Para ti Rom

Your dying Heart by Adrian von Ziegler on Grooveshark

viernes, 9 de diciembre de 2011

Así nació el villancico "Noche de Paz" (Tras el cristal)



Así nació el villancico "Noche de Paz".-

La nieve caía suavemente sobre las casas de piedra y madera de Oberndorf, cerca de Salzburgo. Adentro, la gente decoraba con velas, frutas y nueces, unos abetos recién cortados, preparándose para la noche más sagrada del año. Las campanas de la modesta iglesia de la aldea no tardarían en llamar a Misa del gallo, y los fieles irían a celebrar con rezos y cantos el nacimiento de Jesucristo.

Sólamente en la iglesia de San Nicolás no se respiraba alegría aquella tarde. Corría el año de 1818, y el padre Joseph Mohr, de 26 años, acababa de descubrir que el órgano estaba seriamente dañado: los ratones habían roido los fuelles, y sólo funcionaban respetablemente algunas notas.. Mohr estaba desesperado: cuando vinieran a repararlo, la Navidad habría quedado muy atrás...

Este párroco, hijo ilegítimo de una costurera y un soldado, tenía talento para la música. De chico había ganado dinero cantando y tocando en público el violín y la guitarra, y en sus tiempos de estudiante se había sostenido con lo que obtenía como músico. Su tenacidad y su talento llamaron la atención de un clérigo, que lo convenció de que ingresara en el seminario. Mohr se ordenó en 1815, y dos años después lo destinaron a la iglesia de Oberndorf. Allí sorprendió a sus feligreses porque, además de predicar la palabra de Dios, tocaba la guitarra, instrumento con el cual pasaba fácilmente de la música popular a los himnos religiosos.

Aquella tarde, ante el problema que veía venir, el sacerdote se retiró a la quietud de su estudio. Con las pocas notas que en el órgano aún podía utilizar, decidió componer uno. Comenzó a escribir... “Stille Nacht, heilige Nacht!”...En seis estrofas de versos sencillos, como de poema infantil, el joven cura relató el milagro de la Navidad.

Quedaba muy poco tiempo cuando terminó, y aún faltaba crear una melodía para los versos, antes de la Misa del gallo. El sacerdote fue a buscar a su amigo Franz Xaver Gruber, de 31 años, maestro en la escuela de la vecina aldea de Arnsdorf..



A diferencia de Mohr, Gruber se había visto obligado a ocultar su pasión por la música porque, al decir de su estricto padre, esta profesión no daba de comer. En consecuencia, Franz había tenido que escaparse de su casa por las tardes para ir a tomar lecciones de música. Y aprendió tan bien que un día en que su padre lo oyó tocar el órgano, cedió y le permitió continuar con sus estudios.

Franz decidió dedicarse también a la docencia. En aquella época era común que los maestros de escuela prestaran igualmente sus servicios de organista y director del coro en la iglesia de la localidad donde trabajaran. Así pues, cuando Gruber fue enviado a Arnsdorf, siempre se le vio con buenos ojos en la vecina parroquia de San Nicolás.
Gruber leyó los versos. Entonces, usando sólo los acordes utilizables del órgano, entretejió una melodía sencilla...

A medianoche, los feligreses entraron en la iglesia, esperando ver el templo cimbrarse con el sonido del órgano mientras iban ocupando los estrechos bancos de madera. Pero todo estaba en silencio. El padre Mohr se encaminó a la nave y con una seña le indicó al maestro Gruber que se colocara a su lado. Explicó a los fieles que el órgano se había averiado, pero que la Misa tendría música, porque Gruber y él habían preparado un villancico.

Y "Noche de Paz" sonó por primera vez.

Los fieles escucharon el villancico. Luego, Mohr procedió a la celebración de la Misa. La Nochebuena en la iglesia de San Nicolás resultó de lo más lucida.

Poco faltó para que la cosa terminara allí. Mohr y Gruber crearon su villancico sólo por sortear una dificultad, y posiblemente no pensaban volver a tocarlo. En la primavera siguiente el órgano quedó reparado, y al poco tiempo Mohr fue transferido a otra parroquia. Durante algunos años, el villancico se olvidó.
Sin embargo el órgano de San Nicolás volvió a dar lata. En 1824 o 1825, la parroquia contrató a un célebre constructor de órganos, llamado Carl Mauracher, para que lo reconstruyera. El viejo organista encontró la canción de Mohr y Gruber en el coro de la iglesia, y su sencillez lo cautivó. Cuando Mauracher le pidió que le hiciera una copia de la canción, Gruber, que se hallaba supervisando la reparación del órgano, accedió de buen grado.

