Hay veces que son tantas las espinas, que hasta nos parece que la rosa azul es una quimera. Pero está. Siempre está en alguna parte y merece la pena ir por ella.
A veces el miedo al dolor es más fuerte aún que el dolor mismo... Esa es la valla más alta que debemos superar: a nosotros y nuestros miedos.
Ella caminaba descalza por encima de las espinas de un millón de rosas que estaban desperdigadas por el suelo.
La sangre se mezclaba con el rojo de los pétalos, que aplastados, veían morir su existencia, mientras sus pies iban pasando de una a otra.
Parecía estar en una especie de estado de trance, así que no sentía ningún tipo de dolor.
Solamente tenia en mente llegar a esa extraña rosa de color azul que deposité antes de irme en el fondo de la habitación.
No parecía que la rosa azul mereciera la pena tanto sufrimiento. Quizás no lo mereciera, pero para ella era muy importante. Tan importante como para dejar que las plantas de sus pies se llenaran de heridas. Que su sangre se perdiera en el olvido.
Pero la sangre nunca se pierde. La sangre nunca se pierde para nada.
Quizás las rosas azules no merezcan la pena. ¿Pero que es una rosa azul?
Dependiendo de la persona puede ser su familia, sus amigos, el trabajo, una amante, un amante, un reto...
Las rosas azules siempre tendrían que ser accesibles para todos nosotros. Y los caminos nunca deberían estar llenos de espinas... pero si no es así, no hay esfuerzo, no apreciamos el valor de conseguirla.
En la vida real, las rosas azules siempre estarán lo más lejos posible de nosotros, y los caminos siempre estarán llenos de espinas...
Pero hay rosas azules por las que merece la pena DESANGRARSE. Y yo por esta ya me desangré.
Saludos. Atte: Jesús Vila.
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