la gente medieval sino para personas de nuestros días, dada la actual popularidad de las leyendas sobre el Santo Grial y películas tales como «Indiana Jones y la Ultima Cruzada», en la que Indiana Jones descubre un gran número de posibles griales en la inverosímil ubicación de Petra, Jordania.

Lamentablemente, el grial que Indiana dice que es auténtico es el menos probable, históricamente hablando, porque está hecho de madera, un material poroso que estaba prohibido en la celebración de la Pascua judía. (Así que todos los que hay de madera, que son la mayoría ya quedan excluidos)

Es innegable que Jesús utilizó una copa para la consagración y que esta copa es un objeto histórico, no un mito. Quizá a causa del misterio y fantasía que han rodeado a esta reliquia por excelencia, algunos investigadores actuales han creado un escenario por el que el Santo Grial podría estar relacionado con temas que van desde la Sábana Santa de Turín hasta María Magdalena.

Reproducción 3D del Santo Cáliz

Otros definen el Grial simplemente como un interrogante personal o una exploración del ser, o lo relacionan con toda suerte de antiguas leyendas y ritos de la fertilidad, conduciendo a una gran confusión como la que tenemos actualmente.

Es verdad que en el siglo XVI había unas 20 copas que reivindicaban el honor de ser la auténtica usada por Jesús en la Ultima Cena. Pero hoy ninguna de ellas es considerada auténtica, con la excepción del Santo Cáliz de Valencia y la copa de plata de Antioquía.

La copa de plata de Antioquía tiene una capacidad de dos litros y es demasiado grande para poder pasar de mano en mano, en torno a la mesa de la Ultima Cena durante la comunión eucarística. Y que este recipiente de plata tiene grabada la última cena, por lo cual no pudo ser por razones obvias. Ahora, si que pudo ser el recipiente donde se encontraba el vino para ser escanciado. Ya que lo interesante y misterioso sin embargo, es el hecho de que san Jerónimo mencionara que había dos copas sobre la mesa de la Ultima Cena, una copa de plata que contenía el vino para la cena, y una de piedra que fue usada para la institución de la Eucaristía.

Copa de plata de Antioquía

Aquí os pongo una serie de distintos supuesto Griales:


El Cáliz de Antioquía de la Colección Cloisters del Metropolitan Museum de Nueva York, descubierto en Siria a principios del siglo XX. Investigaciones de finales del siglo XX sostienen, sin embargo, que la copa de Antioquía sería una falsificación contemporánea a su hallazgo. Aunque si que hubo un recipiente para contener el vino en la última cena.

El Sacro Catino de Génova, que fue llevado tras la Primera Cruzada a Italia. Es un plato hexagonal verde que se creía de esmeralda, aunque es un cristal verde egipcio. Los genoveses, en realidad, nunca han sostenido que se trate del Santo Grial, sino de una pieza de la vajilla usada durante la Santa Cena.

 Sacro Catino de Génova

Vaso de Nanteos es un cuenco medieval de madera, como he dicho antes queda excluido por que la madera está prohibida en la celebración de la Pascua Judía. Procedente de la Mansión Nanteos, en Gales. Según la tradición de la familia Powell, propietaria de la reliquia, procede de la abadía de Glastonbury. Sin embargo, los que la examinaron llegaron a la conclusión de que se trata de un objeto del siglo XIV.

 Vaso de Nanteos

El Cáliz de Ardagh encontrado en Irlanda; se halla en el museo nacional de Dublín. Se trata de una pieza de orfebrería irlandesa fechada en el siglo VIII y nunca fue identificado con el Grial de la leyenda.

 Cáliz de Ardagh

La Copa de Hawkstone Park, propiedad de Victoria Palmer. La reivindicación de esta pieza ha sido hecha por Graham Phillips, quien sostiene que la pieza fue llevada a Inglaterra tras ser saqueada Roma por los visigodos. La copa no mide más de seis centímetros, está hecha de una piedra semipreciosa —ónice verde— y, según el propio Philips, es muy posible que date de la época romana.

Copa de Hawkstone Park

Achatschale: el Cuenco de Ágata que se encuentra en el tesoro de los Habsburgo en Viena. Se trata de un cuenco del siglo IV procedente de Constantinopla o Tréveris y que lleva una inscripción que puede leerse como B.XRISTO.RI.XXPP, supuesta referencia a Cristo, o bien como ARISTO, que podría ser el nombre del grabador. Es parte de las reliquias imperiales del desaparecido Sacro Imperio Romano Germánico; entre las cuales también figura la Lanza de Longinos, y no ha sido asociada, por lo común, con el Grial.

Achatschale Viena

 La Copa de Hierro: Aparece en las portadas del libro italiano: "La Leyenda del Santo Grial" de Gabriella Agrati e Maria Letizia Magini, donde se indica que esta pieza es el auténtico Grial, sin que exista alguna otra prueba conocida de dicha afirmación.

 Copa de hierro

Copa de Santa Isabel: Copa que perteneció a Santa Isabel de Hungría, y que tras la muerte de la santa se le atribuyeron milagros de curaciones. El padre de Isabel de Hungría fue mecenas de Wolfram von Eschenbach quien es posible contara las historias del Grial a Santa Isabel.

 Copa de Sta Isabel: Cristal de roca. Egipto, año 100 aprox. Museo de Coburgo

El llamado cuenco de Glastonbury, una vasija de bronce que se conserva en el museo de Taunton, se lo ha relacionado durante mucho tiempo con las leyendas del Grial, a pesar de pertenecer a época anterior a la del símbolo cristiano

El Cuenco de Glastonbury
Bronce. Museo de Taunton, Somerset

En resumidas cuentas en la última cena había, una copa de plata que contenía el vino para la cena, y una de piedra que fue usada para la institución de la Eucaristía. Sólo el Santo Cáliz de Valencia, con la parte superior de piedra de ágata, responde a la descripción de san Jerónimo acerca de la copa usada por Cristo en la consagración. Cuando se examina su tradición e historia en detalle, es completamente evidente que todo concuerda. Y a ello vamos.