Al marcharse de Oberndorf, Mauracher se llevó la obra. Y la gente que después la conoció a través de él quedó encantada tanto con la letra como con la melodía. Pronto, varias compañías de cantantes tiroleses de estilo popular que recorrían Europa la añadieron a su repertorio.

Entre esos cantantes estaba la Familia Strasser. Este grupo, integrado por cuatro hermanos de voces angelicales, actuaba en las ferias comerciales al mismo tiempo que vendía guantes fabricados por la misma familia. En 1831 o 1832, los Strasser entonaron "Noche de paz" en una feria de Leipzig. Al público le agradó muchísimo. Poco después, un editor de esa ciudad la publicó por primera vez, identificándola como Tirolerlied, o “Canción tirolesa”. No mencionó ni a Joseph Mohr ni a Franz Gruber.

A raíz de esto, la letra y la música se difundieron con gran rapidez. "Noche de Paz" no tardó en cruzar el Atlántico gracias a los Rainer, una familia de cantantes populares que se presentaba en diversos lugares de Estados Unidos.

En todas partes, el público empezó a creer que Noche de Paz era más que una canción popular, y hubo quien la atribuyó a uno de los Haydn. Entre tanto, en sus respectivos pueblos, Gruber y Mohr ignoraban la fama que su composición estaba alcanzando. En 1848, el padre Mohr murió de pulmonía, sin un centavo en el bolsillo. Nunca supo que su villancico había llegado a los rincones más remotos de la Tierra.

Gruber se enteró del éxito de la canción en 1854, cuando el concertino del rey Federico Guillermo IV de Prusia comenzó a indagar su origen. Al recibir la noticia, Gruber, entonces de 67 años, envió a Berlín una carta en la que le explicaba cómo había nacido la canción.
Al principio, casi ningún estudioso creyó que dos personas tan humildes hubieran compuesto un villancico tan famoso. A la muerte del viejo maestro de escuela, acaecida en 1863, todavía se dudaba de su autoría.

Hoy ya no hay controversias acerca de quiénes compusieron la canción. En Austria se erigieron monumentos en honor de Mohr y Gruber, y el legado de estos hombres se ha convertido en parte esencial de la celebración de la Navidad en todo el mundo. William Studwell, experto en villancicos, dice: “Noche de Paz es el símbolo musical de la Navidad”.

A lo largo de los años se ha comprobado que este sencillo villancico tiene poder para inspirar una paz celestial. Durante la tregua de Navidad de 1914, por ejemplo, los soldados alemanes en las trincheras del frente occidental comenzaron a cantarlo, y a sus voces se unieron las de los soldados británicos, situados al otro lado de la tierra de nadie.

Durante esa misma guerra, en un campo de concentración siberiano, los prisioneros alemanes, austriacos y húngaros entonaron a coro Noche de Paz.

En la Checoslovaquia ocupada por los nazis, en 1944, un oficial alemán que visitaba un orfanato preguntó si alguno de los niños sabía cantar Noche de paz en alemán. Un niño y una niña se adelantaron con paso vacilante, y comenzaron a entonar Stille Nacht, heilige Nacht! El oficial sonrió, y entonces los pequeños callaron, como si de repente hubieran recordado algo que los aterrara. En esa región del país, la mayor parte de la gente que hablaba ese idioma era judía. Viendo su temor, el oficial los tranquilizó. –No teman- les dijo. También a él lo había tocado la magia de la canción.

Siete años más adelante, durante la guerra de Corea, un soldado estadounidense llamado John Thorsness se hallaba de guardia en una Nochebuena cuando le pareció oír acercarse al enemigo. Sin retirar el dedo del gatillo, vio que un grupo de coreanos aparecía en la oscuridad. Iban sonrientes. Luego, para asombro del soldado, entonaron Noche de paz, sólo para él. Después se perdieron en las sombras.




Amigo que me lees: que todas tus noches sean de paz...

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