La historia: 

Es posible reconstruir la historia del Santo Cáliz de Valencia hasta el día de la Última Cena.
Nadie puede dudar seriamente del carácter histórico de la Última Cena, a la que se refieren los evangelistas y también las cartas de San Pablo.
En palabras de la investigadora Janice Bennett, "es innegable que Jesús utilizó una copa para la consagración y que esta copa es un objeto histórico, no un mito". El dueño del cenáculo en el que se celebró debía ser una persona acaudalada, como podemos deducir de lo que se dice en el evangelio de Marcos 14,13-15. Los apóstoles contactaron con el dueño del cenáculo porque les salió al encuentro "un hombre que lleva un cántaro de agua", lo que supone que se trataba de un criado; por lo tanto, el dueño de la casa tenía criados. Por otra parte, se trataba de "una habitación en el piso de arriba grande y amueblada". No hay duda de que se trataba de la casa de alguien de un nivel económico elevado.
Jesús celebró allí la Pascua. Para ello debió utilizar una copa de bendición. Esta era una copa especial que se utilizaba en la pascua judía. Si el propietario del cenáculo tenía un nivel económico elevado, la copa de bendición utilizada por Jesús debía ser de calidad. El Santo Cáliz de Valencia, como ha acreditado el estudio del profesor Beltrán, reúne las condiciones exigibles para su uso como copa de bendición por una familia acomodada en la primera mitad del siglo I.
Las copas de bendición judías no podían ser de madera o de metal, sino que tenían que ser de cristal o piedra. Una familia acomodada utilizaría como copa de bendición de un material semiprecioso como el Cáliz de Valencia.
Es evidente el importante papel que la primera comunidad cristiana otorgó a las palabras pronunciadas por Jesús en esa Cena. Siendo ello así, no nos puede extrañar que después de los acontecimientos ocurridos inmediatamente después de la Cena (crucifixión, sepulcro vacío, apariciones,...), la copa o cáliz utilizado esa noche por Jesús fuera diligentemente conservado por la primera comunidad cristiana.



La profesora Bennet explica del siguiente modo el proceso por el cual el Santo Cáliz pasó de Jerusalén a Roma: (Bennett posee un master en Literatura española por la Universidad de Colorado y un certificado de «Advanced Bible Studies» de la Escuela Católica Bíblica de Denver. Es miembro del centro español de Sindonología, con sede en Valencia, España)
"Muchos estudiosos creen que el Cenáculo --la habitación en la que tuvo lugar la Ultima Cena--, y el Santo Cáliz eran propiedad de la familia de san Marcos, el evangelista, que hizo de intérprete de san Pedro en Roma.
San Marcos y san Pedro vivían en relación estrecha y parece tener sentido que san Marcos diera la Santa Copa a san Pedro, por la simple razón de que era muy importante para los primeros cristianos usar reliquias en la liturgia, y Pedro era la cabeza de la Iglesia.
La tradición española afirma que san Pedro se llevó el Santo Cáliz consigo a Roma, donde lo pasó a sus sucesores hasta la persecución de Valeriano, en el año 258".


La tradición nos indica que el Santo Cáliz fue conservado y llevado luego a Roma, donde era utilizado por los primeros Papas. El profesor Antuñano ha señalado que existen indicios de que el verdadero Cáliz fue utilizado por los primeros Papas en la celebración de sus misas solemnes. El canon litúrgico romano de los primeros Papas, en el momento de la consagración, decía textualmente "...tomando este glorioso cáliz...", con lo que se hacía específica referencia a que en la consagración se estaba utilizando precisamente el mismo cáliz empleado por Jesús en la Última Cena. En contraste con el canon romano, en la fórmula de consagración del canon oriental se decía "...tomó la copa con el vino...". Esto se explicaría porque se sabía que en las celebraciones que presidía el Papa se utilizaba el mismo cáliz empleado por Jesús en la Última Cena. Una de las conclusiones del I Congreso Internacional del Santo Cáliz celebrado en Valencia en noviembre de 2008 fue precisamente la de que el estudio de las peculiaridades del texto del canon de la consagración romano supone un avance notable para datar la existencia en Roma del Santo Cáliz en la primera mitad del siglo III.


Nos situamos así en el año 258, en el que era Papa Sixto II. Se desató entonces una persecución contra los cristianos, promovida por el emperador Valeriano. Con el fin de impedir que el Santo Cáliz sufriera algún daño, el Papa Sixto II lo entregó en custodia a uno de los diáconos de Roma, llamado Lorenzo cuyos padres era originarios de Huesca.
Monedas de la época del emperador Valeriano

La intervención de Lorenzo salvando el Santo Cáliz y enviándolo a España se cuenta con detalle en "La Vida de San Lorenzo" contada por el agustino San Donato en el siglo VI. El original de este manuscrito no se ha conservado. Sí se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid la traducción al castellano del manuscrito original en latín efectuada por el también agustino Lorenzo Mateu y Sanz en el año 1636. Según el traductor el texto por él traducido (y que no se ha conservado) lo encontró en el colegio de San Fulgencio de la Orden de los agustinos cuando Mateu estaba allí de lector.
Según el traductor, que el autor del escrito era Donato se extraía de su título y del contenido del capítulo octavo; el escrito original habría sido encontrado por los agustinos que, después de reconquistado el Reino de Valencia, fueron al antiguo monasterio de Servitano (donde fue abad Donato) y recuperaron algunas antigüedades que quedaban en las ruinas.


Muerte de S. Lorenzo, asado a la parrilla.

San Donato fue un religioso de la orden de los agustinos que llegó a Valencia procedente del sur de África. Hacia el año 570 Donato era abad del monasterio valenciano de Servitano. La información sobre la vida de Lorenzo antes de que éste viviera en Roma la le fue transmitida a Donato por los presbíteros de más edad de Valencia. En el relato de Donato que se conserva (que como hemos dicho es la traducción efectuada por otro miembro de su orden el año 1636) se cuenta que los padres de Lorenzo, Orencio y Prudencia, se trasladaron desde Huesca a Valencia huyendo de las persecuciones a las que fueron sometidos los cristianos. Según Donato, Lorenzo nació en Valencia, y no en Huesca, como se recoge en otras tradiciones. Siendo Lorenzo todavía un niño pequeño, los padres deciden ir en peregrinación a los Santos Lugares. Sin embargo, durante la travesía una tormenta obliga a desviar el barco y finalmente la familia se refugia en Italia, en la ciudad de Capua. Estando el joven Lorenzo, de unos catorce años, en el pueblo italiano de Osca conoció el que luego sería el Papa Sixto II, que se lo llevó consigo. Si bien la historia que nos cuenta Donato es verosímil, lo cierto es que existe otra tradición según la cual Lorenzo nació en Huesca y sus padres Orencio y Prudencia permanecieron hasta su muerte en esa localidad. Debe señalarse que la historia del viaje de Orencio y Prudencia de Huesca a Valencia y el nacimiento valenciano de San Lorenzo se cuenta también en la obra Anales del Reino de Valencia, de Francisco Diago, del año 1613.

Tanto Sixto II como el que luego se convertiría en San Lorenzo murieron como mártires en las persecuciones de Valeriano. El Papa Sixto, antes de que lo mataran, encargó a Lorenzo que salvara las reliquias y que repartiera las riquezas entre los pobres. Según el relato de Donato, Lorenzo comenzó a cumplir lo ordenado por el Papa y acudió a la vecindad de Patricia, donde entró en la cueva de Hepociana, donde estaban muchos cristianos con el presbítero Justino.

Según Donato:
"Entre los que habían encontrado refugio allí, vio a Precelio, su condiscípulo y conciudadano, porque era un español de la ciudad de Hippo en Carpetania (la actual Toledo). Le confió algunas memorables reliquias para que pudiera enviarlas a España, entre las que se encontraba la más distinguida Copa en la que Cristo nuestro Dios y Maestro consagró su preciosa sangre la noche de la Última Cena".
La entrega del Santo Cáliz por parte de San Lorenzo a un soldado podía verse también en unos frescos dibujados en las paredes de la Basílica de San Lorenzo Extramuros de Roma, que se remontarían a comienzos del siglo XIII. Estos frescos fueron destruidos como como consecuencia de los bombardeos de la II Guerra Mundial.


 Fotografía del fresco de la Basílica de San Lorenzo Extramuros antes de su destrucción. Arriba a la izquierda el Papa Sixto II entrega a Lorenzo el Cáliz. Arriba a la derecha, Sixto se lo entrega a un soldado

De este modo, sería este cristiano español llamado Precelio, que se hallaba en Roma, el que se encargaría de trasladar la reliquia a España. Con seguridad Lorenzo le encargó que trasladara el Santo Cáliz a Huesca que lo entregara a la familia que Lorenzo conservaba en esa localidad.
Según Donato, los padres de Lorenzo permanecían entonces en Italia, donde murieron. Como hemos dicho, según la historia de Donato Lorenzo nació en Valencia, pero allí no tenía más familiares. Su familia (tíos y primos) seguía estando en Huesca, por lo que era lógico que ordenara a Precelio que se dirigiera a Huesca.
Debe recordarse que San Vicente Mártir era primo de Lorenzo, pues el primero era hijo de una hermana menor de la madre del segundo. Vicente nació en Huesca y después permaneció en Zaragoza; como consecuencia de una nueva persecución contra los cristianos, fue capturado y trasladado a Valencia, donde moriría martirizado a comienzos del siglo IV.
Para la tradición que sostiene que los padres de Lorenzo, Orencio y Prudencia, permanecieron siempre en Huesca, no existe ninguna dificultad en explicar que el primer refugio en España del Santo Cáliz fuera Huesca: Lorenzo dio instrucciones de que se remitiera la reliquia a sus padres, que ya se encargarían de guardarla en sitio seguro.

El Santo Cáliz permanecería escondido en Huesca hasta el año 711, se supone que guardado en la Iglesia del Santo Pedro el Viejo de dicha localidad.
Iglesia de S. Pedro el viejo


El año 711 comenzó la invasión árabe de España. Con el fin de proteger el Santo Cáliz, el obispo de Huesca, llamado Acilso, abandonó su ciudad junto con el Cáliz y otras reliquias. La antigua sede episcopal de Huesca iniciaría así un largo período itinerante, en el que sucesivamente iría cambiando su emplazamiento. Cada cambio de sede episcopal suponía al mismo tiempo el traslado de la ubicación del Santo Cáliz, que era la reliquia más valiosa que se llevó consigo el Obispo Acilso en su huía de Huesca. Así, el Santo Cáliz iría recorriendo un largo itinerario, pasando por las sucesivas sedes episcopales del antiguo Obispado de Huesca. Así, el Santo Cáliz pasaría por los siguientes lugares:
-En un primer momento, parece ser que se buscó refugio en la Cueva de Yebra, en el Pirineo aragonés. De hecho, en la iglesia parroquial de Yebra se conservan algunas reliquias que podrían dar testimonio de que allí estuvo durante unos años la sede episcopal.

Cueva de Yebra

Algo más tarde el Santo Cáliz se localizaría en el Monasterio de San Pedro de Siresa, en el municipio de Hecho. En este sentido, se conserva una Carta de San Eulogio de Córdoba que menciona a Ferríolo, "Obispo de San Pedro de Siresa", que gobernó la Iglesia aragonesa los años 815-831. En Siresa debió estar la sede episcopal por lo menos durante más de cien años.

S. Pedro de Siresa

Posteriormente el Santo Cáliz se trasladó (al trasladarse también la sede episcopal) a San Adrián de Sasabe, en la localidad de San Adrián, cerca de Aisa. Por lo menos hasta siete Obispos están sepultados en esta iglesia.

S. Adrián de Sasabe

En tiempos del Obispo Mancio II (1014-1033) la Sede Episcopal (y con ella el Santo Cáliz) se trasladaron a la Iglesia de la Corte, que se hallaba en el municipio de Bailo. En Bailo el Cáliz debió permanecer del 1014 al 1045.

Hacia el 1045 la Sede Episcopal se trasladó a Jaca. El Santo Cáliz se ubicaría primero en la Iglesia o Monasterio provisional, desde donde pasaría a la nueva Catedral de Jaca, cuya construcción finalizó alrededor del año 1063.

 Catedral de Jaca

Finalmente, alrededor del año 1071 el Santo Cáliz fue llevado desde la Catedral de Jaca hasta el Monasterio de San Juan de la Peña, donde permanecería hasta el año 1399.

Monasterio de S. Juan de la Peña.

 La larga permanencia del Santo Cáliz en San Juan de la Peña (desde comienzos del siglo XI hasta 1399) dio lugar a que surgieran las narraciones medievales sobre el Santo Grial. Las tradiciones más conocidas son la versión francesa de Chretien de Troyes (escrita entre 1181 y 1191) y la alemana de Wolfram von Echembach (finalizada en 1215). Recientemente el investigador alemán Michael Hesemann ha demostrado que la estancia del Santo Cáliz de Valencia en el monasterio de San Juan de la Peña fue el origen y modelo de la leyenda del Santo Grial narrada por von Echembach.

 Wolfram von Eschenbach como caballero en el Codex Manesse.

 S. Juan de la Peña

Por otra parte, la permanencia del Santo Cáliz en San Juan de la Peña pudo tener un reflejo iconográfico en la zona del pirineo español, zona en la que prolifera la representación de Vírgenes portando el Cáliz. Una de las conclusiones del I Congreso Internacional del Santo Cáliz de Valencia celebrado en noviembre de 2008 ha sido precisamente que debe profundizarse en el estudio de esta posible influencia.
 
Virgen portando el Cáliz de San Clemente Tahull siglo XII

 El año 1399 el rey de Aragón Martín el Humano solicitó de los monjes del monasterio de San Juan de la Peña la entrega del Cáliz, pues deseaba tener la reliquia en su casa en Zaragoza. Se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona (Pergamino nº 136 de la Colección de Martín el Humano) el documento fechado el 26 de septiembre de 1399 de entrega del Santo Cáliz a Martín el Humano. En este documento se hace constar que "... sea a todos de manifiesto que, como el excelentísimo Príncipe y señor D. Martín, por gracia de Dios Reay de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña y Córcega, y Conde de Barcelona, del Rosellón y de la Ciretánea, haya deseado y procurado, con ahinco, tener en su Capilla Real, aquel Cáliz de piedra en el cual Nuestro Señor Jesucristo, en su Santa Cena, consagró su Preciosa Sangre, y que el bienaventurado Lorenzo, que lo recibió de San Sixto, a la sazón Sumo Pontífice, cuyo discípulo era, y daácono de Santa María in Dominica, envió y dio con una su carta al Monasterio y Convento de San Juan de la Peña, situado en las montañas de Jaca del Reino de Aragón...".

De este modo, el Santo Cáliz fue llevado desde el Monasterio de San Juan de la Peña (donde había permanecido oculto más de trescientos años) hasta el Oratorio del Real Palacio de la Aljafería de Zaragoza. Más tarde fue trasladado a la Residencia del Rey Martín el Humano en Barcelona. En el Inventario de Bienes hecho en 1410, a la muerte de Martín el Humano, consta que entre los bienes muebles del monarca en Barcelona se halla el "Calix de vincle e calcedonia, lo cual, segons se diu, fo aquell ab que Jhsu Chist consegrà la sua Saneta e precisoa sanch lo dijous sant de la Cena..." .
Palacio de la Aljafería (Zaragoza)

Al morir Martín el Humano le sucedió en el Reino, en virtud del Compromiso de Caspe, su sobrino Don Fernando de Antequera. Y, como ya hemos dicho antes, fue su hijo y sucesor, Alfonso V el Magnánimo, el que hizo llevar el Santo Caliz desde Barcelona a su Palacio Real de Valencia, por el año 1414.

 Palacio Real de Valencia, antes de su derribo en 1810
(El derribo del edificio fue un intento de los Borbones de borrar uno de los símbolos del pasado de Valencia como reino, ya que el Palacio Real representaba un emblema de poder y de gloria para la ciudad .)

El 17 de marzo de 1437 el rey Alfonso V de Aragón, llamado el Magnánimo, hizo entrega solemne del Santo Cáliz a la Catedral de Valencia. De esta donación se conserva el documento público en el que se levantó acta de la misma.

Documento de ingreso

Alfonso el Magnánimo había trasladado su Corte desde Barcelona a Valencia el año 1424, llevando consigo el Santo Cáliz, el cual, antes de la entrega a la Catedral, estuvo depositado en el Palacio Real de Valencia. En el documento de entrega del Santo Cáliz a la Catedral de Valencia de 18 de marzo de 1437 se hace constar que se hace donación de "el Cáliz en que Jesucristo consagró la Sangre el Jueves de la Cena, hecho con dos asas de oro, cuyo pie, del mismo color que el Cáliz, está guarnecido alrededor de oro con dos rubíes y dos esmeraldas en el pie, y con veintiocho perlas, comparadas al grueso de un guisante, alrededor del pie de dicho Cáliz".

Pero en realidad no fue una donación, como tradicionalmente se piensa y ahora os lo explico.

Alfonso El Magnánimo solicitó al cabildo de Valencia un préstamo de 136.430 sueldos para costear la guerra de Nápoles y puso como aval la práctica totalidad de las reliquias que habían acumulado los reyes de Aragón durante el siglo XIV. El monarca se comprometió a devolver el crédito en cinco años y al no poder pagar se vio obligado a entregar el 18 de marzo de 1437 todas las reliquias. Entre ellas estaba el Santo Cáliz que según la tradición empleó Jesucristo en la Última Cena.

Durante la Edad Media se desató el fervor por poseer reliquias. Vicente Pons indica en su estudio que los reyes de Aragón reunieron a lo largo del siglo XIV, sobre todo en el reinado de Martin I El Humano, un considerable tesoro de piezas con un alto valor simbólico y representativo. Entre ellas, según consta en un inventario de 1410, estaba el supuesto Santo Grial utilizado por Jesucristo.

El relicario de los reyes de Aragón fue itinerante, con sedes en Barcelona, Zaragoza y Valencia. En un momento histórico en el que era muy complicado trasladarse a Jerusalén, la presencia de los relicarios convertía a las ciudades en destino de peregrinación.

El Cáliz llegó a Valencia en 1432. Alfonso El Magnánimo lo depositó en la capilla real de su palacio en Valencia y cinco años más tarde lo perdió al no poder hacer frente a la deuda.


Desde 1437 el Santo Cáliz ha permanecido casi ininterrumpidamente en la catedral valenciana.

El 3 de abril de 1744, día de Viernes Santo, el Santo Cáliz sufrió un pequeño percance. En aquellos tiempos se acostumbraba a utilizar el Santo Cáliz en los Oficios de Jueves y Viernes Santo para colocar en su interior la Sagrada Forma. El Arcediano Mayor y canónigo de la Catedral don Vicente Frígola Brizuela, que actuaba de Preste en los oficios, al ir a sacar la Sagrada Forma del Santo Cáliz, se desprendió de la copa, la cual resbaló y cayó al suelo, sufriendo un pequeño desperfecto. Recogidos inmediatamente y con todo cuidado los fragmentos, fueron colocados en el cofrecillo del Monumento y depositados luego en la Capilla de las Reliquias. Avisado el maestro platero Luis Vicent, acudió éste en la tarde de aquel mismo día con sus hijos, Luis y Juan, procediéndose a la recomposición de la Sagrada Copa, en presencia de varios Canónigos y del notario Juan Claver, levantándose la correspondiente acta de todo ello. El canónigo Don Vicente Frígola quedó tan impresionado por el percance que enfermó y murió a los quince días.

 En marzo de 1809, ante el avance de las tropas francesas, y con el fin de salvar la reliquia de la rapiña de Napoleón, el Santo Cáliz fue sacado de Valencia y fue llevado primero a Alicante. De Alicante volvió a Valencia en febrero de 1810, pero en marzo de dicho año hubo de ser trasladado de Valencia a Ibiza, y en febrero de 1812 a Palma de Mallorca. De Palma de Mallorca el Santo Cáliz volvió a la Catedral de Valencia en septiembre de 1813.


En 1916, el entonces Arzobispo de Valencia, Monseñor Valeriano Menéndez Conde, junto con el cabildo de la Catedral, acordó instalar el Santo Grial en la antigua Sala Capitular de la Seo, en lugar del relicario en el que permanecía desde el siglo XV.


El Santo Cáliz tuvo también que abandonar la Catedral en 1936, durante la Guerra Civil española. El 21 de julio de 1936, pocas horas antes de que las hordas revolucionarias saquearan y quemaran la Catedral, el Santo Cáliz fue sacado del templo, envuelto en papel de seda, disimulado con un periódico. El Cáliz fue primero escondido en varios domicilios particulares de Valencia y luego en la población de Carlet, donde permaneció oculto hasta el 30 de marzo de 1939, cuando, finalizada la contienda, pudo volver a la Catedral. En este período fue decisiva la intervención de María Sabina Suey, que fue la que, con gran peligro para su vida, ocultó en los primeros meses en su domicilio la reliquia.
El año 1959, con motivo de la celebración del XVII Centenario del Martirio de San Lorenzo, el Santo Cáliz salió en peregrinación por tierras de Aragón, recorriendo de nuevo el itinerario seguido por la reliquia desde su venida a España.
El año 1982 el Papa Juan Pablo II visitó Valencia y celebró la Santa Misa con el Santo Cáliz. Era la primera vez que el Santo Cáliz era utilizado por un Papa, desde los tiempos de Sixto II.





El 9 de julio de 2006 fue el Papa Benedicto XVI quien utilizó en Santo Cáliz en la Eucaristía con la que se clausuró el V Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia.




Pero, ¿en realidad el Santo Grial no es otra cosa? ¿No está relacionado con la sangre de Cristo, con María Magdalena y una posible familia de sangre real?


No es que yo crea a pies juntillas lo que nos dice la Iglesia, ya sabéis que no es santo de mi devoción, pues ya sabemos la de historias que muchas veces nos cuentan. Pero si que reconozco y creo en la documentación y en los datos que se aportan y en este caso del cócigo da Vinci de Dan Brown,  todos son refutables.


Esta teoria de momento, no se sostiene en documento histórico alguno y que no es tomado en serio por ningún especialista medianamente solvente.

El gran éxito editorial que ha supuesto la novela "El Código Da Vinci" ha difundido por todo el mundo una disparatada fábula según la cual el Santo Grial no sería sino la forma de denominar a los hijos que Jesús habría tenido con María Magdalena, que de repente se convierte en esposa de Cristo. Se trata de una hipótesis  que no tiene respaldo en ningún texto antiguo, ni siquiera en los llamados evangelios apócrifos.

Apócrifo de Judas.

La citada novela (así como también otros libros sensacionalistas) pretende fundamentar semejante dislate en el evangelio apócrifo de Felipe. El evangelio apócrifo de Felipe forma parte de la colección de códices escritos en lengua copta y pertenecientes al siglo IV que se encontraron en 1945 en el pueblo de Nag Hammadi. Este texto, según opinión unánime de los especialistas (tanto católicos, como protestantes y agnósticos), no es una fuente histórica que nos proporcione información sobre el Jesús histórico. Además, del texto del citado evangelio apócrifo tampoco se deduce lo que se afirma en la citada novela. Para demostrarlo basta con leer el texto del evangelio apócrifo de Felipe, lo que puede hacerse en la siguiente dirección de internet:

 
Sobre los innumerables errores históricos que contiene la novela "Código Da Vinci" puede consultarse el artículo "La estafa del Código Da Vinci: un best-seller mentiroso", escrito por Pablo J. Ginés Rodríguez, que puede leerse en la siguiente dirección de internet:


Sobre los errores del Código Da Vinci ha de recomendarse también la lectura del libro "Descodificando a Da Vinci", de Amy Belborn.



Otro libro reciente, Los Illuminati y el Priorato de Sión, de Massimo Introvigne, pone también en evidencia todas las falsedades del Código Da Vinci. Una recensión de este libro puede leerse pinchando la siguiente fotografía:



En definitiva, no aguantan ningún estudio serio que se realize sobre estás hipótesis.


En cambio con el Cáliz de Valencia, se han hecho numerosos estudios. De los cuales los más importantes y eshaustivos, son los siguientes:
 
En los años cincuenta se realizó un análisis científico del Santo Grial que se custodia en la Catedral de Valencia.
De todas las operaciones que se realizaron, se levantaron actas notariales y llegando a la conclusión; "La parte superior del cáliz, la copa, está labrada en calcedonia -mineralógicamente un conglomerado de cristales submicroscópicos de cuarzo-, en una variedad llamada cornalina, de color rojo cereza, que también es conocida como cornarina o cornerina oriental. Se trata de un trabajo finísimo cuyo resultado produce que el material sea traslúcido. Mide 9,5 cms. de diámetro medio en la boca, 5,5 cms. de profundidad por el interior y 7 cms. de altura desde la base hasta el borde. Se determinó que esta pieza procede de un taller de Antioquía o Alejandría. El resto de elementos son añadidos, quizás de origen carolingio con una orfebrería excepcional".


En la parte inferior del cáliz, en su lado izquierdo, se halló una inscripción en árabe y con una longitud de 1,5 cms. Con caracteres cúficos y se transcriben como li-izahirati o lilzáhira, cuya traducción sería "para el que reluce" y "para el que da brillo", respectivamente, y que avalaría el origen de esta parte en los talleres musulmanes situados en Córdoba.


Inscripción

-"La arqueología no tiene nada que oponer a la autenticidad del Santo Cáliz, antes bien, es capaz de probar con seguridad que, dada la fecha y origen de la copa, ésta pudo estar; perfectamente, en la mesa de la cena pascual"-. Palabras de Antonio Beltrán, (Catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, fundador del Museo Arqueológico de Cartagena y asesor de la UNESCO).

El Santo Cáliz que se conserva en la Catedral de Valencia se compone, en realidad, de tres partes distintas.

1.- La Copa de la Parte Superior. 

Esta copa superior sería la utilizada por Jesús como Cáliz en la Última Cena. Se trata de una copa de piedra ágata cornalina oriental, semiesférica, de 9'5 centímetros de diámetro medio en la boca, 5'5 centímetros de profundidad por el interior y 7 centímetros de altura desde la base al borde; toda ella lisa, al interior y al exterior, sin ningún adorno, excepción hecha de una simple línea incisa, de corte redondeado, muy regular, que corre paralela al borde y a escasa distancia de él.

2.- La Parte Central.

Se trata de la vara con su nudo, de 7 centímetros de largo, que sirve como elemento de unión entre la copa y el pie, con añadidura de las asas y de una guarnición de oro purísimo, finamente burilado, que soporta el engaste en el pie de perlas y piedras. Se trata, claramente, de un añadido en relación con la copa original.

3.- La Parte Inferior. 

Está formada por un vaso ovalado e invertido, del mismo color y parecido material que la copa. Los ejes de la base miden 14'5 centímetros. el eje mayor y 9'7 centímetros el eje central menor, y un pie casi rectangular con los lados cortos redondeados, rehundidos en el interior, con 4 y 3 centímetros de eje mayor y menor respectivamente, y una altura de 5 milímetros. Todo él lleva una guarnición de oro puro, sobre el cual van montadas 27 perlas, dos rubíes y dos esmeraldas de gran valor.

El Santo Cáliz fue examinado detalladamente en 1960 por el Catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza Don Antonio Beltrán, el cual, en su libro El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia (Valencia 1960), llegó a las siguientes conclusiones:

- Que el Cáliz resulta estar compuesto de tres partes, de las cuales dos gozaron de autonomía y en un momento determinado fueron unidas entre sí por la tercera. Es decir, los dos vasos unidos por el nudo. La única parte que sigue cumpliendo su primitivo papel es la copa, mientras que el actual pie fue un día pieza estimadísima, como lo demuestra el filete de oro que lo bordea. La orfebrería, aparte del valor funcional de servir de unión de copa y pie, sirvió para alhajar la sencilla copa y como muestra del aprecio en que se le tenía.

- Que la copa superior se remonta a la época comprendida entre el siglo I antes de Cristo y el I de nuestra Era, y fue labrada en un taller oriental de Egipto, de Siria o de la propia Palestina, por lo que bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena” y “pudo ser el que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas. Para efectuar esta datación el profesor Beltrán lo comparó con otros cálices de piedra pulida, provenientes de Palestina y fechados en el siglo I a.C., que se conservan en el Bristish Museum de Londres 


 
Copas romanas fechadas en entre el año 1 y el 50 d.C. fabricadas en calcedonia similares el Santo Cáliz que se conservan en el Museo Británico

- Que el pie es un vaso egipcio o califal del siglo X u XI, añadido a la copa hacia el siglo XIV.

- Que las perlas y piedras preciosas que lo ornamentan son posteriores y pudieron ser sobrepuestas cuando el Santo Cáliz era venerado en San Juan de la Peña.


Copa romana de gran calidad, datada entre el año 10 a. C. y el 50 d. C. que se conserva en el Museo Británico

De este modo, y cuanto menos, queda acreditado que la copa conservada en Valencia (la parte superior a la que nos hemos referido), por su antigüedad, sí pudo ser utilizada por Jesús en su Última Cena.

El I Congreso Internacional de Santo Cáliz de Valencia que se celebró en esta ciudad los días 7, 8 y 9 de noviembre de 2008, que ha servido para que un grupo de investigadores de diferentes países y disciplinas hayan expuesto lo último que se conoce sobre esta reliquia.
Concluyó con que los trabajos y conclusiones del profesor Beltrán continúan siendo válidos, si bien ha instado a que se puedan efectuar sobre las distintas partes del Santo Cáliz nuevas investigaciones arqueológicas con técnicas modernas que no existían en 1960.

Apuntar que la prueba del carbono catorce, solo es aplicable a materia orgánica, por lo cual no se puede realizar. Lo que se podría conseguir con otros estudios es saber la región donde fue extraída la piedra. Ya que este tipo de copas fueron utilizadas en la región de Palestina y se dejaron de hacer a finales del siglo I.


El último estudio sobre el Santo Cáliz fue realizado por el profesor alemán, Michael Hessmann (catedrático de historia), y en cuyo libro titulado «Die Eneeckung des Heilligen Grars», afirma que el Santo Cáliz que se conserva en Valencia corresponde al que usó Jesús en la Última Cena.

Atte: Jesús Vila





viernes, 28 de octubre de 2011

sábado, 22 de octubre de 2011

Historia y romance de Dª Inés de Castro y D. Pedro I de Portugal (Tras el cristal)


La historia de D. Pedro y Dª Inés, transcurrió en el convulso Portugal de principios del Siglo XIV. Sólo aspiraban a amarse, pero la fatalidad los hizo protagonistas y víctimas de la compleja política ibérica; en aquel tiempo aún más confusa por la implicación de los reinos peninsulares en la guerra de los Cien Años, comenzada en 1337.

Reproductor: Mafalda Arnauth - Uma flor de verde pinho.

 Imagen típica de la guerra de los cien años (La muerte de Talbot)

En seis siglos, es probable que, con ánimo de embellecerla, la historia haya incorporado alguna escena de dudosa veracidad. Pero el cuerpo principal del romance está documentado con rigor, resultando tan estremecedor, que no necesitaría adorno alguno para transmitir tal halo de tragedia que la convierte en incomparable.

Principales personajes.-

Dª Inés de Castro 1320 -1355. Nacida en la comarca de Limia, en la actual provincia de Orense, tierras de Galicia. Hija natural de Pedro Fernández de Castro y Aldonza Soares de Valladares; su destino estuvo en gran parte marcado por los orígenes familiares. Al ser biznieta de Sancho IV de Castilla, resultaba prima segunda de Pedro I. Sus dos hermanastros, hijos legítimos del padre, participan en numerosas revueltas palaciegas que influyeron en el desenlace fatal.
Queda huérfana de madre siendo muy niña, fue enviada al castillo de Peñafiel (Valladolid ), donde creció destinada a ser dama de compañía de Constanza Manuel. En tal desempeño escolta a su señora y amiga a la corte lusitana donde debe reunirse con su marido, el príncipe Pedro.

Inés de Castro


El Príncipe heredero, D. Pedro (1320 – 1367)La Historia lo recuerda con los apelativos de “El Cruel” y también “El Justiciero”.
En 1329 se pactó sus esponsales con la princesa Blanca de Castilla; la unión nunca se consumó, al parece por impedimento físico y mental de la novia y el vínculo fue anulado. En 1334 se acuerda una nueva boda con Dª Constanza Manuel.

 Pedro I El cruel o el justiciero.

El Rey de Portugal, D. Alfonso IV, “El Bravo” (1290 – 1357). El malvado del romance. Dueño de vidas y haciendas no vacila en eliminar cuanto se interpone en sus deseos.
Hijo de D. Dinis y la reina Santa Isabel. Casó con la infanta Dª Beatriz, hija del rey Sancho IV de Castilla. De temperamento belicoso, las crónicas lo muestran en continuo enfrentamiento con padre, hermanos y hermanastros; con la vecina Castilla mantuvo innumerables guerras. Según los usos de la época, la consiguiente “paz perpetua” era sellada con bodas reales. Además de la propia, los dos casamientos que concertó para su heredero, fueron con sendas nobles castellanas.

 Alfonso IV "El Bravo"

La Princesa Constanza Manuel (1318 - 1349): Víctima inocente de la fatalidad. A pesar de intentarlo, no pudo evitar la infidelidad de su marido.
Segunda esposa de D. Pedro. Cuando sólo contaba cuatro años, su padre, el Infante D. Juan Manuel II, intentó convenir su casamiento con el rey de Castilla, Alfonso XI; fracasado en su ambición, vuelve la mirada hacia el entonces príncipe Pedro de Portugal, esta vez con éxito. La boda se realiza por poderes y cuatro años más tarde marcha a Lisboa a reunirse con su marido, propiciando de manera inocente el drama que nos ocupa.

Constanza Manuel

La historia de amor.-

El desastre comienza a gestarse alrededor del año 1338, fecha en que la comitiva nupcial de Dª Constanza Manuel hace su entrada en la corte lusitana. La ceremonia religiosa se celebra en la Catedral de Lisboa, oficiada por el propio Arzobispo, con la pompa que exige el rango social de los contrayentes.
Las crónicas narran que, ya en el primer encuentro, D. Pedro quedó prendado de Dª Inés, a quien describen como “bellísima, de esbelto cuerpo, ojos claros y color de garza”. No se conoce con exactitud cuando nació la pasión entre ambos jóvenes, pero debió ser con relativa presteza. Lo confirmaría una anécdota ocurrida en 1343. Constanza urde una estratagema para separar a los enamorados; designa a Inés madrina del recién nacido infante D. Luis, confiando en que el parentesco espiritual así adquirido indujese a los amantes a poner término a la relación. No se sabe si el artificio surtió efecto, la fortuna, una vez más, se muestra esquiva con la princesa. El infante muere a los pocos meses y el romance continúa.
Ante el giro de los acontecimientos, el rey decide actuar con energía. Destierra a Inés de Portugal, confiando en que la separación física de los amantes mitigue su ardor. La maniobra surte poco efecto. En espera de tiempos mejores, de acuerdo con D. Pedro, la novia busca refugio en el castillo de Albuquerque, pequeña localidad extremeña a la vista de la frontera portuguesa.

Castillo de Albuquerque

En Octubre de 1345, muere la infortunada Constanza al dar a luz al Infante D. Fernando. La viudedad del príncipe elimina gran parte de las razones de escándalo aducidas por los contrarios al idilio, circunstancia que D. Pedro aprovecha de inmediato. En contra de la voluntad real, rescata a Dª. Inés del exilio; la pareja marcha a vivir lejos de la corte, al norte de Portugal, allí nacieron sus cuatro hijos, los Infantes D. Alfonso (muerto aún niño), D. João, D. Dinis y Dª. Beatriz. Mas adelante, ante la aparente calma de la situación, retornan a Coimbra, yendo a vivir en la vecindad del Convento de Santa Clara, en una finca situada en las laderas del valle que baña el río Mondego. En recuerdo de los sucesos que narramos, el solar en donde se asentaba es llamado “Quinta das lágrimas”.

 Fuente de "Quinta das lágrimas" en Coimbra

En esta época feliz el príncipe se alejó de la política, de la corte y de sus obligaciones de heredero. Pero pronto, la apacible vida de los amantes se verá turbada por causas a las que desearían permanecer ajenas. Un sinfín de circunstancias confluyen para sellar el destino fatal de nuestra protagonista.

En primer lugar se encuentra la cuestión dinástica: Alfonso IV intenta varias veces organizar para su hijo una tercera boda con princesa de sangre real, pero Pedro rechaza tomar otra mujer que no sea Inés. El único hijo legítimo de Pedro, el futuro rey Fernando I de Portugal, se mostraba un niño frágil, mientras que los bastardos de Inés prometían llegar a la edad adulta. Si el infante muriese, sin duda reclamarían derechos a la corona, sumergiendo al reino en nuevas calamidades.

En segundo término hallamos la complicada situación política: Los reinos peninsulares se han convertido en campo de batalla diplomática, donde Inglaterra y Francia, enfrentados en su interminable guerra, tratan de atraerlos a su bando. Las diputas internacionales entremezcladas con las propias luchas dinásticas, justifican el apelativo de “época turbulenta”. D. Fernando y D. Álvaro Pires de Castro, hermanastros de Dª Inés, aparentan un progresivo ascendiente sobre el príncipe, induciéndolo a inclinar su política hacia Castilla, donde llega a presentar su candidatura al trono.

El Rey aunque preocupado por las implicaciones políticas que conlleva la influencia de la familia Castro, es en particular sensible el riesgo de futuros conflictos civiles enfrentando hijos legítimos con bastardos, moneda de cambio en la época. La reiterada negativa del príncipe a contraer nuevo matrimonio real no contribuye a ahuyentar los temores. Dª Inés es un obstáculo en apariencia infranqueable. Parecería que sólo la muerte podría separar a los enamorados.

¿La muerte? No es obstáculo insalvable. En consejo celebrado en el palacio de Montemor-o-Velho D. Alfonso presta su conformidad al asesinato de la infortunada enamorada. La sentencia se ejecutará en la propia residencia de la pareja en Coimbra, aprovechando alguna ausencia de D. Pedro, muy aficionado a la caza.

Llegados a este punto, las versiones discrepan sobre la secuencia de los hechos, la más enternecedora afirma que el rey manda llamar a Dª Inés para comunicarle la sentencia fatal. Ella acude acompañada de sus cuatro hijos .
Inés suplicó por su vida. ¿Las súplicas surtieron efecto? En principio así lo parece, el rey autoriza el regreso de Inés a su residencia; pero de inmediato cambia de parecer y ordena a tres cortesanos cumplir la sentencia. Otras crónicas no recogen esta entrevista; el veredicto se ejecuta nada más pronunciado.

El gran Luis Camões en la estrofa 127 del canto III de “Os Lusíadas” narra así la petición de clemencia de Dª Inés:

Ó tu, que tens de humano o gesto e o peito
(Se de humano é matar hûa donzela,
Fraca e sem força, só por ter sujeito
O coração a quem soube vencê-la), A estas criancinhas tem respeito,
Pois o não tens à morte escura dela;
Mova-te a piedade sua e minha,
Pois te não move a culpa que não tinha

 

Ejecución de Dª Inés

Existiese o no la audiencia real, todas las versiones coinciden en la continuación: Pero Coelho, Álvaro Gonçalves y Diego López Pacheco se dirigen al Monasterio de Santa Clara, próximo a la “Quinta das lágrimas”, que alojaba a Inés y sus hijos en la ausencia de D. Pedro. En el jardín, en presencia de los niños, la degüellan sin piedad. Era el 7 de Enero de 1355.

La Venganza.-

La desaparición de Inés no propició la esperada tranquilidad. De inmediato D. Pedro culpa a su padre del asesinato. En unión de los Castro, agrupa en torno suyo una facción de la nobleza y encabeza una revuelta contra el Rey. Los sublevados llegan a poner sitio a Oporto, pero antes de que las aguas salgan por completo de cauce, la reina Dª Beatriz interviene entre los contendientes, logrando, sino la reconciliación, al menos la paz, que se formaliza el 15 de Agosto del mismo año en Canaveses.
Por este acuerdo, el rey delega una parte importante de sus responsabilidades en el heredero, quien, a cambio, depone las armas, promete olvidar el pasado y perdonar a todos los implicados en la conjura que acabó con la vida de Dª Inés.

El comportamiento de D. Pedro, en contra de la leyenda que trata de mostrarlo desconsolado, es bastante contradictorio. La revuelta contra el padre, principal responsable del crimen, no parece muy convincente; en tan solo ocho meses aplaca su ira hasta el punto de llegar a un acuerdo favorable para sus aspiraciones de poder. En 1356, apenas un año después del crimen, Dª Teresa Lourenço le da un nuevo hijo, el futuro João I, vencedor de los castellanos en la batalla de Aljubarrota e instaurador de la dinastía Aviz: es el auténtico superviviente de toda la trama

Juan I

En 1357 muere Alfonso IV, el heredero pasa a ceñir la corona y da comienzo una venganza, tan cruel, que ha pasado a los anales.
Los asesinos de Inés, por consejo del rey moribundo, buen conocedor de su hijo, se habían exiliado a Castilla. D. Pedro negocia con el rey castellano - que por capricho del destino tiene igual nombre y apodo, Pedro I, “El Cruel” o “El Justiciero” y también arrastra una amplia historia de pasiones - intercambiar los tres verdugos por algunos refugiados en Portugal. Como no podía ser menos, los reyes llegan a un acuerdo, Pero Coelho y Álvaro Gonçalves son devueltos a Portugal; Diego Lopes Pacheco, más afortunado, consigue cruzar a tiempo la frontera con Aragón y de allí pasa a Francia, donde se pierde su rastro.
La venganza fue consumada en el palacio de Santarém en presencia de otros cortesanos. D. Pedro mandó preparar un espléndido banquete de ceremonia mientras las víctimas eran amarradas a sendos postes de suplicio y torturados con toda crueldad. Luego, mientras comía con parsimonia, ordenó al verdugo arrancarles el corazón: a Gonçalves por la espalda y a Coelho por el pecho. Por último, insatisfecho con el tremendo martirio, aún tuvo ira suficiente para morder aquellos corazones, que para él, por siempre serían malditos.
En 1360, el ya rey Pedro I realizó en presencia de la corte la famosa declaración de Cantanhede, jurando que un año antes de la muerte de Inés ambos habían contraído matrimonio secreto. De esta forma ella alcanzaba el rango de reina y se legitimaban los hijos habidos en aquella unión. Los historiadores dudan de que la boda se hubiese podido celebrar; los contrayentes eran primos, para que el matrimonio fuese válido debían solicitar bula papal, documento imprescindible, de cuya existencia no se tiene prueba alguna.
D. Pedro, no muy dado a sutilezas legales, actuó acorde a su juramento. En el Monasterio de Alcobaça, sede de la mayor iglesia portuguesa, ordeno esculpir un túmulo funerario para Inés. Cuando estuvo finalizado, ordeno el solemne traslado de los restos desde Coimbra hasta la nueva sepultura. La lúgubre comitiva que trasportaba el cadáver, enlutada con todo rigor, era encabezada por el propio rey acompañado por prelados, cortesanos y burgueses. En el camino, el pueblo llano era obligado a salir a su paso, llorando y rezando por el alma de la fallecida.
Una vez llegados a la corte, destino final de la comitiva, el cadáver se engalanó con vestimentas reales y sentado en el trono, todos los nobles fueron obligados a prestarle homenaje como reina de Portugal, besando su mano en señal de fidelidad y vasallaje. Por último, se depositó con enorme protocolo en el bello sepulcro tallado para ella.

Túmulo de Inés de Castro

La crónica moderna duda que la macabra ceremonia tuviese lugar; entonces ¿Cómo se explica el arraigo de la leyenda? Quizá, el dramatismo de la escena es tan intenso, que ha impresionado la imaginación popular hasta el extremo de convertirla en el núcleo central del mito de nuestra heroína, la desgraciada Inés de Castro, que reinó después de morir.

La última escena sucede siete años más tarde. Antes de morir el rey encarga tallar para él otro túmulo funerario en el mismo estilo que el anterior de Inés; ambos tenían que ser colocados pies contra pies para que, el día de juicio, al despertar, lo primero que viese cada amante, con sus miradas cruzadas frente a frente, fuese la figura del otro, Ambas sepulturas, de estilo gótico, pueden admirarse en el Monasterio de Alcobaça. Se consideran los más bellos ejemplares del arte funerario portugués.

El túmulo de D. Pedro dispuesto frente a su amada como lo había dispuesto antes de morir

Y esta fue la historia de este apasionado amor.
Que por él, Inés murió.
Al rey tanto le hirió.
Que por su venganza convirtió en horror.

Aqui tenéis el Romance de Dª Inés:

Romance de Doña Inés de Castro.-

"Doña Constanza salió
de España pa’la Coimbra.
Doña Inés la acompañaba,
su mejor dama y amiga.
Don Pedro salió al encuentro
con su corte a recibirlas
y de Inés quedó prendado;
nunca vio mujer tan linda.

Doña Constanza de pena,
por el rey se moría
y el rey por Doña Inés,
daba su alma y su vida.
Doña Constanza murió
y Portugal que sabía,
la pena que la mató
la muerte de Inés de Castro
el pueblo entero pidió.

La condenaron a muerte;
la condena se cumplió,
y al rey Don Pedro dejaron
viviendo sin corazón.
¡Reina para Portugal!
el pueblo a voces pedía
y el rey busca la venganza,
del amor que fue su vida.

Le consumía la pena
sin tener noche ni día
y sin descanso buscaba
aquel que le quitó la vida.
Y por fin Inés vengada,
en el palacio real;
fue proclamada la reina
del reino de Portugal".

Aquí os pongo u soneto:

Soneto Nº 1393, de Francisco Álvarez Hidalgo.-

" La reina ha de reinar, la amante ama
y reinará tal vez tras haber muerto,
aunque ha reinado siempre de encubierto
en el trono más trono de la cama.
Cuello de garza en esbeltez de dama,
ese tallo de rosa es el injerto
que el príncipe don Pedro trae el huerto
de su heredad, vigorizada rama.
Pero la han de podar villanas manos;
dagas de corte a impulsos soberanos
no son menos traición, ni más respeto.
Ha de reinar Inés. La comitiva
de la nobleza, otrora impugnativa,
jurará vasallaje a su esqueleto".


Esta canción evoca los amores trágicos de Pedro e Inés:

Uma flor de verde pinho

Eu podia chamar-te pátria minha
dar-te o mais lindo nome português
podia dar-te um nome de rainha
que este amor é de Pedro por Inês.

Mas não há forma não há verso não há leito

para este fogo amor para este rio.
Como dizer um coração fora do peito?
Meu amor transbordou. E eu sem navio.

Gostar de ti é um poema que não digo

que não há taça amor para este vinho
não há guitarra nem cantar de amigo
não há flor não há flor de verde pinho.

Não há barco nem trigo não há trevo

não há palavras para dizer esta canção.
Gostar de ti é um poema que não escrevo.
Que há um rio sem leito. E eu sem coração



Aquí os dejo también la obra íntegra, adaptada para teatro, de Luis Vélez de Guevara por si queréis interpretarla:


de la web:

Y con esto acabo por hoy. Agradecer a Tras el cristal, toda la documentación aportada para poder realizar esta entrada del Blog.

Saludos. Atte: Jesús Vila.